La motivación comienza en el cerebro, inicia y termina a través de un proceso de neurotransmisores que nos permiten mantener la atención en los objetivos planteados y de esa forma cumplirlos.
Ya sea aprender una lección de matemáticas, dedicar diariamente una hora al ejercicio o cumplir una meta laboral… para realizar cualquier esfuerzo necesitamos la motivación: esa fuerza que nos mueve a la acción de forma constante y nos lleva a lograr los objetivos que nos hemos planteado.
La motivación nos permite concentrar nuestro interés en una sola cosa por un tiempo determinado; de no contar con ella nuestro cerebro estaría poniendo atención a diversas cosas a la vez, pues para ello está diseñado.
Nuestra atención es capaz de transitar de una cosa a otra constantemente con el fin de mantenernos vigilantes del entorno y evitar los peligros que puedan acecharnos. Sin embargo, para el aprendizaje y otras funciones ejecutivas que corresponden al cerebro, la atención debe sostenerse en una sola cosa, y para ello contamos con la motivación.
A nivel cerebral la motivación es un proceso determinado por diversos neurotransmisores; este proceso se reconoce con el acrónimo DAS: dopamina, adrenalina, serotonina (deseo, acción, motivación)
DESEO, ACCIÓN, MOTIVACIÓN: DAS
En el proceso de la motivación intervienen tres momentos caracterizados, cada uno de ellos, por la producción de neurotransmisores específicos respectivamente.
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Dopamina: Deseo
La dopamina tiene una importancia fundamental para mantener la atención de manera sostenida, así como para fijar lo aprendido y el conocimiento adquirido en nuestra memoria a largo plazo.
Por otro lado, contamos en el cerebro con un sistema de filtros que van decantando las cosas sobre las que ponemos atención; estos filtros dependen del sistema activador reticular ascendente (SARA) que interpretan los estímulos que recibimos. El SARA filtra aproximadamente el 95% de los estímulos percibidos porque los considera poco importantes para nuestra supervivencia.
Luego de que han sido filtrados estos estímulos, los que considera importantes viajan a través de las llamadas vías dopaminérgicas (que comienzan en el área tegmental ventral y el sistema amigdalino) donde nuevamente el cerebro los evalúa para identificar si son estímulos de placer o que nos generan dolor.
En el caso de que el estímulo pueda generar dolor es rechazado automáticamente y guardado en un banco de memoria (en la amígdala cerebral) para evitar que volvamos a repetir acciones que nos expongan a ese dolor.
Pero si el estímulo es placentero, la amígdala lo interpreta como una posible recompensa o fuente de placer y deja que la información correspondiente continúe por el núcleo cerebral liberando dopamina.
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Adrenalina: Acción
Una vez que el núcleo cerebral genera dopamina, los lóbulos frontales interpretan esta información como algo positivo y energizante, produciendo entonces noradrenalina y adrenalina, que incrementan la tensión y nos mueven a la acción para conseguir la recompensa esperada.
Es la adrenalina la que genera el impulso que nos lleva a trabajar por lo deseado o la meta buscada.
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Serotonina: Motivación
Finalmente, al obtener la recompensa (aprender algo, lograr un objetivo, satisfacer una necesidad) se consigue una sensación agradable, basada en la relajación, que es producida por la serotonina.
La serotonina produce un estado mental de relajación en el que la calma y la serenidad predominan y favorece a la razón sobre la emoción. Los niveles altos de serotonina producen calma, paciencia, serenidad, control de uno mismo, adaptabilidad y un humor estable.
Esta sensación placentera es lo que nos hace ir nuevamente en busca del estímulo que la detonó. Por ejemplo, el bienestar que sentimos luego de una rutina de ejercicio es la que nos hace sentir motivados y volver al otro día pare repetirla.
Aquí es donde concluye el ciclo de la motivación, el placer generado al cumplir la meta es lo que impulsa al cerebro a buscar nuevamente la experiencia.
¿Por qué es importante la motivación?
La motivación es el impulso que nos lleva a obtener algo. Es la fuerza que inicia, guía y mantiene el comportamiento hasta alcanzar la meta u objetivo deseado. Si no estuviéramos motivados nos sería prácticamente imposible lograr metas.
Aunque el nivel de motivación día a día puede variar, es normal que a veces sea más bajo y cueste sentirnos motivados; pero si la falta de motivación se prolonga demasiado habría que prestar atención a ello.
¿Por qué perdemos la motivación?
Falta la motivación, por ejemplo, cuando hay una depresión química en la que los niveles de serotonina descienden. Así, tomemos en cuenta que una enfermedad, una mala alimentación o deficiencias nutricionales, así como la falta de ejercicio pueden afectar los niveles de motivación.
Así mismo, la rutina y la monotonía son factores que influyen en nuestra motivación. Aunque nos guste lo que hacemos, ya sea el trabajo o el tipo de deporte que practiquemos, puede llegar un momento en que nos sintamos aburridos y perdamos la motivación.
En cualquiera de ambos casos, la motivación puede verse recuperada a través de una buena alimentación, la realización de nuevas actividades, un cambio de rutina y el entrenamiento cerebral adecuado.
¿Cómo mejorar la motivación con neurofeedback dinámico?
Investigadores de la Universidad de Duke en Carolina del Norte exploraron si podríamos aprender a controlar los centros de motivación de nuestro cerebro que conducen a la voluntad, lo que nos llevaría a una vida más sana y más productiva. Sus estudios realizados con neurofeedback dejan indicios de que ello es posible; el entrenamiento neuronal puede enseñarle a nuestro cerebro a sentirse motivado.
Este aprendizaje puede lograrse con neurofeedback dinámico NeurOptimal® el cual interactúa con el cerebro en su propio lenguaje, para darle mayor flexibilidad y un mayor poder de recuperación. Así, le proporciona medios para una autorregulación, dando como resultado mayor tranquilidad y confianza.
El estrés y situaciones cotidianas pueden afectar negativamente la flexibilidad de los procesos del cerebro, sabemos que a lo largo del día se requiere pasar por diferentes estados de consciencia como estar alerta, concentrado, relajado y dormido.
La falta de flexibilidad altera el rendimiento, el humor y provoca estados de estrés, de agotamiento y en muchas ocasiones somatizaciones que hacen el ciclo de no flexibilidad continúe de manera ininterrumpida.
Asimismo, el neurofeedback dinámico NeurOptimal® nos ayuda a afrontar miedos, eleva el estado de ánimo, reduce el estrés y la ansiedad. Puede, también, proporcionarnos la motivación, control emocional y control de impulsos que mejoren nuestra vida personal, familiar y social.
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