Deportes extremos, la experiencia del cerebro durante la práctica de actividades que implican alto riesgo y doble diversión.

Paracaidismo, buceo, montañismo, parapente, rafting… la aventura extrema es deporte para algunos, quizá los más valientes o, mejor dicho, adictos a la adrenalina (dicen). Los deportes extremos y de alto riesgo pueden resultar una adicción para muchas personas y eso, claro, está en su cerebro.  

El peligro que implica realizar ciertas actividades es de gran atractivo para hombres y mujeres que practican deportes o profesiones cuyo grado de dificultad y riesgo es muy alto.  

¿Qué son los deportes extremos? 

Este tipo de deportes, también llamados de aventura son todas aquellas actividades de ocio o profesionales con un componente deportivo que comparten una real o aparente peligrosidad por las condiciones difíciles o arriesgadas en las que se practican. 

Aunque no hay un reglamento que determina cuáles son las prácticas extremas, cada deporte o profesión tiene su propia regulación y cada vez más se procura que las técnicas y equipos con las que se realizan brinden un rango de seguridad mínimo. 

Los deportes de este tipo son varios y muy diferentes, pero todos tienen algo en común: nos hacen sentir llenos de energía, invencibles y poderosos. Por muy temerarias que sean estas actividades tienen sus ventajas:  

  • Te empujan superar miedos y explorar tus propios límites. 
  • Son una motivación para fijar nuevas metas y lograr superarlas. 
  • Quema calorías y tonifica tus músculos. 
  • Aprendes a divertirte con el deporte. 
  • Te invitan a salir de la rutina. 
  • Incluso se puede considerar una manera de conocerse a sí mismo.  

Deportes extremos, la experiencia del cerebro 

La pasión por esta clase de deportes está en el cerebro. La experiencia se vuelve adictiva gracias a la adrenalina y la dopamina.  

Ya en otras ocasiones hemos hablado de la respuesta al peligro que se vive en el cerebro, especialmente en temas de estrés y ansiedad. Cuando el sistema de alerta que tenemos en el cerebro, encabezado por la amígdala, detecta el riesgo, le avisa a todo el organismo que es momento de estar en guardia: ya sea para atacar y defender, o para huir.  

Estas señales de alerta se dan gracias a neuroquímicos como la adrenalina, un vasodilatador que mejora la capacidad respiratoria para que llegue más oxígeno a los músculos, así son más fuertes, ágiles, rápidos… También aumenta la euforia y se reduce el miedo.  

Dopamina + Endorfinas  

La adrenalina también estimula al cerebro para que produzca dopamina, una de las hormonas de la felicidad y el bienestar. La dopamina suele asociarse con el sistema del placer del cerebro brindándonos sentimientos de gozo y refuerzo para motivar a una persona a que realice ciertas actividades que le han parecido placenteras.  

Después de todas estas sensaciones viene la producción de endorfinas, del grupo de las llamadas hormonas de la felicidad. Estas tienen un potente efecto analgésico y recrean una sensación de bienestar y alegría. 

Quizá este sea el origen de esa sensación de “todopoderoso” que nos queda con la práctica de esta clase de actividades. Se suma a ello el placer que implica el contacto con la naturaleza, ya que muchos de estos deportes se practican en ella o sus inmediaciones; la socialización, pocos de estos deportes se practican en solitario y la posibilidad de viajar, que es tan enriquecedor para el cerebro. 

Deportes adictivos 

Gracias a estos efectos, el cerebro se engancha a los deportes extremos; pero no sólo eso: cada vez quiere más. Y es que el cerebro se acostumbra a los niveles de adrenalina y dopamina, forma lo que se llama tolerancia; por tal razón las personas necesitan subir el nivel de riesgo y así alcanzar nuevamente ciertos estados de excitación. 

Neurofeedback dinámico para deportistas extremos 

Muchos no consideran una adicción la práctica de ciertos deportes, incluso lo piensan como algo que beneficia la salud física y mental. Afortunadamente los requerimientos de seguridad son cada vez más rigurosos y éstos son menos arriesgados. De tal forma, el cerebro no requiere una desintoxicación o pasar por un tratamiento anti adicciones, pero sí puede prepararse mejor para reducir el riesgo.  

El neurofeedback ayuda a obtener el máximo rendimiento, que permite afrontar con éxito cualquier competición. En un entrenamiento físico los músculos responden y ganan fuerza, mientras que con un entrenamiento mental el cerebro también aprende a autorregularse de manera óptima, aportando una sensación de control en la ejecución de la actividad, dejando atrás las preocupaciones y manteniéndose totalmente centrado en la tarea a realizar. 

Entre los beneficios del neurofeedback dinámico para los deportistas extremos están: 

  • Actitud mental positiva, confianza y alta motivación, sugestionado de que nada va a impedir conseguir el objetivo. 
  • Sentimiento pre-competitivo y competitivo positivos, controlando la ansiedad y la relajación y buscar el disfrute en la ejecución, más que en la ansiedad de conseguir el objetivo 
  • Disponer de un centro de atención adecuado, que facilita la concentración; un foco en el presente, en los aspectos determinantes de la ejecución, estrecho sin perder información adyacente. 
  • Mejora del manejo del estrés, miedo y ansiedad. 
  • Mayor coordinación, enfoque y rendimiento.  

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