¿Cuánto importan las caricias a nuestro cerebro?

¿Cuánto importan las caricias a nuestro cerebro? El contacto físico afectivo es vital para el neurodesarrollo y su omisión deja secuelas importantes.

El humano es un ser gregario, se desarrolla de mejor manera cuando está con otros de su especie y comparte con ellos el entorno, los estímulos, la conversación y el contacto físico. Es este último del que hoy queremos hablar, porque aún existen personas a quienes les cuesta expresar sus afectos a través de los abrazos y caricias, ignorando lo benéfico que puede ser.

Pero ello no queda en la infancia solamente, la caricia, un abrazo o un beso como muestras de afecto y cariño son una manera de establecer relaciones sociales que tienen una incidencia directa en nuestro cerebro.

Las caricias en el neurodesarrollo

La caricia, además de ser una forma de comunicación primaria que aporta seguridad y bienestar durante el primer año de vida, sirve para enviar señales que estimulan el cerebro y activan respuestas de crecimiento garantizando un desarrollo saludable.

Hoy se ha demostrado que un niño recién nacido privado de contacto físico puede sufrir alteraciones orgánicas y psicológicas. Cuando una persona se ve aislada por largos periodos puede desarrollar psicosis transitoria o algunas perturbaciones mentales temporales, hasta que reanude su contacto con otros seres humanos.

Estos estímulos que provee el contacto entre las personas estimula el sistema de recompensas en el cerebro, encargado de generar sensación de placer.

¿Por qué necesitamos contacto físico?

La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, está formado de miles de receptores sensoriales, lo que implica que la sensibilidad y todo lo que trasmitimos a través del tacto tiene un papel fundamental en nuestras vidas. Por ello, el contacto físico es la comunicación más sencilla y directa. Es por ello que se vuelve fundamental para nosotros.

Existen innumerables estudios sobre los beneficios del contacto físico y casi todos llegan a la misma conclusión: el tacto encierra secretos relacionados con el bienestar. No es casualidad que sea el sentido que tenemos más desarrollado al nacer.

¿Qué pasa cuando alguien nos toca afectivamente?

Un toque amistoso hace que la piel emita una señal al cerebro. Su efecto inmediato es la reducción de cortisol (la hormona del estrés). De tal forma podemos sentirnos más relajados cuando alguien nos abraza o nos hace alguna caricia.

Igualmente, se sabe que el efecto positivo del tacto y el contacto físico incrementa la producción de serotonina, dopamina y oxitocina, las cuales son conocidas como hormonas del bienestar.

Así mismo, se comprobó que otro efecto positivo del tacto y contacto físico es que también incrementa la producción de serotonina, dopamina y oxitocina, las cuales son hormonas que tienen un papel importante en la sensación de bienestar.

El simple hecho de tocar una mano hace que ciertas zonas del cerebro relacionadas con el miedo disminuyan su actividad.

¿Cuánto importan las caricias a nuestro cerebro?

El contacto físico afectivo en cualquier de sus manifestaciones, en el caso de los niños es vital, tanto como alimentarlos, bañarlos y dormirlos. Las caricias satisfacen la necesidad psicológica esencial de recibir amor y sentirse amados; pero también es un estímulo indispensable para la maduración del cerebro.

Algunas investigaciones han demostrado que la falta de caricias y separaciones de la figura de apego, marcan correlación con cambios en ritmos cerebrales, trastornos del sueño e incluso alteración en los ritmos cardíacos.

Se ha demostrado también que la ausencia de contacto físico hace que el cerebro produzca más adrenalina, lo cual predispone a tener comportamientos más impulsivos y agresivos. Y esto podría explicar múltiples razones para que posteriormente encontremos problemas de hiperactividad, trastornos de la atención, comportamientos violentos y delictivos en la adolescencia o adultez.