Cómo gestionar la impulsividad en casos de TDAH, un tema del que no se habla cuando con la misma frecuencia que la hiperactividad.
Cuando se habla del trastorno de déficit de atención poco se habla de la impulsividad, una condición que se manifiesta acompasada con la hiperquinesia. Por ello hoy te platicaremos como se dificulta la vida cuando hay un autocontrol débil a causa de este trastorno.
La ciencia ha demostrado que quienes viven con TDAH no sólo presentan una atención deficiente, sino también padecen de déficit en la inhibición de la conducta. Este trastorno implica una merma en la habilidad del individuo para contenerse frente a ciertas situaciones o acontecimientos; es decir, un problema con el autocontrol.
Autocontrol
El autocontrol es la habilidad que nos permite regular la atención, los pensamientos, las emociones, el comportamiento y los deseos ante las tentaciones e impulsos. Este proceso cognitivo es necesario a la hora de tratar de alcanzar ciertos objetivos.
En este sentido, deberíamos evitar las interferencias negativas en el proceso de formación de la voluntad, superar las tentaciones que la modifican o eliminan y suprimir las acciones inconscientes que están fuera de nuestro control (manías, ticks, comportamientos obsesivo-compulsivos, expresiones verbales y gestos repetitivos, hábitos inadecuados, etc.).
Una persona se comporta de manera autocontrolada cuando es capaz de responder decidiendo, eligiendo su respuesta, más que reaccionando de un modo automático e impulsivo ante una situación. Frente a este comportamiento, la conducta impulsiva revela una carencia de respuesta intelectual, valorando la situación, y de decisión, orientada hacia las alternativas socialmente aceptadas.
El autocontrol nos conduce a evaluar opciones y tomar decisiones que, en cuanto más corresponden a la voluntad interior y se ven menos determinados por las circunstancias externos, evidencian madurez.
Sin embargo, en el caso de las personas con TDAH el autocontrol se ve limitado por la impulsividad; más que decidir la respuesta a las circunstancias reacciona de modo automático, lo que revela una carencia de respuesta intelectual, sin valorar las condiciones en que se da la situación y decidiendo sin pensar en lo “socialmente aceptado”.
El TDAH y la impulsividad
Las personas impulsivas presentan dificultades para inhibir o modular sus respuestas o reacciones inmediatas ante determinadas situaciones. Es decir, se les dificulta no hacer o decir lo primero que se les pase por la cabeza y tampoco piensan en las consecuencias de sus acciones.
En ocasiones, estas personas emiten comentarios negativos, despectivos o fuera de tono, que pueden causar conflictos a nivel social.
Un signo de impulsividad y de inatención suele ser la mala caligrafía y la mala organización con el espacio en el papel, debido a que escriben rápido (impulsivamente) y sin fijarse bien (inatención).
Se podría decir que carecen de una voz interior que les regule.
Carecer de esa voz interior les impide valorar las posibilidades y consecuencias de cada posible respuesta o acto que lleven a cabo, por lo que simplemente actúan y posteriormente sufren las consecuencias. Peor aún, aunque se les haga pagar el precio de esta “imprudencia”, no aprenderán la lección puesto que su impulsividad es irreflexiva.
Esta misma impulsividad les impide ser pacientes para esperar su turno ya sea para actuar o para hablar, lo que puede llegar a fastidiar a los demás y promover el disgusto en sus relaciones con los otros.
Riesgos de la impulsividad
Además de dificultar las relaciones sociales, la impulsividad puede llevar a conductas de riesgo o constantes cambios de rumbo, de forma abrupta. Una persona impulsiva puede:
- Abusar de sustancias tóxicas
- Cambiar frecuentemente de trabajo
- Tener problemas con su pareja
- Provocar o sufrir accidentes
La impulsividad comportamental está relacionada con el grado de tolerancia a la frustración, es decir, con el umbral a partir del cual una persona es capaz de valorar una experiencia como frustrante.
Cómo gestionar la impulsividad en casos de TDAH
Aunque resulte complicado porque se lidia con la naturaleza de la persona, gestionar la impulsividad en casos de TDAH puede funcionar si hay un abordaje del trastorno de manera integral.
Con recursos como la terapia cognitivo conductual, tratamientos farmacológicos e incluso la práctica del neurofeedback dinámico, la persona que vive con TDAH puede avanzar en los siguientes aspectos, que le ayudarán a regular su impulsividad:
Pensar antes de actuar
Será conveniente que lleven a cabo un proceso de reflexión mediante el cual procuren anticipar las consecuencias de su conducta, permitiéndoles detectar y reducir algunas de las respuestas automáticas que se acostumbran a dar.
Tolerancia a la frustración
Deberá asumir que no siempre se obtiene aquello que se espera, frente a ello es importante entrenar para reducir los actos impulsivos y aumentar las respuestas adaptativas para corregir el estado emocional.
Relajación
Será ideal que se pueda enfocar en reducir la actividad fisiológica para mejorar la capacidad reflexiva y reducir el estrés y los síntomas de ansiedad que se agudizan con la impulsividad.
Neurofeedback dinámico
El neurofeedback es una técnica neurocomportamental que promueve la adquisición del autocontrol sobre determinados patrones de actividad cerebral y aplicación de habilidades necesarias para la vida diaria, como la toma de decisiones, la atención y concentración, etc.
Entre los beneficios de este método se encuentran:
- Mejora de la atención, coordinación y concentración.
- Disminución de inquietud e impulsividad.
- Aumento de la autoestima.
- Eliminación de la ansiedad y el estrés asociados.
- Mejora del rendimiento escolar. Incremento de la creatividad.
- Corrección de los problemas de conducta.
- Incremento de la capacidad de resolución de problemas y toma de decisiones.
- Mejoras en la calidad de vida del niño, su familia y el entorno.
- Mayor autorregulación
🧠 NEURODOZA | CITAS | RENTA TU EQUIPO
☎ 514 447 8434 🇨🇦