Hace unos días escribimos sobre los pensamientos rumiantes, esos que como moscas nos rondan la cabeza insistentemente, pero no nos llevan a ningún lado ni sirven para nada. Son pensamientos obsesivos, las más de las veces negativos; y nos afectan de tal modo que puede llegar a producir desde ansiedad, angustia o hasta ataques de pánico.  

Los pensamientos rumiantes pueden afectar nuestra vida de tal manera, hasta llegar a provocar fobias y otros trastornos; incluso nos atormentan con las posibilidades supuestas que estos pensamientos pudiesen derivar: pensar sobre lo que pudo ser y no fue, incluso lo que aún no ha sido —y tal vez no suceda—; con ello sólo logramos exacerbar el dolor y no sanarlo. 

Todos somos susceptibles a tener esta clase de pensamientos, aunque para algunos es más complicado deshacerse de ellos y caen en una espiral que les impide recomponerse frente a estas ideas obsesivas sufriendo daños diversos. 

Consecuencias de los pensamientos rumiantes 

El psicólogo Xavier Guix, en su libro Pensar no es gratis (2009) nos dice que pensar demasiado nos hace gastar tiempo y energía, ya que gasta glucosa, que es el combustible del cerebro. Señala: “Rumiamos para entender nuestras emociones y nuestra relación con los demás. Somos seres narrativos y necesitamos contarnos las cosas para que tengan sentido”. 

Pero este tipo de pensamientos también genera problemas en nuestro estado de ánimo; al respecto Guix dice: “Al pensar influimos en nuestra química cerebral, y los pensamientos no son neutros, porque están construidos con imágenes, sensaciones y voces que actúan como estímulos para nuestros estados internos. Es así como podemos alegrarnos o destrozarnos el día, a golpe de pensamientos”. 

¿Cómo podemos evitar los pensamientos rumiantes?

Para quien vive con pensamientos rumiantes romper con las obsesiones que éstos implican no siempre es fácil. No obstante, se pueden desarrollar ejercicios que ayuden a lidiar con esta clase de pensamientos y con ello lograr recobrar su calidad de vida y salud mental.  

1.Dar tiempo a los pensamientos rumiantes 

Aunque el primer impulso cuando nos asaltan los pensamientos rumiantes es tratar de no pensar en ello, por la naturaleza propia del pensamiento este será más intenso entre más nos “obliguemos” en no pensar.  Es por ello que hay que darles tiempo; dedicar un tiempo para que nuestra mente se concentre en un solo pensamiento (rumiante) nos ayudará a no volver a él después.  

Pensar una y otra vez en lo mismo debe llevarnos a comprender la inutilidad del pensamiento; volver a lo mismo significará perder el tiempo y la idea perderá fuerza. Aunque este ejercicio no es fácil, la práctica facilitará el no entramparnos en pensamientos rumiantes.  

2. Buscar una distracción 

Si pensar en ello no resulta aún una estrategia eficiente para dejar los pensamientos obsesivos, otro ejercicio que podemos practicar es la búsqueda de una distracción.  La distracción debe llevar nuestra atención hacia un estímulo mucho más gratificante. Realizando actividades alejadas de esos pensamientos evitaremos la reflexión acerca de aquello que nos atormenta y nos bloquea. 

3. Expresar lo que nos preocupa 

Exteriorizar lo que nos preocupa o nos causa dolor, hablando con personas de nuestra confianza o con un profesional de la salud mental, nos permitirá tener otra perspectiva de la situación y las emociones que ésta nos causa. Eso nos ayudará a dejar de pensar en ello de forma rumiante.  

4. No abandonar las aficiones 

Los pensamientos rumiantes nos pueden llegar a quitar el entusiasmo, volvernos apáticos e incluso nos pueden motivar a aislarnos, y definitivamente disfrutar menos de la vida. Por ello es importante “obligarnos” a seguir con las actividades que nos gustan, los pasatiempos que solemos desarrollar. Asimismo, cuando realizamos lo que nos apasiona podemos olvidarnos del resto de ideas negativas que nos suelen asaltar. 

5. Cambiar de lugar nuestra atención

Se recomienda también cambiarnos de lugar físico donde nos encontramos en el momento que comienzan los pensamientos obsesivos, ir a otra habitación o comenzar una conversación con otra persona. Lo importante es cambiar el foco de atención para que ésta vaya donde nosotros queramos, y no a la inversa. 

6. Entrenar el cerebro con NeurOptimal®  

Para lidiar con los pensamientos rumiantes hay que salir de ese estado de aparente confort que nos dan los pensamientos automáticos, hay que desarrollar más la concentración para que la mente deje sus malos hábitos de pensamiento negativo. Esto lo podemos lograr con la práctica del neurofeedback dinámico de NeurOptimal®   

Cuyos beneficios están enfocados a minimizar los niveles de ansiedad y estrés que provocan los pensamientos rumiantes. Una vez teniendo un nivel de paz más receptivo, permitirá dirigir la atención a pensamientos positivos y evitar rumiar pensamientos negativos y dolorosos.  

Esta técnica de entrenamiento cerebral no ayuda de manera eficaz a:  

  • Dar respuesta a situaciones estresantes y detonadoras de ansiedad 
  • Optimiza nuestra concentración evitando distracciones en pensamientos obsesivos inoportunos. 
  • Mejora nuestras relaciones sociales  
  • Gestiona los impactos emocionales derivados de pensamientos rumiantes.  
  • Dirigir el tiempo, energía y pensamientos para lograr el reto establecido 
  • Desarrollar la habilidad de concentración 
  • Evitar la dispersión 
  • Centrarse para obtener los mejores resultados 

En el año 2014 se realizó una macroencuesta realizada entre usuarios y entrenadores del sistema NeurOptimal® de Neurofeedback. Se pudo comprobar a través de la misma que la reducción de la ansiedad y/o estrés fue una de las áreas en las que el sistema fue especialmente efectivo, siendo que no hubo ningún caso entre todos los encuestados en el que no se produjera mejora alguna.  

Tras 10 sesiones, el 66% de los usuarios mejoró sus síntomas entre un 50% y un 100%. Tras más de 20 sesiones, estas mejorías alcanzaron al 91% de los usuarios. 

NEURODOZA | CITAS

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