Imagina que pasas un día entero con los puños apretados; que así debes realizar actividades como tomar el desayuno o enviar algunos mails del trabajo. No sólo parece imposible pasar el día con el puño apretado y realizar las actividades cotidianas de tal forma sino también sería doloroso.
Por el contrario, cuando las manos están relajadas y abiertas, pueden moverse con fluidez, de manera resistente, de una tarea a otra: agarrar objetos, extender la mano para ayudar o abrazar a alguien, y pasar de la escritura a una posición de conducción. Las manos son flexibles y se encuentran libres y prestas para transitar de una tarea a otra sin dificultad.
Mantener el puño apretado por varias horas podría producirnos dolor por la contracción muscular que ello exige y entumecimiento por la inadecuada circulación sanguínea, además de molestias en las articulaciones.
Tener el cuerpo en constante tensión también tiene sus consecuencias que se pueden manifestar en dolencias físicas varias, pero especialmente en la pérdida de flexibilidad neuronal. Eso es lo que hace el estrés crónico en nuestro cerebro.
Aprieta tus puños
Al igual que tener el puño apretado todo el día, con el estrés podemos quedarnos atrapados en una constante reacción de amenaza siempre preparados para la lucha o para huir. Lo que disminuye la flexibilidad, como luego de un largo rato de tener apretado el puño, al intentar estirar la mano, es doloroso y las articulaciones se sienten rígidas.
Asimismo, en medio de factores estresantes parece que no podemos volver inmediatamente a una posición de flexibilidad cuando lo necesitamos.
Realiza este ejercicio: cierra tu mano y aprieta el puño, imagina que la rigidez proviene de todos los factores estresantes de tu vida.
Tuviste una pelea con tu cónyuge, cuando tenías prisa por llegar al trabajo a tu auto se le ponchó una llanta, tu jefe redujo tus horas de trabajo y mermó tu salario, la factura del teléfono está por vencer y no tienes el dinero completo. Con cada nuevo factor estresante que pienses aprieta tu puño un poco más fuerte.
Oh, oh, ahora el perro tiene una infección en la vejiga y está orinando por toda la alfombra nueva. Aprieta más fuerte. Tienes una cita con el médico y el automóvil no arranca. (Aprieta aún más fuerte).
Mantén tu puño apretado un poco más, reconoce cómo sujetándolo con tanta fuerza durante tanto tiempo pronto deja de notarse los efectos: la tensión se ha convertido en “su nueva normalidad”. Así es como los factores estresantes diarios se suman a crear un sistema crónico de tensión.
Estrés Crónico
Hoy en día es muy frecuente que la respuesta natural de estrés frente a una señalar de alerta trascienda a una situación constante ante situaciones que se mantienen de forma prolongada en el tiempo y que nos hacen llegar a una situación clínica a la que se denomina estrés crónico y puede tener importantes consecuencias para la salud física y mental de quien lo sufre.
Las causas del estrés crónico pueden ser variadas, pero básicamente puede decirse que son aquellas situaciones no resueltas que se mantienen durante semanas, meses e incluso años sin hallar una solución al problema que lo genera.
Los efectos en el organismo de este tipo de estrés van desde estreñimiento, hasta ansiedad patológica, alteraciones del sueño, hipertensión arterial, fatiga, problemas de memoria o debilitamiento del sistema inmune. No obstante, estos signos de estrés crónico inciden directamente en la flexibilidad neuronal afectando el funcionamiento de nuestro cerebro.
Flexibilidad neuronal
Previo al auge de las neurociencias aún se creía que las neuronas morían y el cerebro no podría recuperarse de esa pérdida, mermando así nuestras funciones cognitivas. Sin embargo, gracias a los avances en el estudio del sistema nervioso central donde el cerebro es el capitán, podemos saber que éste continúa creando nuevas vías neuronales y alterando las ya existentes para adaptarse a los cambios, aprender nuevas habilidades y crear nuevos recuerdos.
A esto llamamos flexibilidad neuronal, la capacidad que tiene el cerebro para adaptar nuestra conducta y pensamientos con facilidad a nuevos conceptos y situaciones cambiantes, novedosas e inesperadas, así como la capacidad de pensar en varios conceptos a la vez.
Sin embargo, esta capacidad se puede ver afectada cuando nos sometemos a la tensión constante o estrés crónico. Este inhibe nuestra flexibilidad y resistencia…
El estrés y situaciones cotidianas pueden afectar negativamente la flexibilidad de los procesos del cerebro, sabemos que a lo largo del día se requiere pasar por diferentes estados de consciencia como estar alerta, concentrado, relajado y dormido.
La falta de flexibilidad altera el rendimiento, el humor y provoca estados de estrés, de agotamiento y en muchas ocasiones somatizaciones que hacen el ciclo de no flexibilidad continúe de manera ininterrumpida.
Es como conducir un auto durante varias horas por una carretera a una velocidad alta y tomar una desviación que requiere una velocidad mucho menor, pero se continua a la misma velocidad, los estragos serán incalculables e inimaginables.
Cómo recobrar la flexibilidad neuronal
Como un puño en constante tensión debe normalizar su posición y forma paulatinamente, un cuerpo con estrés crónico puede pasar por un viaje interesante a medida que ingresa en el proceso de “renormalización”. Estos cambios son un paso fisiológico importante para mantener un sistema saludable.
NeurOptimal® Dynamical Neurofeedback® introduce un proceso de entrenamiento mental que te permite liberarte de tu condición “normal” de estrés crónico y encontrar un lugar de resiliencia. Éste mide tu actividad cortical a través del cuero cabelludo y refleja esa actividad, entrenando a su cerebro para que encuentre su propia posición “renormalizada” optimizada y retome su flexibilidad.
Apoyado por un entrenador NeurOptimal®, este proceso logra que las personas a puedan vivir desde un lugar flexible, fluido y con poder.