En esta Semana Internacional de las Personas Sordas te contamos cómo afecta la pérdida del oído a la cognición y sus efectos.  

Esta es la semana internacional de las personas sordas, una condición con la que viven aproximadamente70 millones de personas sordas en todo el mundo. Una semana para promover la inclusión en la sociedad de las personas con problemas auditivos y sordera crónica; pero también para reflexión en la relevancia del cuidado del cerebro para la procuración del sentido del oído.  

Hoy sabemos bien que el cerebro, como comandante del sistema nervioso central (SNC), se encarga de procesar la información que recibe a través de los sentidos, entre ellos el oído.  

El oído 

Todos los sentidos de los seres humanos juegan un rol importante en el desarrollo cognitivo de cada individuo y la audición es el principal vehículo a través del cual aprendemos a hablar y aprendemos a dar una estructura coherente a nuestros pensamientos. 

Cuando escuchamos sonidos, las ondas sonoras viajan del oído externo, a través del oído medio hasta el oído interno, donde las vibraciones estimulan a miles de diminutas células ciliadas. Las células ciliadas del oído interno envían impulsos eléctricos a los nervios auditivos que conectan con el centro auditivo del cerebro, donde los impulsos eléctricos se perciben como sonidos. El cerebro convierte estos impulsos en sonidos que podemos reconocer y comprender. 

El cerebro convierte los impulsos que recibe a través del oído en sonidos que podemos entender. Asimismo, el cerebro discrimina los sonidos relevantes del ruido de fondo y amplifica el volumen de nuestra propia voz. 

Motivos de la pérdida del oído

Desde el nacimiento y hasta la edad adulta, existen múltiples razones por las que una persona puede perder la audición o sufrir algún grado de hipoacusia. La pérdida de la audición puede ocurrir cuando alguna de las partes del sistema auditivo no funciona de la manera normal. La Organización Mundial de la Salud señala algunos casos, de acuerdo a la etapa de vida:  

Periodo prenatal 

  • Factores genéticos: entre ellos, los que provocan pérdida de audición hereditaria y no hereditaria. 
  • Infecciones intrauterinas: como la rubéola y la infección por citomegalovirus. 

Periodo perinatal 

  • Asfixia perinatal (falta de oxígeno en el momento del parto). 
  • Hiperbilirrubinemia (ictericia grave en el periodo neonatal). 
  • Bajo peso al nacer. 
  • Otras morbilidades perinatales y su tratamiento. 

Infancia y adolescencia 

  • Otitis crónicas (otitis media supurativa crónica). 
  • Presencia de líquido en el oído (otitis media no supurativa crónica). 
  • Meningitis y otras infecciones. 

Edad adulta y edad avanzada 

  • Enfermedades crónicas. 
  • Tabaquismo. 
  • Otosclerosis. 
  • Degeneración neurosensorial relacionada con la edad. 
  • Pérdida de audición neurosensorial repentina. 
  • Factores a lo largo de la vida. 
  • Tapón de cerumen (tapón de cera en el oído). 
  • Traumatismo en el oído o la cabeza. 
  • Ruido/sonido fuerte. 
  • Medicamentos ototóxicos. 
  • Productos químicos ototóxicos en el ámbito laboral. 
  • Carencia nutricional. 
  • Infecciones virales y otras afecciones del oído. 
  • Retraso en la aparición de la audición o pérdida progresiva de esta por causas genéticas. 

Cómo afecta la pérdida del oído a la cognición 

Varis estudios han evidenciado la relación entre pérdida auditiva y un deterioro de la cognición. No es algo que deba producirse necesariamente, ya que las pérdidas de audición pueden tratarse; sin embargo, sí se han observado más pérdidas de memoria y lentitud en la toma de decisiones en pacientes que tienen hipoacusia. 

Perder la precisión auditiva, dejar de escuchar o entender ciertos sonidos del habla, puede ser lo que desgasta y a su vez amplifica el progresivo deterioro cognitivo en la comprensión del habla. A medida que aumenta la pérdida auditiva, la tendencia a sospechar la presencia de deterioro cognitivo es mayor.  

De acuerdo a los expertos señalan que si al sujeto le cuesta descifrar el mensaje que le llega, es posible que no capte la esencia de lo que se le está comunicando. Así, puede hacer valoraciones erróneas o conexiones que no se ajusten a la realidad del momento. 

Por otra parte, el sobreesfuerzo que una persona con baja audición realiza para poder entender a su interlocutor le puede restar recursos a su memoria o estresar su capacidad de cognición. 

A muchas personas con problemas de oído les pasa que terminar por aislarse de su entorno social. Este hecho, también está demostrado, disminuye la capacidad cerebral. El aislamiento suele conllevar actividades en las que no ejercitamos demasiado el cerebro, por eso, cuando necesitamos retener una información o elaborar un razonamiento complejo, puede exigir un esfuerzo extra. 

Pérdida auditiva influye en el déficit de aprendizaje 

Cuando los problemas de oído se producen en edades temprana y no se tratan, pueden influir de manera significativa en el aprendizaje. Si el niño no entiende lo que le dice su maestro porque no lo oye bien, pierda interés en la clase. 

Al igual que ocurre con las personas adultas, en la etapa escolar, un niño con hipoacusia que no esté atendido puede tender a aislarse de sus compañeros. Esta falta de contacto social también puede ir asociada a retrasos en la capacidad de razonar o en la memoria. 

Neuroplasticidad podría ayudar a la recuperación auditiva 

Aunque aún se encuentra en fases de estudio, se cree que estimular la neuroplasticidad podría ayudar en algunos casos para la recuperación auditiva.  

Las investigaciones más recientes pretenden dar un paso más allá de los dispositivos de recuperación de la audición (audífonos e implantes) y trabajan en la modulación dentro del sistema nervioso central para conseguir que los circuitos implicados en la percepción del sonido se mantengan lo más vivos y activos posibles para que, cuando se recurra a un implante, el paciente pueda volver a escuchar activamente.  

“El sistema nervioso periférico intenta defenderse ante una señal acústica pobre reclutando neuronas a las que adjudica funciones específicas. Este proceso de neuroplasticidad también se produce cuando se recurre a los audífonos y a los implantes electrónicos: el sistema nervioso responde ante un nuevo canal de información y crea nuevas vías auditivas que resulten útiles para la comprensión del lenguaje. Nos interesa cómo podemos estimularla periféricamente, por un lado, y a través de fármacos y sustancias, por otro, y así optimizar la neuroplasticidad para conseguir mejores conexiones y circuitos funcionales”. Así lo señaló Pablo Gil-Loyzaga, catedrático de Neurobiología de la Audición de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Comisión de Investigación de la Seorl.  

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