El perfeccionismo nos expone al trastorno de ansiedad y por ello hay que aprender que hay detrás de la sobre exigencia y cómo controlar sus efectos.
En mitad de la junta Karla comenzó a sentir opresión en el pecho, falta de aire y sudoración fría en la frente; con mirada borrosa trató de encontrar entre los presentes a su asistente para pedir ayuda. Estaba segura que le estaba dando un infarto, pero no podía decir nada… Había pasado semanas preparando la presentación del proyecto, asegurándose de que todo fuera perfecto, que pedir ayuda lo echaría todo a perder.
¿Qué iban a decir los clientes? Su jefe le retiraría la promesa de un ascenso, todos hablarían tras sus espaldas porque había sido tan débil que le había dado un infarto en mitad de la junta. Sentía que se ahogaba y comenzó a marearse… Hasta que atinó a sentarse y respirar pausadamente, tomó un poco de agua y advirtió que estaba pasando por un ataque de pánico.
Lo identificó porque no era la primera vez. Hacía meses que venía sufriendo de un trastorno de ansiedad que le provocaba esos episodios; y aunque sabía que no era un infarto, cada vez que experimentaba esas sensaciones su mente le traicionaba y la hacía creer que lo peor estaba pasando.
El trasfondo de la ansiedad de Karla era su perfeccionismo. Siempre estaba buscando que todo fuera intachable, que nadie debiera señalarle un error o le cuestionara sobre si estaba haciendo lo correcto. Sentía mucho miedo a la crítica, el rechazo, la no aceptación, por lo que cada vez se esforzaba más y más. Si tenía algún proyecto en puerta no dormía, no comía bien y, peor aún, no dedicaba tiempo a relajarse y auto cuidarse.
El perfeccionismo nos expone al trastorno de ansiedad
El perfeccionismo es un rasgo de personalidad que se relaciona con la creencia de que es necesario hacer las cosas extraordinariamente bien, sin cometer errores, y que se deben tomar decisiones que no conlleven ningún tipo de equivocación o pérdida.
En un nivel muy profundo e inconsciente, los perfeccionistas consideran que no está bien ser como son. Sienten que hay algo erróneo que han de corregir. Sin embargo, su sensación de imperfección no tiene fundamentos ni se verá saciada, por lo que siempre querrán cambiar algo o esforzarse constantemente para mejorar.
Falta de Flexibilidad
Por ello una personalidad perfeccionista genera una compulsión hacia metas inalcanzables, extenuantes que difícilmente pueden lograr, lo que les hará sentir aún más imperfectos e incapaces, generando así un círculo vicioso que los hace vulnerables a la ansiedad, especialmente a causa del estrés que provoca la constante búsqueda de perfección.
Vivir con la necesidad de ser perfectos lleva a las personas a hacer planes minuciosamente; pero estos planes difícilmente se concretan porque requieren que todo detalle sea exacto, siempre dudan de sea correcto, que esté bien, etc.
La minuciosidad viene acompañada normalmente de la falta de flexibilidad. Un plan es flexible, señalan Miller, Galanter y Priban (1960), si podemos cambiar fácilmente el orden de ejecución de sus partes sin afectar la viabilidad del mismo. Un perfeccionista es incapaz de reordenar su lista de cosas por hacer para adaptarse a las circunstancias cambiantes.
Sufrir ansiedad será consecuencia de esta falta de flexibilidad derivada de la incapacidad de adaptación al cambio. No olvidemos que el estrés es un proceso adaptativo que, mal manejado, puede desencadenar estos cuadros ansiosos.
La Frustración
Someterse a la autoexigencia y rigidez que subyacen en el perfeccionismo sólo puede llevar a los individuos a altos niveles de frustración permanente. A causa de ello sus emociones tenderán a ser negativas: enojo, ira, resentimiento, etc.; pero como enfadarse no es una conducta positiva o “perfecta” tenderán a reprimir lo que sienten.
Este enojo causado por la frustración, por no poder ser perfectos, puede somatizarse en estrés, tensión muscular, migraña, bruxismo y ansiedad.
Cómo lidiar con el perfeccionismo y la ansiedad
Como hemos visto, el perfeccionismo genera una compulsión que no será fácil de abandonar, incluso puede llegar a ser una adicción. Sin embargo, se puede trabajar una terapia cognitivo conductual que desactive los pensamientos que llevan a la búsqueda de la perfección y recurrir a herramientas que ayuden a mitigar la sensación de ansiedad.
Debido a que el cerebro aprende a reaccionar de determinada manera frente a la ansiedad, también puede desaprender. Una terapia cognitiva, por ejemplo, puede ayudar al paciente a identificar los pensamientos irracionales que le producen temor o sensación de amenaza, y le entrena para encontrar opciones a esos pensamientos, de forma más adaptativa y saludable.
Neurofeedback dinámico y ansiedad
Además, ante las exigencias de la situación que se experimenta en la ansiedad, el cerebro tiene que modificar su adaptación, lo que no siempre es posible de la manera acelerada que el contexto le exige. Para facilitar la corrección del funcionamiento cerebral, el neurofeedback dinámico se ha identificado como una herramienta fundamental, pues ayuda al cerebro a adaptarse al nuevo entorno de manera natural. A través de las sesiones en NeuroDOZA se habla directamente al cerebro en un lenguaje comprensible y directo, y se le comunica lo que no está haciendo correctamente para que pueda corregirlo.
También podemos considerar al neurofeedback dinámico como una excelente manera de rehabilitación cognitiva y útil para acelerar los cambios que se dan otras terapias psicológicas, pues actúa en el sistema nervioso central y por lo tanto ayuda a evolucionar a nivel físico, mental y emocional.
El innovador sistema NeuroDOZA con el que trabajamos, corrige la actividad cerebral basándose única y exclusivamente en la plasticidad cerebral propia de cada uno. Al ser un método de auto-regulación y auto-regulación cerebral, le comunica al cerebro aquello que no va bien o no funciona adecuadamente y éste reacciona, sabiendo perfectamente lo que tiene que hacer reorganizándolo.
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