Afectaciones en el área prefrontal del cerebro por golpes reiterados y otras anomalías origen genético en la zona pueden causar una personalidad violenta, en estos casos el neurofeedback dinámico puede ayudar a controlar la agresividad. 

En los últimos años se han hecho cada vez más evidentes los casos en que jugadores de futbol americano han manifestado conductas agresivas y violencia doméstica en una escalada que ha puesto en alerta a la NFL, entre otras organizaciones.  

Según un registro publicado por Vice Sport, de 2000 a 2015 se podían contabilizar 802 casos oficiales de jugadores de la liga que fueron atendidos por la justicia estadounidense, principalmente por temas vinculados a asesinatos, posesión de drogas, violencia doméstica y obstrucción de la justicia.  

Casos tan significativos han hecho que los científicos cuestionen si estas manifestaciones agresivas están ligadas a los golpes que los jugadores reciben en la práctica de este deporte, particularmente aquellos dirigidos a la cabeza.  

Encefalopatía Traumática Crónica 

Al respecto, en 2017 se publicó que, tras el suicidio de Aaron Hernández, exjugador de futbol americano que fue sentenciado por matar a un amigo y que se suicidó en prisión, la autopsia reveló la condición en que se encontraba el cerebro del joven de 27 años.  

El órgano mostró un estado de encefalopatía traumática crónica (CTE, por sus siglas en inglés) similar al de alguien afectado por esa enfermedad cerebral degenerativa de 60 años. Los científicos estadounidenses lo consideran el caso más grave jamás registrado en alguien de su edad.  

Pero éste no es el único caso de una persona joven con CTE; también se encontró la misma condición en la ex estrella de los Osos de Chicago, Dave Duerson, quien murió aparentemente por suicidio. En 2011 el estudio reveló que el deportista sufría de CTE, inducida por repetidos golpes.  

“El CTE tiene como detonante un trauma repetitivo en cualquier parte de la cabeza”, explicó a la BBC el doctor Paulo Caramelli, neurólogo y profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais. Este padecimiento se presenta en jugadores de americano, pero también en boxeadores, veteranos de guerra y cualquiera que se golpee repetidamente la cabeza, personas que han sufrido maltrato físico y aquellas que padecen epilepsia que no ha sido bien controlada.  

La encefalopatía traumática crónica, una enfermedad neurodegenerativa, provoca demencia, pérdida de memoria, depresión, confusión, impulsividad, así como agresividad tanto verbal como física. Así también la merma en la memoria es otro de los síntomas de la ETC.  

Se cree que la encefalopatía traumática crónica provoca que zonas del cerebro se debiliten (atrofia). Las lesiones en la sección de las neuronas que conducen los impulsos eléctricos afectan la comunicación entre las células. 

El origen de la agresividad 

Por otro lado, los científicos han explorado el origen neuronal de la agresividad. 

Las actitudes violentas y la agresividad tienen un origen neuronal detectado por recientes investigaciones en el campo de la neurología. Déficits muy concretos en la estructura del cerebro parecen subyacer bajo las tendencias violentas y demasiado impulsivas, según un comunicado de la Society for Neuroscience norteamericana.  

De acuerdo con una investigación dirigida por Adrián Raine se descubrió que, en personas con tendencia a la agresividad, la corteza prefrontal del cerebro era de menor tamaño en comparación con la corteza prefrontal de los individuos capaces de controlarse.  

Según el estudio, las personas con un comportamiento antisocial, particularmente aquéllas con un historial de violencia, presentan deterioros tanto estructurales como funcionales en dicha región cerebral. En este grupo, la corteza prefrontal era más pequeña y menos activa.  

Además, estos mismos individuos tendían a presentar daños en otras estructuras cerebrales vinculadas a la capacidad de hacer juicios morales, mayormente en la corteza prefrontal dorsal y ventral, en la amígdala y en el gyrus angular (relacionado con el lenguaje y la cognición).  

Los científicos señalan que aún se desconoce cómo se producen estas anomalías cerebrales. La genética condiciona en gran medida la estructura cerebral, pero también pueden contribuir a su desarrollo los abusos que sufra un individuo. 

Agresividad y Neurofeedback dinámico 

Aunque aún no existen estudios que expliquen a profundidad las tendencias del comportamiento agresivo o la conducta violenta, sí podemos encontrar recursos que ayuden a las personas a controlar sus niveles de agresividad y trastornos de la conducta.  

En ambos casos se suele encontrar un patrón de encefalograma característico, con poca actividad en el lóbulo prefontral y una dominancia excesiva del lóbulo izquierdo sobre el derecho. El lóbulo prefrontal es el que regula el comportamiento moral mientras que el hemisferio derecho es el que contextualiza las relaciones sociales y emocionales respecto a los demás. 

Actualmente, aunque no sea altamente difundido el entrenamiento cerebral, miles de personas en el mundo acuden a tratamientos de Neurofeedback  para combatir condiciones como la impulsividad y la agresividad, además de otros trastornos como el  Déficit de Atención e Hiperactividad, problemas de aprendizaje, así como afectaciones en las funciones cognitivas como falta de atención y disminución en la memoria. 

El neurofeedback dinámico, ayuda al tratamiento de estos casos, promoviendo la plasticidad cerebral en dichos lóbulos deficitarios, compensando el anómalo funcionamiento de actividad cortical y mejorando la respuesta conductual de los niños afectados por estos trastornos. 

Y aunque no puede revertir los daños cerebrales en caso de CTE, si puede ayudar a lidiar con otros síntomas como la depresión, la confusión y la impulsividad agresiva.  

NEURODOZA | CITAS 

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