Los daños cerebrales adquiridos más comunes dependen de experimentar un accidente, una infección o alguno de estos padecimientos.

El cerebro es el órgano más poderoso del cuerpo humano, gracias a él somos quienes somos. Él se encarga de comandar todas las funciones orgánicas: respirar, hacer latir el corazón, digerir los alimentos, caminar; pero también recordar, reflexionar y hacernos de una personalidad propia.  

Sin embargo, el cerebro también es uno de los órganos más vulnerables, aunque tiene un escudo protector que es el cráneo, está expuesto a serios daños, con consecuencias graves, que especialmente dañen las funciones cognitivas.  

Hoy te compartimos información al respecto, señalando los daños adquiridos más comunes que puede sufrir tu cerebro en cualquier momento de la vida.  

¿Qué es un daño cerebral adquirido?  

El daño cerebral adquirido es una lesión que se produce en las estructuras del cerebro de forma súbita, en personas que, habiendo nacido sin ningún tipo de daño en el cerebro, en un momento de su vida sufren lesiones en el mismo como consecuencia de un accidente o una enfermedad.  

El daño cerebral adquirido puede ser originado por causas externas o internas. 

Daño cerebral adquirido por causas externas 

Entre las causas externas podemos destacar los traumatismos craneoencefálicos (TCE) provocados por cualquier agente externo, como una lesión producida en un accidente de tráfico, por ejemplo. 

Un traumatismo craneoencefálico se caracteriza por la absorción brusca de gran cantidad de energía cinética, es decir por un fuerte impacto del cráneo con cualquier objeto contundente. El golpe genera lesiones que suelen verse acompañadas, en un inicio, por la importante formación de un edema cerebral y la consecuente pérdida de la conciencia o “coma”.  

Por su parte, un edema cerebral es la acumulación anormal de líquidos en el parénquima encefálico. Este volumen de líquido anormal puede ocupar espacio correspondiente al cerebro y generar un desplazamiento de éste o una isquemia que lesione el tejido neuronal.  

La profundidad de la pérdida de conciencia tras el traumatismo y la duración de la misma son dos de los marcadores principales para establecer la severidad del daño cerebral. 

Daño cerebral adquirido por causas internas 

Existen daños neuronales que se generan en el interior del organismo ya sea por una enfermedad, o alguna deficiencia en el funcionamiento del sistema. Algunos casos pueden ser accidente cardiovascular (ACV) o ictus, tumores cerebrales, anoxias o infecciones.  

Accidente Cardiovascular 

Un accidente cerebrovascular o ataque cerebral sucede cuando se detiene el flujo sanguíneo a parte del cerebro. Al no recibir el oxígeno y nutrientes que necesitan, las células cerebrales comienzan a morir en minutos. Esto puede causar un daño severo al cerebro, discapacidad permanente e incluso la muerte. Los accidentes cerebrovasculares se pueden dar por causas hemorrágicas o con carácter isquémico.  

Anoxia Cerebral 

Es una a una afectación del tejido cerebral debido a una falta de oxígeno, bien sea debido a un paro cardiocirculatorio, bien sea porque se produzca un fallo respiratorio súbito, aunque en general coexisten ambas situaciones. 

Tumor Cerebral 

Los tumores consisten en un grupo de células anormales que crecen y se multiplican de manera descontrolada en torno al cerebro. Estos pueden destruir directamente las células neuronales sanas y también pueden dañar, directamente, las neuronas y causar inflamación, edema cerebral y presión dentro del cráneo.  

Esto puede afectar una o varias zonas del cerebro y causar daños en las funciones cognitivas, según el tamaño del tumor y las áreas que éste afecte.  

Infecciones Cerebrales 

Una de las causas más frecuentes de infección que afecta el cerebro es el virus del herpes.  Éste causa una encefalitis o inflamación al infectar los lóbulos temporales y frontales de manera preferente. Los problemas de memoria y de lenguaje, así como los cambios emocionales y de conducta son comunes en los casos más graves. 

Secuelas del Daño Cerebral 

Se pueden encontrar cinco grandes tipos de secuelas que produce el daño cerebral, esto según la magnitud de la lesión. 

  • Problemas de cognición: pueden presentarse daños o deterioro en la atención, concentración, orientación y memoria. Estos pueden ser transitorios y reversibles o pueden condicionar la autonomía de una persona, de manera permanente. 
  • Afectaciones en la comunicación: como parte de las facultades cognitivas, se pueden presentar problemas de comunicación como afasia, alexia (incapacidad para leer), Anomia (dificultad para nombrar objetos), disartria o disfonía (dificultad para emitir voz).  

Los trastornos del lenguaje no suelen presentarse aislados, sino que lo hacen asociados. En algunos casos predominan los problemas de comprensión y en otros los de expresión. 

  • Problemas de control motor: hemiplejia, espasticidad (pérdida de fuerza muscular), disfagia (dificultad para tragar), pérdida del control de esfínteres y parálisis de algún miembro, suelen ser secuelas más o menos graves de un daño cerebral, especialmente de las regiones frontales y parietales de los hemisferios cerebrales.  
  • Trastornos de la personalidad. Siendo el cerebro el órgano donde también se forma nuestra personalidad, pueden presentarse afectaciones como secuela de algún daño neuronal: inestabilidad emocional, depresión o pérdida del control sobre la expresión del llanto o la risa, son algunas de estas consecuencias.  
  • Daños en la percepción de información. Asimismo, el daño cerebral puede afectar la manera en la que se percibe la información, los sentidos se ponen en juego y pueden verse alterados: vista, olfato, gusto, tacto y oído suelen perder su capacidad en algún grado de gravedad.  

En general, la inflamación en el cerebro puede conducir a problemas tales como la pérdida de la vista, debilidad y parálisis. La pérdida de células cerebrales, que ocurre cuando se sufre un derrame cerebral, puede afectar la capacidad de pensar con claridad. Los tumores cerebrales también pueden presionar algunos nervios y afectar la función cerebral.  

En algunos casos, el daño es permanente. En otros, los tratamientos como la cirugía, medicinas o fisioterapia pueden corregir el origen de la enfermedad o mejorar los síntomas. 

Rehabilitación neurológica 

La rehabilitación neurológica es un proceso que tiene por objeto tratar a las personas que han perdido la capacidad motora, funcional y cerebral a consecuencia de un traumatismo, alguna enfermedad o trastorno nervioso.  

Este proceso trata de aprovechar la plasticidad cerebral, es decir la capacidad del cerebro de adaptarse a las limitaciones impuestas por este tipo de afecciones, de tal forma que la persona pueda volver a caminar, hablar o recuperarse del daño recibido en la parte dañada del cerebro.   

Rehabilitar a una persona en el área neurológica, requiere la supervisión médica que programa una serie de acciones diseñadas acorde a la lesión o daño neuronal evidente. Ésta suele ser multidisciplinaria y podrá mejorar la funcionalidad, aliviar los síntomas y aumentar el bienestar de un paciente.   

Rehabilitación con Neurofeedback   

El equipo de NeuroDOZA es un sistema de neurofeedback dinámico que se basa en la plasticidad cerebral y sobre su capacidad de auto-curación, ayudando al cerebro a mantenerse en el presente, vía mecanismos inconscientes.  

Es seguro y no invasivo que entrena el cerebro para que funcione a su mejor capacidad. El sistema Neurofeedback Dinámico interactúa con el cerebro en su propio lenguaje, para otorgarle más flexibilidad y un mayor poder de recuperación. Gracias a ello, proporciona los medios para que se auto-regule restaurando la tranquilidad y la confianza para un mejor bienestar.  

Es un enfoque no médico y que no implica ningún diagnóstico, es suave, natural y seguro, tal como un espejo que informa al cerebro de su funcionamiento y le deja tomar las decisiones, sin imponer un estado específico.  

Además, la técnica de neurofeedback dinámico brinda posibilidades de acceder a un bienestar con estos beneficios:   

  • Beneficiar la memoria.   
  • Ganar en flexibilidad neuronal.   
  • Promover una mejora en la atención.   
  • Ayudar a la concentración en las tareas cotidianas.    
  • Promover hábitos saludables de sueño.   
  • Ayudar a manejar mejor el estrés.   
  • Optimizar la gestión del sueño. 

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