El estrés del docente, una batalla diaria de la que poco nos ocupamos como sociedad aun reconociendo los retos que éstos enfrentan.
La docencia es una de las actividades laborales más demandantes y la menos reconocida en la sociedad. Baste darnos cuenta lo que la pandemia ha significado para los sistemas educativos de todo el mundo y la exigencia adicional que impartir clases online ha significado para muchos maestros.
Los profesores tuvieron que adaptar sus prácticas y ser aún más creativos para mantener a los estudiantes comprometidos y captar su atención, bajo entornos de aprendizaje inadecuados, pero también cargados de distracción, preocupación y ansiedad.
Por otro lado, la pandemia ha puesto sobre la mesa la forma en que los profesores dividen su tiempo entre la enseñanza, el compromiso con sus alumnos y las tareas administrativas, además de las que corresponden a su vida familiar y recreación. Suele ser que muchos profesores dedican más tiempo fuera de las aulas que otros profesionales fuera de sus oficinas.
El bienestar mental de los educadores afecta profundamente en el de los alumnos; sin embargo, aunque existen muchos programas para apoyar el bienestar mental de los alumnos, se descuida el del docente.
Existencias para el profesorado
Como otras actividades en las que el contacto humano es constante, a los profesores no sólo se les requiere una serie de habilidades profesionales y conocimientos sobre las materias que imparten, también las llamadas soft skills o habilidades suaves, especialmente las que tienen que ver con el ámbito emociona les son imprescindibles.
Un docente debe ser:
- Empático.
- Paciente.
- Entusiasta.
- Amable y cariñoso.
- Entregado.
- Creativo.
- Flexibilidad.
- Sensibilidad.
- Mediador, etc.
Ciertamente los profesores no sólo son educadores en una determinada asignatura, sino que llevan sobre sus hombros la experiencia formativa integral para sus alumnos y, de alguna manera, su futuro no sólo profesional sino emocional y como seres humanos depende de los educadores.
Las demandas de la carrera docente son altísimas y generan alto grado de estrés a quienes la ejercen. Es tan grave el problema en todo el mundo que hoy se cuenta ya con diversos estudios al respecto del estrés docente.
El estrés del docente, una batalla diaria
Según un estudio de la fundación Robert Wood Johnson y la Universidad Estatal de Pennsylvania (Penn State), la docencia es una de las profesiones más estresantes. El estrés que sufren los profesionales de la enseñanza afecta su salud, compromiso, rendimiento y satisfacción, convirtiéndola en una de las profesiones con más alta rotación de la historia.
Estudios también revelan que el colectivo docente se considera estresado no sólo por las demandas que el propio trabajo implica, sino por la interacción con los alumnos y sus familias. Algunos alumnos llegan a agredir verbal y físicamente a los profesores, pero también es el caso de los familiares de alumnos que llegan a insultar a los docentes.
¿Qué es el estrés docente?
El llamado estrés docente es una respuesta de estado emocional negativo, generalmente acompañada por cambio fisiológico, resultante de aspectos del trabajo del profesor, y está mediatizado por la percepción de que las demandas del trabajo son superiores a las posibilidades, sin encontrar estrategias de afrontamiento eficaces para superarlas.
Un estrés docente se determina en relación a la excesiva activación psicológica y física que padecen los docentes como consecuencia de la interacción de los estímulos ambientales: clima del aula, relación con las familias del alumnado, relación con los compañeros del equipo educativo, e incluso con la estructura académica y los liderazgos.
Frente a estos estresores los docentes asumen una respuesta emocional y anímica, vinculada con el estrés, lo que puede desencadenar problemas de salud.
¿Por qué es estresan los docentes?
A las causas que pudiera enfrentar cualquier persona, los profesores afrontan diversas condiciones que acentúan un clima de tensión que les causa estrés.
- Escasez de recursos materiales y humanos: el docente se encuentra solo en el aula para educar a una significativa diversidad de personas con requerimientos particulares. El docente es incapaz humana y materialmente de satisfacer la demanda de cada uno de sus alumnos.
- Clima laboral: La organización en la escuela y las políticas escolares pueden aumentar o restar el estrés del maestro y su efectividad.
- Ir contra corriente. La falta de motivación e interés por parte del alumnado dificulta el desempeño pleno de la clase y con ello pone en juego los resultados con que se evaluará la productividad del docente. Los profesores deben ir contracorriente y motivar a sus alumnos de manera constante.
- Problemas de disciplina del alumnado.
- Falta de reconocimiento social. Como hemos dicho al inicio de este texto, muchas veces la labor docente no tiene el reconocimiento social adecuado. A veces son menospreciados y desautorizados por las propias familias del alumnado.
- Exigencias de actualización constante. El profesorado debe estar actualizado y formándose constantemente, pero en ocasiones se introducen cambios en su práctica cotidiana y no se ha formado previamente sobre éstos, produciendo desconcierto e incertidumbre.
- Poca remuneración económica. En algunas partes del mundo el salario de los docentes es poco. Algunos de los profesionales de la educación deben buscar otras formas de ingreso, lo que multiplica su carga laboral y el estrés.
La docencia resulta ser una de las profesiones con mayores demandas y que más estrés causa; sin embargo, estructuralmente aún falta mucho por hacer para cuidar de nuestros profesores y bríndales ambientes más confortables, así como mayor apoyo.
Son ellos mismos que, por su cuenta, deben hacerse de recursos propios para gestionar el estrés.
6 Tips para gestionar el estrés
- Establecer prioridades. Decidir qué cosas se deben hacer y qué cosas pueden esperar y aprender a decir no a tareas nuevas si se está abrumado.
- Tener una red de apoyo. Manténgase en contacto con personas que pueden proporcionar apoyo emocional y de otra índole
- Tomarse tiempo para hacer actividades relajantes que disfruta.
- Evitar pensar obsesivamente en los problemas. Enfocarse en lo que se ha logrado, no en lo que no se ha podido hacer.
- Hacer ejercicio con regularidad.
- Practicar neurofeedback dinámico, para alcanzar mayor calma y serenidad, así como lograr mayor concentración y motivación.
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