Lo que el amor hace en nuestro cerebro es pura magia y por ello nos encanta estar enamorados. Hoy te compartimos qué cosas pasan al amar.

Este día de San Valentín te recordaremos el importante papel que juega el cerebro en eso que solemos llamar “historia de amor”; pero a la vez también te contaremos lo que el amor hace por tu sistema nervioso central (SNC).  

Como el órgano más poderoso del cuerpo humano, el cerebro también está involucrado en el enamoramiento. Las mariposas en el estómago, los pensamientos obsesivos sobre la pareja, la perpetua sonrisa, son producto de lo que se conoce como la química del amor; es decir, la serie de neurotransmisores que se producen cuando encontramos a alguien que nos gusta.  

Aunque estos químicos neuronales no sólo están presentes en el amor romántico entre la pareja, también lo están cuando se trata de amistad o cuando la madre acoge al hijo entre sus brazos. Las hormonas conducen nuestros vínculos afectivos profundos y nos hacen sentir bien. A su vez, el amor hace sentir bien al cerebro.  

El enamoramiento nace con la Confianza 

«En el enamoramiento, tras el impulso emocional del inicio, se ponen en marcha los circuitos cerebrales de la confianza para consolidar el vínculo amoroso, y se silencian específicamente las áreas que crean distancias, aquellas que se activan en estados depresivos o de tristeza», asegura Natalia López-Moratalla, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Navarra. 

De acuerdo con la experta, «diálogos y silencios entre las neuronas atan a los enamorados por una doble vía: atrayéndoles al activar la vía de la recompensa emocional, y superando las distancias personales al desactivar la desconfianza».* 

Lo que el amor hace en nuestro cerebro 

Enamorarse genera una neuroquímica específica para aprender, memorizar y regular procesos hormonales que son beneficiosos para el cerebro, dice Eduardo Calixto González, profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM. 

Además, las manifestaciones del amor: besos, caricias, abrazos, producen en nosotros altos niveles de bienestar, seguridad y compromiso. Veámoslo a detalle a continuación: 

La Química del Amor 

Y es así como el cerebro comienza a tejer las redes del enamoramiento. En este proceso entran en juego hormonas como la feniletilamina, que tiene la capacidad de aumentar la energía física y la lucidez mental. El cerebro responde a tal compuesto con la secreción de dopamina, norepinefrina y oxitocina provocando que la pareja pase horas haciendo alguna actividad sin cansancio alguno. 

Cuando nos enamoramos, el cerebro libera dopamina, serotonina y oxitocina; de ello depende esa excitación, la carga de energía y nuestra percepción de que la vida es maravillosa.   

Asimismo, la química cerebral del amor no sólo se hace presente ante el enamoramiento inicial. Las hormonas que se producen frente a las manifestaciones afectivas son fundamentales.  

Abrázame más fuerte, amor 

Todos necesitamos abrazos, el contacto físico afectivo es vital no importando la idea, ni si éste viene de una pareja o de nuestros amigos o nuestros padres. Por ejemplo, ha sido comprobado como los abrazos nos traen salud física y mental.  

Las manifestaciones afectivas como los abrazos producen oxitocina, cuando ésta se presenta en la sangre, se desencadena en el cerebro (en la amígdala) una serie de reacciones que favorecen nuestras relaciones sociales y que podrían estar directamente relacionadas con el sentimiento de confianza y generosidad en las personas. Ello nos ayuda a socializar, a mantener la unión en el grupo y a convivir armoniosamente.  

La oxitocina es un neuropéptido que básicamente promueve los sentimientos de devoción, confianza y unión. Además, su producción asienta las bases de la autovaloración, cuando ésta surge de los abrazos. En el individuo se genera una idea de confianza y reconocimiento, con ello surge un compromiso emocional más sólido.  

Bésame mucho 

El cerebro libera dopamina cuando nos besamos, lo que está directamente relacionada con la sensación de placer en el cerebro. Besar también provoca la liberación del serotonina para sentirse bien. A medida que aumentan los niveles de serotonina en el cuerpo, el estado de ánimo mejora Y el cuerpo aumenta la producción de oxitocina durante un beso. 

Además, estudios afirman que los besos tienen un efecto analgésico y reducen distintos tipos de dolor: de cabeza, espalda, calambres menstruales… 

Las endorfinas que nos producen son consideradas la morfina del cuerpo, una suerte de analgésico natural. Cuando la endorfina comienza a proporcionar dosis extras se reduce el dolor físico, a medida que circula en nuestro cuerpo más cantidad de endorfinas de lo habitual, las cosas más insignificantes nos causan mucha alegría.   

Y, por si fuera poco, los besos reducen el estrés. La causa parece estar en que los besos reducen la hormona cortisol, que se relaciona con el estrés. 

Acaríciame en sueño 

El sentido del tacto es el primero en desarrollarse y probablemente el último en dejar de funcionar al final de la vida. Consideremos también que es el más extenso de nuestro cuerpo; entre seis y diez millones de células o sensores táctiles recogen información que llega del exterior y se trasporta al cerebro.  

Los roces en la piel lentos y suaves que en la mayoría de las personas resultan placenteros ponen en funcionamiento el sistema de recompensas del cerebro, lo que nos hace sentir motivados, con energía y de buen humor.  

Pero no sólo nos hace sentir bien, la ciencia ha demostrado que el contacto físico afecto es fundamental para el desarrollo del individuo. Los recién nacidos, por ejemplo, crecen a mayor ritmo y menos estresados cuando reciben frecuentes caricias que cuando éstas escasean. Y si falta esta la estimulación táctil afectiva, el desarrollo del cerebro se resiente. 

Todos estos son buenos motivos para celebrar el amor, sin olvidar que, aunque existe esta maravillosa felicidad que nos proveen las hormonas gracias al enamoramiento, no podemos dejar de lado que cada individuo tiene otras razones para enamorarse que no tienen que ver con la química.   

Cada uno tiene preferencias determinadas, una idiosincrasia propia y hasta motivos inconscientes que la llevan a enamorarse y sostener una pareja por determinado tiempo. 

*En ¿Qué le pasa a tu cerebro cuando te enamoras? by Nationa Geographic 021115. 
 

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