Es importante tener consciencia de qué daño le hace al cerebro no dormir adecuadamente y cómo podemos contrarrestar ese mal a través de un entrenamiento neuronal, pues el insomnio es un mal que cada vez afecta a más personas.
Se ha demostrado que cada vez dormimos menos, que hay más personas que padecen de insomnio y ello repercute en su salud y calidad de vida. De acuerdo a un estudio realizado por la Universidad de Nueva York, en el último siglo hemos disminuido dos horas nuestra rutina de sueño y las causas van desde el estrés hasta el uso de dispositivos móviles propios de nuestro tiempo.
Así mismo, entre el 20 y el 30% de la población adulta padece insomnio, uno de los motivos de consulta más frecuente en la consulta médica de atención primaria. No obstante, estas transformaciones en hábitos de sueño a nivel general, nuestros cerebros siguen requiriendo de descanso riguroso pues es durante estas horas de sueño donde más trabajo tiene por realizar.
Mientras dormimos el cerebro se desintoxica, recuerda y aprende, se repara e indica a otros órganos hacer funciones también de reparación. En los niños, es durante el sueño donde se da el proceso de crecimiento. Y aunque se dice que una persona debe dormir ocho horas diarias, la realidad es que depende de la edad y las actividades de cada persona.
Por ejemplo, los bebés requieren entre 14 y 17 horas de sueño, durante ese tiempo deben ganar peso y crecer; los niños mayores de dos años entre 11 y 14 horas, en tanto que en la etapa escolar deben dormir entre 9 y 11 años. Los adolescentes, por su parte, por los cambios hormonales por los que atraviesan, dormirán entre 9 y 10 horas, pero además se desvelan más y es casi imposible que sean funcionales por la mañana, lo cual es normal. Los adultos mayores pueden dormir menos de seis a siete horas.
¿Qué es el insomnio?
El insomnio es catalogado como una enfermedad, generalmente hay una constancia en los patrones de sueño y vela que se presentan más de una noche. En esencia es la dificultad para iniciar o mantener el sueño y puede manifestarse como dificultad para conciliar el sueño (insomnio inicial), despertarse frecuentemente durante la noche o despertarse muy temprano por la mañana, antes de lo planeado (insomnio terminal).
Según la duración del problema también puede dividirse en insomnio agudo, si dura menos de 4 semanas; subagudo cuando tiene una duración de entre 4 semanas y 6 meses, o insomnio crónico si dura más de 6 meses.
Causas del insomnio
La mayoría de los casos de insomnio están relacionados con hábitos inadecuados del sueño, depresión, ansiedad, falta de ejercicio, enfermedades crónicas o ciertos medicamentos. Pero cualesquiera que sean las razones de la imposibilidad de dormir reparadoramente, el cerebro es sensible ante estas horas de falta de sueño o mal sueño; así lo demuestra un estudio publicado por el Hospital Johns Hopkins, que ha detectado ciertas diferencias en el cerebro entre personas que gozan de un buen dormir y aquellas que padecen de este trastorno del sueño.
De acuerdo con el estudio las personas que sufren insomnio tienen mayor actividad y neuroplasticidad a nivel de la corteza motriz, encargada de controlar el movimiento del cuerpo. Las personas con problemas de sueño podrían tener esta zona del cerebro en actividad obstaculizando el buen dormir, una especie de interruptor cerebral que está 24 horas encendido. Este tipo de cerebros mantienen activas las regiones donde se producen los pensamientos vagos, mientras que los cerebros descansados son capaces de desactivar las tareas relacionadas con la memoria y la atención.*
Consecuencias del insomnio
Las consecuencias más inmediatas son la somnolencia diurna, baja concentración e incapacidad para sentirse activo durante el día. Pero a la larga el insomnio puede traer deterioro en las funciones cognitivas debido a la afectación de la falta de sueño en el cerebro.
La falta de sueño tiene consecuencias directas sobre el cerebro y capacidad de afrontar el día a día como déficit de atención, alteraciones en el humor, falta de rendimiento, fatiga, entre otras limitaciones. Según un estudio publicado por la revista científica Sleep, alrededor de un 10-15% de las personas adultas padecen un deterioro del día por causa de los trastornos del sueño e insomnio.
Un estudio de las universidades de Oslo y Oxford señala que el insomnio crónico acelera el envejecimiento del cerebro, también altera su tamaño y disminuye el volumen cerebral. Las dificultades para conciliar el sueño están relacionadas con un descenso mucho más rápido de lo normal del volumen general del cerebro, siendo más grave en las personas mayores de 60 años.
Otros estudios indican que no dormir acelera la acción de las células encargadas de la limpieza cerebral, que acaban destruyendo tejido neurológico imprescindible. A largo plazo, el insomnio puede llegar a aumentar el riesgo e incluso desencadenar enfermedades neurológicas como el alzhéimer u otros trastornos, como aseguran Michele Bellesi y sus colegas de la Universidad Politécnica de Marche -Italia-.
Neurofeedback dinámico contra el insomnio
Ante el insomnio, la gente suele recurrir a los medicamentos de prescripción o remedios caseros, algunos de ellos con efectos secundarios para el organismo o que causan dependencia. Además, estos recursos no resuelven la causa del trastorno.
Para restaurar el sueño y que éste sea realmente relajante y reparador, hay que influir directamente en el cerebro, y para ello neurofeedback dinámico NeurOptimal® es la alternativa más efectiva y sobre todo la más segura, ya que no es puesto que no es medicamentosa ni invasiva.
Mediante el neurofeedback el cerebro recibe información acerca de su propio funcionamiento, como un espejo, generándole la posibilidad de que comience, a su propio ritmo, a autorregularse de manera eficaz. Así el cerebro se vuelve más flexible y adaptativo durante el proceso de entrenamiento y esto hacer que sea más sencillo cambiar del modo alerta a otro más relajado y reparador.
Las personas se ven beneficiadas porque obtienen mejor calidad del sueño, pueden dormir más profundamente, conciliar el sueño más rápido, reducir el número de interrupciones por la noche o sentirse más descansados al día siguiente.
Al regularse el funcionamiento del Sistema Nervioso Central podrán observarse mejoras también en otros posibles puntos desencadenantes del problema como son el estado de ánimo, el nivel de estrés o la ansiedad, entre otros.
Gracias a esa autorregulación que se consigue con el entrenamiento, el cerebro utiliza todo su potencial innato para generar un cambio que se sostiene en el tiempo, a diferencia de lo que ocurre con la medicación, cuyo efecto suele estar presente un periodo corto de tiempo desde que se deja de administrar.
*Con información de dormidina.com
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