¿Qué tanta flexibilidad cognitiva tienes? Es decir, qué tan fácil te parece adaptarte a los cambios y los situaciones inesperadas.
Cada mañana suelo desayunar cereal con leche y un poco de café, pero esta mañana he encontrado la caja del cereal completamente vacía. Tenía algunas opciones al respecto: enfadarme e ir al trabajo sin desayunar, elegir otro tipo de alimento para saciar mi hambre, desayunar en una cafetería donde hubiera opciones de cereal.
Parece un caso absurdo, pero si no fuera gracias a nuestra flexibilidad cognitiva, no podríamos considerar alternativas de vida, tan básicas como elegir el desayuno o más complejas, como aquellas que determinan nuestra vida.
La flexibilidad cognitiva nos permite, ante situaciones más o menos inesperadas, barajar mentalmente una serie de opciones y elegir la más eficiente o la que nos parece mejor.
Si repentinamente una persona cercana nos deja de hablar, la flexibilidad cognitiva nos ayudaría a comprender las causas de ello. Gracias a ésta, podríamos darnos cuenta de que nuestra información podría ser incorrecta, que nuestros puntos de vista son diferentes, me permite ser empático y pensar que motivos han llevado a esta persona a dejarme de hablar. Además, la flexibilidad mental nos permitirá encontrar alguna solución al problema.
¿Qué es la flexibilidad cognitiva?
También llamada flexibilidad mental, la flexibilidad cognitiva es esa capacidad que tiene nuestro cerebro para adaptar nuestros pensamientos y conductas a situaciones cambiantes o novedosas e inesperadas.
Asimismo, es darnos cuenta de que lo que estamos haciendo no funciona ante cierta situación (no seguir tocando un timbre, aun cuando sabemos que no hay nadie, por ejemplo) o ante aquello que ha dejado de funcionar. Esta señal nos permite reajustar nuestra conducta y pensamientos u opiniones para adaptarnos al entorno y a las nuevas situaciones.
La flexibilidad cognitiva tiene un papel relevante en el aprendizaje y capacidad de resolución de problemas complejos. Nos permite seleccionar la estrategia que debemos llevar a cabo para adaptarnos a las diferentes situaciones con las que nos vamos encontrando. Nos ayuda a captar la información del ambiente y responder de forma flexible, ajustando nuestra conducta a los cambios y exigencias de la situación.
¿Qué tanta flexibilidad cognitiva tienes?
Alguien que tiene buena flexibilidad cognitiva se caracteriza por:
- Una rápida adaptación a los cambios o novedades del entorno.
- Tolerar cambios que puedan suceder durante la resolución de problemas o ejecución de tareas.
- Tener facilidad para generar alternativas ante los cambios sorpresivos.
- Efectuar fácilmente el paso de una actividad a otra.
- Adaptar su comportamiento ante una situación que cambia.
- Poder tener diferentes perspectivas de una misma realidad, y así obtener varias soluciones a un mismo problema.
- Tolerar mejor los errores y los cambios de planes.
- Ponerse en el lugar de otros y llegar a acuerdos comunes fácilmente.
La flexibilidad cognitiva es una de las habilidades cognitivas básicas y forma parte de los procesos denominados Funciones Ejecutivas. Las Funciones Ejecutivas nos permiten formular metas, planificar y llevar adelante un plan, supervisar nuestras acciones y corregirlas en función de los resultados.
Además se relaciona con la inteligencia fluida, con el razonamiento fluido y la destreza para resolver problemas nuevos de forma flexible y eficiente.
Para estimular y mejorar las funciones ejecutivas y los procesos mentales implicados en la flexibilidad mental, es necesario un entrenamiento adecuado y constante que promueve la flexibilidad gracias al estímulo de la plasticidad neuronal.
Con una herramienta como NeuroDOZA puedes lograr esta estimulación y mejorar tu capacidad de adaptación y flexibilidad cognitiva.
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