Al relajarnos y permitir mejor calidad de sueño, podemos advertir los beneficios del neurofeedback en el síndrome de las piernas inquietas.

Cada mañana, Dulce despierta aún más cansada que la noche anterior. Aunque ha estado dormida por casi ocho horas, su cuerpo no se ha relajado durante la noche ni ha reposado lo suficiente para reponer la energía.  

Para Dulce, no hay noche en la que una de sus piernas no le moleste, no le cause una extraña sensación de cosquilleo, o se mueva de forma autónoma; la inquietud de su pierna le impide descansar apropiadamente. Cuando su madre le llama para el desayuno, la joven no tiene energía para levantarse y mucho menos ir a la escuela.  

Su madre le dice que exagera, que su cansancio es porque pasa mucho tiempo en el teléfono o en la computadora, no se duerme temprano y “hace maña” para no ir a la escuela. Sin embargo, lo que le pasa a Dulce en las piernas es involuntario, ella en realidad padece el Síndrome de las Piernas Inquietas (SPI).  

Enfermedad de Willis-Ekbom 

Aproximadamente entre el 2 y 3% de la población padece la enfermedad de Willis-Ekbom, mejor conocida como el Síndrome de la Piernas Inquietas (SPI), con la que se produce una sensación de molestia en las extremidades, principalmente las piernas, cuando se está en reposo, sentado o acostada (generalmente por las noches).  

Esta molestia sólo se alivia temporalmente con el movimiento, ya sea que la persona se levante, camine o de agite la extremidad. Incluso puede causar impulsos incontrolables de mover las piernas debido a esa incómoda sensación.  

El síndrome de las piernas inquietas es un trastorno neurológico frecuente del sueño, que tiene sus primeros síntomas entre los 10 y 20 años de edad y trasciende hacia la adultez.  

Síntomas del SPI 

Las características frecuentes que acompañan el síndrome de las piernas inquietas comprenden las siguientes:  

  • Los términos utilizados por los pacientes para describir los síntomas de SPI suelen ser: “desasosiego”, “hormigueo”, “calambres”, “pinchazos”, “nerviosismo”, “dolor”, “sensaciones extrañas profundas”, “quemazón”, “piernas locas”, etc. 
  • Sensaciones que comienzan después del descanso. Por lo general, la sensación comienza después de haber estado acostado o sentado durante períodos prolongados (por ejemplo, en un automóvil, en un avión o en el cine). 
  • Alivio al moverse. La sensación disminuye con el movimiento (por ejemplo, estirar, sacudir las piernas, pasear o caminar). 
  • Los síntomas empeoran por la noche. Los síntomas aparecen principalmente de noche. 
  • Espasmos en las piernas por la noche. El síndrome puede estar asociado con otra afección más frecuente llamada «movimiento periódico de las extremidades durante el sueño», que hace que las piernas se sacudan y sufran espasmos, posiblemente durante toda la noche, mientras se está dormido. 

¿Tengo que ir al médico si siento esto? 

Algunas personas que padecen el síndrome de las piernas inquietas nunca consultan con un médico porque piensan que no las tomarán en serio. Pero el síndrome de las piernas inquietas puede interferir en el sueño, provocar somnolencia diurna y afectar tu calidad de vida, e incluso provocar depresión.  

Es por ello que es importante acudir a un especialista de la salud, decirle los signos que se experimenta y esperar un análisis general. 

Cómo se diagnostica la enfermedad de Willis-Ekbom 

El síndrome de piernas inquietas puede ser diagnosticado en ocasiones en la consulta por el médico realizando la historia clínica del paciente. Esto quiere decir que el diagnóstico es clínico. No obstante, junto a la historia clínica, algunas pruebas pueden ser de gran utilidad: 

  • Análisis de sangre que incluya niveles de hierro y ferritina (este último parámetro se encuentra alterado en muchos pacientes). 
  • Estudios en el laboratorio de sueño (polisomnografía nocturna y test de inmovilización sugerida simple o múltiple): se realizan para determinar si existen movimientos periódicos en las piernas (o en los brazos), y para evaluar la calidad de sueño de los pacientes con SPI. 
  • Estudios de electromiografía y conducción nerviosa: sirven para descartar lesiones en las raíces y nervios periféricos de las extremidades. 

El médico determinará la intensidad de los síntomas que usted presenta, y valorará el diagnóstico y las alternativas de tratamiento que más se adecuen a su enfermedad. 

Inicialmente, si se identifican posibles causas del SPI, lo primero es intentar corregirlas (déficit de hierro, fármacos antidepresivos y algunos bloqueantes de la dopamina, alteraciones en el funcionamiento renal, etc.). 

¿Qué causa el síndrome de las piernas inquietas? 

La mayor parte de los hallazgos de investigación sugieren un trastorno en el funcionamiento de la dopamina, una sustancia presente en el sistema nervioso que está encargada de la regulación del movimiento. A su vez, la dopamina precisa del hierro para funcionar correctamente, y se ha visto que en los pacientes con SPI existe un mal funcionamiento del hierro y/o disminución de los depósitos (niveles de ferritina).  

A veces, el síndrome de las piernas inquietas es hereditario, especialmente si la afección comienza antes de los 40 años. Los investigadores han identificado sitios en los cromosomas donde pueden estar presentes los genes que ocasionan el síndrome de las piernas inquietas (o enfermedad de Willis-Ekbom). 

¿Cómo tratar el SPI?  

Luego de tener un diagnóstico, el síndrome de las piernas inquietas puede tratarse de forma médica, pero también con un cambio de hábitos en alimentación y descanso.  

Es importante mantener un horario de sueño regular, realizar ejercicio físico moderado (a últimas horas de la tarde), y reducir el consumo de café, tabaco y alcohol (se sabe que éstos empeoran las molestias del SPI). 

De igual manera se puede ayudar a liberar la ansiedad y tensión que causa el SPI con entrenamiento cerebral mediante el NeurOptimal. 

Dormir mejor y lidiar con SPI a través de NeurOptimal 

El entrenamiento cerebral con neurofeedback dinámico brinda muchos beneficios para poder tener un sueño reparador y disminuir los síntomas del SPI. Entre ellos se encuentran los siguientes: 

  • Calma metal para el correcto descanso y Recuperarse de los problemas de sueño, de cualquier tipo. 
  • Obtener un sueño reparador que permita sentirse más descansado por el día.  
  • Conciliar el sueño en mucho menos tiempo, no despertarse tantas veces o volver a dormir sin problemas en caso de despertar por las noches.  
  • Disminuir la ansiedad, estrés, tristeza que en muchos casos lleva asociado con los problemas de sueño. 
  • Se logra tener mayor tranquilidad tanto de día como de noche.  
  • Ayuda en la regulación de la producción de neurotransmisores
  • Se disminuye la impulsividad e hiperactividad.  

El cerebro aprende a regularse para tener mayor calidad de sueño, afectando positivamente nuestra calidad de vida, con efectos permanentes. 

NEURODOZA | CITAS 

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