Hay cosas con las que lidia una persona con depresión y no tienen que ver con el mismo cause de la enfermedad, el entorno, las personas, los estigmas y la desinformación son algunas de ellas.
Vivir con depresión no es sólo padecer una enfermedad que limita la experiencia de la vida cotidiana, también implica llegar a cuestas un estigma social que acentúa el malestar. Así también implica lidiar con factores externos como la desinformación y la falta de diagnóstico oportuno.
Asimismo, cohabitar con una persona que tiene depresión genera impotencia, por lo poco que uno puede ayudar para que esté mejor; pero también produce malestar porque es frustrante no ver cambios o saber que la persona deprimida es incapaz de disfrutar la vida y, a veces, inconscientemente se le culpa por ello.
1. La Culpa
Y exactamente, la persona con depresión siente culpa. Ante los síntomas típicos de la enfermedad como el desinterés, la tristeza, la apatía y el aislamiento, la familia tiende a protegerla y cuidarla, hasta que comienza a reclamar su cooperación con frases como “debes poner de tu parte”, “deberías volver a tu vida normal”, “anímate y sal de casa”.
Frases como éstas suenan a reclamo y quien padece depresión comienza a sentir una culpa por no poder responder como los demás quisieran. Saben que, aun cuando ellos ponen de su parte y lo intentan, el padecimiento no desaparece por sí sólo, especialmente si no ha sido tratado adecuadamente.
Al generarse el sentimiento de culpa aumenta la sensación de incapacidad que sienten para enfrentarse a las tareas cotidianas y a desenvolverse como antes. En definitiva, se siente culpable por padecer un trastorno del que no tiene culpa alguna, responsabilizándose de su estado, de su tristeza y de su falta de interés por disfrutar de la vida.
2. Consejos no pedidos
“Deberías” es una palabra que a la gente le encanta pronunciar antes de dar cualquier clase de consejo que no se ha solicitado.
En su necesidad de ayudar a quien padece depresión, la familia y amigos comienzan a dar consejos no requeridos para motivar a la persona deprimida a salir de su tristeza y desazón, de su abulia y aislamiento propios de la enfermedad.
Deberías hacer ejercicio, comer mejor… deberías de ver películas de humor, salir de la cama y ver el día tan lindo… deberías de bañarte e ir a cortarte el pelo, te sentirás mejor… deberías ir a alinearte los chacras o cualquier otra clase de consejo que busque el bienestar de su ser querido.
Sin embargo, los consejos de bienestar, por mucho amor que lleven implícito, no pueden ayudarle por sí mismo; es importante que la familia y amigos apoyen a la persona deprimida y la encaminen a la adecuada atención médica y psicológica.
3. No seas débil
Un mensaje constante, no consciente, que lanzan los que viven alrededor de la persona con depresión tiene que ver con la debilidad de carácter.
La depresión es una enfermedad seria, tan seria como el cáncer pero, a diferencia de éste, cuando se está deprimido la gente los señala como débiles o faltos de carácter. Como si no pudieran lidiar con la vida, como hacen otros.
Sin embargo, no olvidemos que entre los síntomas de la depresión se encuentran el cansancio, la baja energía, sentimiento de inutilidad, el desinterés y el retraimiento de las actividades cotidianas. Estos síntomas son parte de la enfermedad, no decisiones ni actitudes voluntarias de la persona.
No se les debe invitar a ser fuertes, pues estas personas ya lo son y están lidiando con una dura batalla.
4. La Competencia
“Yo también estuve triste, pero mírame”. El amor de la gente que rodea a la persona deprimida siempre los impulsará a buscar forma de motivarla para salir adelante. Y algunos, sin conocer la realidad de la enfermedad, ni los síntomas o tratamiento, buscan dar ánimos “comparando” sus momentos de tristeza y desánimo con una depresión.
Muchos creen que tener una mala etapa, o un bajón de ánimo prolongado, les da crédito para afirmar que han padecido de depresión y que la han superado. Pero la enfermedad es mucho más compleja que ello y no es cosa de unos días, e incluso puede haber recaídas.
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Aunque se busca ayudar, comparar una situación común como pasar un mal rato con la depresión no sirve de nada.
Por el contrario, lanzar un mensaje como éstos es decir “mira como yo sí puedo salir adelante y tú no”; es uno de los factores que desencadena el sentimiento de culpa y la sensación de debilidad. Lo que no ayuda en nada a la mejoría de la depresión.
5. La Ingratitud
Las personas que conviven con una persona deprimida deben reconocer que el padecimiento está fuera del alcance y control de quien lo sufre. No elige ni sentirse mal ni los síntomas que experimentan; tampoco ha decidido ser indiferente a la vida porque es ingrato.
No obstante, la gente que desconoce las características de la enfermedad y quiere animar a quien está deprimido trata de que éste reconozco lo maravilloso que es la vida, que reconozca las bendiciones que la vida le ha dado, y le cuestiona cómo puede ser tan ingrato.
La depresión no tiene nada que ver con eso. Puede despertar en la persona una sensación de mal agradecimiento con la vida y los suyos, y hacer que se sienta aún más miserable al saberse afortunado sobre tal o cual circunstancia, en relación a otros.
6. La Incomprensión
Todo esto que hemos señalado previamente lleva a la persona con depresión a sentirse incomprendida. Este tipo de comportamientos frente a quien está deprimido sólo genera la sensación de que nadie entiende lo que le pasa y tenderá al aislamiento aún más.
Si quiere ayudar evite menciones que parezcan juicios, regaños o reclamos. Hágale saber que puede contar con usted y que puede buscarlo siempre que lo desee, y que lo escuchará honestamente.
La persona con depresión llega a hartarse de sentirse pésimo todo el tiempo y puede sentir que los otros están igual de hartos de escuchar su letanía. Si de verdad le importa, demuéstrele que siempre estará ahí para ella.
Por otro lado, la mejor forma de ayudar a una persona deprimida o que presenta los síntomas es motivarla y acompañarla para que tenga atención profesional lo más pronto y que siga su proceso sin claudicar.
Neurofeedback NeurOptimal® y depresión
Ahora bien, cuando se observa esta desregulación entre hemisferios, se aplican protocolos de entrenamiento que corrigen esta asimetría. Esto incidirá en la disminución de la severidad e intensidad de los síntomas.
El resultado de este entrenamiento del cerebro es que se refuerzan las conexiones neuronales débiles y se crean otras nuevas, lo que se traduce en una mayor estabilidad emocional y en un mayor bienestar psicológico.
Esta técnica es beneficiosa para todas las personas pues es inocua (no emite ondas), eficaz y agradable y además favorece:
- Mejoras en las áreas emocionales: ánimo, humor y autoestima, disminuyendo la ansiedad.
- Mejora la atención, la concentración y la serenidad; permite aumentar la rapidez de repuesta, y por tanto la eficiencia y la productividad.
- Genera propensión a experimentar confianza y satisfacción, siendo muy útil cuando el estado de ánimo es bajo.
- Mejoras en flexibilidad mental.