La forma en cómo reacciona el cerebro frente a la orfandad adulta es tan significativa como una depresión, las neurona responden a esta tristeza de acuerdo a como están diseñadas; por ello el duelo por los padres debe ser procesado adecuadamente si no se quiere tener secuelas.

Sin importar la edad que se tenga al momento de perder a un padre, los efectos de la orfandad, incluso en la adultez, pueden ser altamente impactantes en la vida de las personas. El duelo por la pérdida de los padres, aunque sigue pautas similares a cualquier duelo, es también uno de los temas menos estudiados.

Se suele suponer que la pérdida de un padre (o ambos) es más traumática para un niño pequeño, por ello hay estudios a profundidad para tratar su dolor, lo mismo que las organizaciones de salud física y mental apoyan al niño tras la muerte de sus padres.

No obstante, los adultos no suelen contar con similar apoyo y se considera que es natural que un adulto pierda a sus padres sin que ello implique pensar en las consecuencias y la forma en que se procesan las emociones ante la pérdida.

El que sufre la pérdida se siente desapegado y solo en su luto; no importa que haya otras personas que también hayan perdido a ese ser amado. Entonces se atraviesa por las cinco etapas del luto, muchas veces, sin asistencia y a trompicones; tan así que hay quienes interrumpen el proceso por doloroso, eluden su luto llenándose de trabajo o algún otro medio evasivo.

Las cinco etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación son el recorrido que todo aquel que sufre una pérdida debe transitar para sanar, según Elisabeth Kübler-Ross De interrumpir el proceso, el duelo queda en suspenso; entonces el dolor se continúa (aunque sea oculto) durante un largo periodo hasta que la vida emocional se convierte en un caos que repercute en la convivencia con otros, lo que acentúa la sensación de soledad.

Los efectos del duelo por los padres

Sabemos, a partir de diversos estudios, que la pérdida de los padres puede tener resultados negativos a nivel mental, emocional y físico. Por supuesto este impacto depende diversos factores como las experiencias previas, el tipo de relación que se tenga con los padres, el medio ambiente y la cultura, las circunstancias de la muerte, etc.

De cualquier modo, enfrentar la orfandad es una experiencia sobrecogedora, dentro de nosotros hay aún un niño que siempre puede acudir a sus padres para sentirse protegido y apoyado, pero ante la muerte de éstos, la opción desaparece para siempre. Cuando mueren los padres, con independencia de la edad, las personas suelen experimentar un sentimiento de abandono.

Thomas Meuser, profesor asociado de neurología en la Universidad de Washington, y Samuel J. Marwit, profesor de psicología en la Universidad de Missouri, señalan que “el duelo es nuestro proceso innato de ajuste ante la pérdida y cuando lo ignoramos o minimizamos puede traer consecuencias, como depresión y otras enfermedades”.

Asimismo, las personas experimentan las fases del duelo en diferentes órdenes y pueden omitir o repetir algunas. Es importante estar al tanto de los síntomas regulares de dolor; un trastorno por duelo prolongado (DGP) es cuando los síntomas esperados del duelo continúan durante meses después de la muerte, y el paciente pierde la motivación y la capacidad de continuar con su vida normal.

El cerebro y el duelo por los padres

En la actualidad, la tecnología y las neurociencias nos permiten tener claridad respecto a lo que sucede en el cerebro cuando experimentamos ciertos sentimientos, aunque aún falta mucho por aprender.

Las sensaciones, incluso las más devastadoras como la tristeza están programadas en el cerebro con cierta utilidad. Ante la pérdida de un ser querido, el organismo responde con la tristeza: un indicador de que debemos renunciar a una meta que ya no tiene sentido. La depresión es un programa orgánico para ahorrar energía. Una depresión nos hace detenernos y reflexionar, luego de ella encontramos nuevas fuerzas y claridad.

Sin embargo, la depresión debe atenderse para evitar su prolongación, particularmente la de un duelo como el de la pérdida de un padre o una madre que suele ocultarse, como hemos dicho antes.

Si esta situación depresiva continúa, las células de la materia gris se encogen, otras partes del cerebro pierden tanta sustancia que simplemente se marchitan. Cuando la tristeza se convierte en depresión, la neurogenia (formación de células nuevas) se detiene y, luego de varios y repetidos casos de depresión, algunas áreas del cerebro se encogen.  Y es que la depresión estresa el cerebro y por consecuencia la pérdida de masa cerebral.

Por otra parte, en un estudio de 2003 publicado en The American Journal of Psychiatry, los investigadores vieron que tres regiones del cerebro están involucradas en el procesamiento de la pena: la corteza cingulada posterior, la corteza frontal y el cerebelo.

Pero lo más significativo fue que esas partes del cerebro también ayudan a regular el sueño y el apetito humanos. Esto puede explicar, según el asistente social clínico Jumoke Omojola, por qué las personas en duelo experimentan “dolores de cabeza, dolores de estómago, mareos, opresión en el pecho, sueño excesivo, falta de sueño, comer en exceso o falta de apetito”.

Neurofeedback dinámico para ayudar en el duelo 

El Neurofeedback dinámico puede ofrecer alternativas al tratamiento de la depresión por duelo de orfandad. El resultado de este entrenamiento del cerebro es que se refuerzan las conexiones neuronales débiles y se crean otras nuevas, lo que se traduce en una mayor estabilidad emocional y en un mayor bienestar psicológico.

Esta técnica mejora la flexibilidad mental, permitiendo sincronizar la actividad neuronal permitiendo realizar las actividades cotidianas normales al conseguir la autorregulación de las redes neuronales que hace posible ayudar en el tratamiento de la depresión.

Esta técnica es benéfica para todas las personas pues es inocua (no emite ondas), eficaz y agradable y además mejora las áreas emocionales, el ánimo y humor, la autoestima y disminuye la ansiedad. El método de entrenamiento cerebral utilizado —NeurOptimal®— genera propensión a experimentar confianza y satisfacción, siendo muy útil cuando el estado de ánimo se ha decaído.

Asimismo, interactúa con el cerebro en su propio lenguaje, para otorgarle más flexibilidad y un mayor poder de recuperación. Le proporciona los medios para que se auto-regule restaurando la tranquilidad y la confianza para un mejor bienestar.

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