Hipócrates, uno de los grandes médicos de la antigua Grecia insistía en la idea de que “del cerebro y nada más que del cerebro vienen las alegrías, el placer, la risa, el ocio, las penas, el dolor, el abatimiento y las lamentaciones. A través del cerebro en particular pensamos, vemos, oímos y distinguimos lo feo de lo bello, lo malo de lo bueno, lo agradable de lo desagradable…” El médico, sostenía que el cerebro es el órgano más poderoso del cuerpo humano y que es el intérprete de la conciencia.
Por otro lado, en la actulidad, el doctor en biología molecular, Estanislao Bachrach afirma que “cada intención, cada sueño y cada comportamiento comienza en el cerebro, que está diseñado para resolver problemas relacionados con la supervivencia en un mundo inestable y en constante cambio”.
Tanto las palabras de Hipócrates como las del Doctor Bachrach, nos recuerdan que todo lo que somos y todo lo que experimentamos está en estrecha relación con nuestro cerebro. Incluyendo en ello el autoconcepto y la valoración que tenemos sobre nosotros mismos: la autoestima.
La autoestima es la valoración, generalmente positiva, de uno mismo. Para la psicología, se trata de la opinión subjetiva/emocional que los individuos tenemos de nosotros mismos y que supera en sus causas la racionalización y la lógica.
Al cerebro le importa el nivel de autoestima que tenemos, ya que ésta es una función adaptativa que entra en juego en el proceso de supervivencia. Una baja autoestima es razón de tristeza, depresión y malestar, condición que pone en juego la salud del organismo y, particularmente, del cerebro. Y es que cuando estamos tristes somos un cocktel químico que hace que nuestro cuerpo se debilite y sea causa de problemas de salud.
Gracias a estudios de imagenología realizados a los cerebros de personas con baja autoestima, se ha identificado que ciertas situaciones resultaban en estimulaciones cerebrales negativas para ellas. Las personas con baja autoestima perciben ciertas situaciones como amenazas, lo que a su vez despierta emociones de miedo, ansiedad y nerviosismo prolongado; en cambio, las personas con mejor autoestima frente a las mismas situaciones se sentían más seguras de sí mismas y eran estimuladas hacia la acción y no a la pasividad —como les sucedía a las personas con baja autoestima.
Pensamientos Negativos: Malas Decisiones
Esto pone de manifiesto que las personas con baja autoestima suelen ser más pesimistas y tienen pensamientos negativos de forma más recurrente. Asimismo, tienden hacia la autocrítica y con ella pueden venir la depresión y la ansiedad, lo que estresa demasiado al cerebro.
La autocrítica constante es otra de las características más comunes de quienes padecen de baja autoestima y se refiere principalmente al sentimiento constante de culpa por todo aquello que sale mal o que no da los resultados esperados. La autocrítica es una voz negativa que está presente en la mente de quienes no tienen una valoración positiva de sí mismos e induce al enfoque pesimista o derrotista.
Como una consecuencia de la baja autoestima, tendemos a generar pensamientos negativos de nosotros mismos y de lo que nos rodea; esto causa un estado de alerta al cerebro (se percibe que todo el entorno es malo, hay que estar a la defensiva) y generamos Cortisol (la hormona del estrés). Esta hormona está destinada a utilizarse bajo situaciones de emergencia y supervivencia; pero en exceso puede causar daños como la reducción de las neuronas y el cambio en la materia gris del cerebro.
Además, sabemos que en el lado izquierdo del cerebro hay una dominación de las emociones positivas mientras que el lóbulo frontal izquierdo se centra el área de la toma de decisiones. Cuando una persona se ve expuesta a pensamientos negativos, esta área cerebral se “apaga”, lo que puede hacer que se tomen malas decisiones o la calidad en la toma de decisiones se vea mermada.
Tendencia a la depresión
Las personas con baja autoestima viven en un constante malestar en su interior que se puede proyectar en dolor crónico y en descenso del sistema inmunológico. Esto se puede deber a que el cerebro está constantemente luchando para contrarrestar estímulos negativos, pero a su vez no tiene recuerdos ni conceptos positivos que activen a las hormonales encargadas de producir satisfacción.
Asimismo, los pensamientos negativos, el estrés que estos provocan y la ansiedad que genera una baja autoestima, es el contexto “perfecto” para desencadenar crisis depresivas. La depresión, de igual manera, altera la estructura del cerebro, concretamente la materia blanca, que se reduce en las personas aquejadas de esta enfermedad. Esta reducción dificulta que nuestras emociones y pensamientos se procesen correctamente.
Investigadores de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) han identificado un vínculo entre la depresión y la estructura de la materia blanca en el cerebro, el área responsable de conectar la materia gris y asegurarse de que nuestras emociones y pensamientos se procesan correctamente.
Los escáneres revelaron que la integridad (por lo tanto, la calidad) de la materia blanca se redujo en las personas que dijeron tener síntomas de depresión, mientras que en aquellos sin síntomas, los niveles permanecían normales. Esa diferencia podría ser el resultado de patrones de actividad cerebral provocados por la depresión, dicen los investigadores, aunque es demasiado pronto para sacar conclusiones tan rotundas.
Entrenamiento con NeurOptimal® para mejorar tu autoestima
La personalidad de un individuo, así como su autoestima, puede ser reflejo tanto del cerebro como de su neuroplasticidad, que pueden modificarse con el paso del tiempo y un entrenamiento constante. Esto permitirá adquirir una mayor flexibilidad frente a los pensamientos negativos y volverlos positivos.
Al respecto, por ejemplo, en su libro The brain that changes itself, el doctor Norman Doidge demuestra que el cerebro tiene la capacidad para reprogramarse a sí mismo a través de acciones consecuentes, y un entrenamiento repetido de manera constante.
Por ello podemos entrenar con neurofeedback dinámico para afrontar nuestros miedos, elevar el estado de ánimo o reducir el estrés y la ansiedad. Una técnica que puede ser usada por quienes quieren mejorar su “tono” emocional, siendo más seguras, asertivas, afrontando mejor las cosas, relacionándose mejor con los demás, etc. En general, ganando inteligencia emocional.
De esta forma el neurofeedback puede proporcionarnos: motivación, control emocional y control de impulsos, para ayudarnos a mejorar personal, familiar y profesionalmente.