Cómo disminuir el riesgo de saturación mental y evitar que éste cause daños en nuestra salud física y mental por su cronicidad.
Ya antes de 2020, cuando nuestras vidas se vieron interrumpidas por la pandemia de Covid 19, nuestra mente se encontraba en un estado de saturación. Hoy en día, luego de afrontar la enfermedad y la muerte, de ver surgir una guerra al otro lado del mundo y sentir en el bolsillo las evidencias de una posible crisis económica global, quizá te sientes al límite.
El estrés, las preocupaciones cotidianas, las exigencias sociales e incluso la autocrítica, pueden hacer que llevemos nuestro organismo a un sobre esfuerzo, lo mismo que a nuestra mente. Demasiadas son las ideas y pensamientos que nos cruzan a diario por la mente que, sin duda nos urge un descanso.
Saturación Mental: ¡Ya no puedo más!
Hay días que tal vez nos sorprendamos diciendo ¡ya no puedo! Esto suele ser un signo extremo de saturación mental, debida a una sobrecarga en el flujo de pensamientos. Su origen puede ser el estrés crónico, que podría desembocar en angustia y ansiedad, además de múltiples síntomas y padecimientos físicos.
Cuando hablamos de saturación mental debemos hacer referencia a un agotamiento extremo debido a múltiples factores. Estas suelen estar vinculadas con la situación económica, los conflictos familiares, la carga de trabajo académica o laboral.
Factores medioambientales que causa saturación mental
Además de los evidentes factores internos y sociales que nos agobian y saturan nuestra mente, pueden existir elementos medioambientales y sociales que la acentúan. Aquí algunos factores recurrentes:
- Climáticos: las temperaturas extremas, el cambio climático, la contaminación, etc., influyen en los factores del desempeño de la carga mental, favoreciendo o dificultando la concentración en una tarea.
- Ruido: como productor de contaminación acústica, el ruido es un detonador de cansancio mental pues, trabajar o estudiar en un ambiente ruidoso requiere mayor esfuerzo para concentrarnos y para mantener un nivel de atención óptimo para ejecutar ciertas tareas.
- Iluminación: tanto si la iluminación es demasiado intensa como si es escaza, puede ser motivo de estrés visual; así también el uso constante y excesivo de pantallas (computadoras, teléfonos, tabletas). Este estresor determina que nuestras tareas se vuelvan más fatigosas y con ello saturar nuestra mente.
- La contaminación: puede ser una razón altamente significativa para la saturación mental. Desarrollarnos en medios en los que constantemente se respiran ciertos vapores, humo, olores desagradables o penetrantes, representa un riesgo tóxico para el cerebro, que puede afectar la concentración y la memoria, así como generar fatiga.
Ambiente de trabajo o escolar
No basta que las tareas que debemos realizar diariamente requieran de nuestra total concentración, de memoria e incluso impliquen valorar información para tomar decisiones relevantes. Si bien ello ya nos puede estar estresando demasiado, también está el ambiente de trabajo o escolar que determina la posibilidad de saturarnos mentalmente.
En ocasiones, éste puede ser altamente demandante o violento. Para muchas mujeres, por ejemplo, el mobbing y el acoso sexual son detonantes no sólo de saturación mental sino de muchos otros trastornos mentales que hasta pueden ser incapacitantes.
Para algunos niños la competitividad o el bullying pueden también afectar su desempeño intelectual y causar fatiga mental severa, pues además de tener que dedicar su tiempo al estudio, tiene que vivir a la defensiva, con altos niveles de sufrimiento.
El contexto social
El contexto social es un claro detonante de la saturación mental. La actualidad demanda mucho de nosotros por lo que debemos responder a estas demandas con decisiones constantemente. Las finanzas, la socialización, el cuidado de la salud y la belleza. ¡Tantas cosas que nos preocupan y nos hacen sobre pensar nos hacen vulnerables a la saturación!
Pero dejarnos llevar y vivir constantemente saturados implica poner en riesgo nuestra salud física y mental, por lo que es imperante que tomemos acciones diarias para disminuir este riesgo. Aquí algunos consejos.
¿Cómo disminuir el riesgo de saturación mental?
Algunas cosas que podemos hacer para disminuir el riesgo de saturación mental son:
- Aprender a vivir el presente, el aquí y el ahora.
- Utilizar una agenda que guíe nuestras prioridades.
- Jerarquizar nuestras tareas: importantes, impuestas, innecesarias.
- Ser realistas respecto a las metas que nos ponemos.
- Cuidar los entornos en los que nos desempeñamos
- Evitar ambientes tóxicos y contaminados.
- Aprender a decir no, a poner límites.
- Denunciar el acoso laboral o escolar y pedir ayuda.
- No compararnos con otros, así evitaremos sobre exigirnos.
- Cuidar la alimentación, que sea variada y balanceada.
- No dejarse llevar por el ritmo frenético de la sociedad.
- Dejar tiempo para desconectar y recrearnos.
- Practicar ejercicio físico.
- Meditar o practicar mindfulness.
- Ejercitarnos con neurofeedback dinámico.
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