Saber qué pasa en el cerebro cuando nos enojamos puede ayudarnos a controlar de manera más asertiva nuestras reacciones y evitarnos problemas con las demás personas. Asimismo, un entrenamiento neuronal puede ayudarnos a mantener el auto control y disminuir los riesgos de conflictos y peleas.  

¿Qué es el enojo?  

El enojo es una emoción humana natural, como otras, que nace de la percepción del entorno y la reacción fisiológica del cuerpo ante las sensaciones que se producen por ello.  

Todos los seres humanos tenemos un sistema nervioso que reacciona automáticamente a las emociones fuertes tales como enojo o miedo. El enojo es como una señal de emergencia para el cuerpo. Para resolver esta emergencia, el sistema nervioso activa y prepara al cuerpo para responder a ella o huir. 

¿Qué pasa en el cuerpo cuando nos enojamos? 

La primera respuesta del cuerpo al enojo es una aceleración de la respiración. Ésta es una manera en que el cuerpo toma más oxígeno. Cuando respiramos más rápidamente, nuestro corazón bombea más rápidamente. Esto aumenta la presión en las arterias.  

Cuando estamos enojados, puede ser que empecemos a sudar. Esto ayuda a refrescar nuestro cuerpo. Si nos miramos ante un espejo, podremos ver que nuestras pupilas están más grandes. 

El enojo produce que nuestras manos se pongan frías. Mucha energía es utilizada por nuestro cuerpo cuando estamos enojados. Algunos pueden también temblar. 

Al enfurecernos por completo la red de terminales nerviosas ubicadas en el cerebro se activan, logrando que nos sintamos amenazados, causando que las plaquetas de la sangre aumenten para que nuestro cuerpo en caso de peligro no sienta dolor por la ira. 

Por otra parte, en el área emocional, enojarse conlleva una alteración anímica que genera irritación, rabia y/o afán de revancha o venganza. Muchas veces se refleja en una agresión verbal o física hacia aquel que lo provocó. 

¿Qué pasa en el cerebro cuando nos enojamos? 

La parte de nuestro cerebro que responde cuando nos enojamos es la amígdala, la cual controla las emociones. 

En la parte superior de la amígdala está el lóbulo frontal, el cual interviene en la toma de decisiones, resolución de problemas y control de nuestro comportamiento. Cuando el enojo llega, la sangre inunda la corteza frontal y nubla el pensamiento racional. 

El lóbulo frontal derecho de nuestro cerebro es el encargado de controlar las emociones negativas y el izquierdo las positivas. Cuando nos enojamos el lóbulo frontal derecho de nuestro cerebro se activa haciendo que la racionalidad se pierda, esto eleva los niveles de dopamina generando que las zonas del cerebro que nos permiten auto controlarnos se inactiven. Esto hace que al estar enojados cometamos actos que no hacemos en estado normal. 

Un estudio de la Universidad de Harvard afirma que cuando nos enojamos, el cerebro necesita mayor oxígeno, esto causa que nuestros pulmones necesiten cargar más cantidad exponiéndolos a afecciones respiratorias. 

El corazón también se enoja 

Además de estas reacciones en el cerebro, el corazón también se ve afectado por el enojo, ya que tiende a subir la presión arterial y ello exigir más esfuerzo al corazón. 

Cuando enojamos nuestro organismo libera colesterol y sustancias catecolaminas que permiten que los depósitos de grasa del corazón y las arterias se aceleren, lo que ocasiona una descarga de adrenalina extrema afectando seriamente la buena salud del corazón.  

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Como ya sabemos, el cerebro es el gran regidor fisiológico de las emociones, de él depende lo que sucede en el resto del organismo y nuestra capacidad de autocontrol en momentos de enojo, por ejemplo.  

La práctica del neurofeedback dinámico está destinada a la adquisición de autocontrol sobre determinados patrones de actividad cerebral y la aplicación de estas habilidades en nuestras actividades cotidianas. Va promoviendo mayores niveles de autocontrol, lo que te ayuda a producir endorfinas que te sirven en momentos de desesperación, impotencia y otros pensamientos negativos.  

Entre sus principales efectos que inciden en nuestro bienestar se encuentran la sensación de tranquilidad, la serenidad, la focalización mental, la claridad de ideas. Todo ello nos permite conseguir una mayor atención mental y autocontrol emocional, reduciendo así el estrés.  

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