Los beneficios de los abrazos para el cerebro son elementales, pueden incluso salvar la vida de las personas porque el contacto físico afectivo es fuente de estímulo vital y apoyo del desarrollo en la infancia.  

Este lunes es Día Internacional del Abrazo. Esta celebración fue creada por Kevin Zoborney, el 21 de enero de 1986, en Clio, Michigan, Estados Unidos. El objetivo de Kevin, al proponer un día dedicado al contacto físico afectivo, era animar a todos a abrazar a familiares y amigos con mayor frecuencia y así vencer la vergüenza, propia de la sociedad contemporánea, de expresar sus emociones.  

Poco más de treinta años después seguimos celebrando el día y valorando la importancia que tiene en la vida de las personas dar y recibir abrazos. Aunque no hay una prueba científica contundente del número de abrazos que necesitamos diariamente para vivir, se dice que necesitamos 4 al día para sobrevivir, 8 abrazos para mantenernos y 12 abrazos para crecer. 

La realidad es que los seres humanos, así como miembros de otras especies mamíferas, requieren contacto físico con otros para mantenerse vivos en etapas tempranas de la vida y para mantener su calidad de vida incluso en la adultez.  

Científicos de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, aseguran que una persona necesita recibir abrazos y caricias desde sus primeros años de vida, para evitar que sus neuronas mueran por la ausencia del contacto físico. 

Sin gestos de afecto en la infancia tampoco se produce suficiente hormona del crecimiento, tal y como han demostrado científicos de la Universidad de Duke (EE UU), dando lugar a lo que se conoce como “enanismo psicosocial”. Además, investigaciones recientes revelan que el cerebro de un bebé que no recibe caricias es aproximadamente un 20% más pequeño.  

Pero esto no cambia cuando crecemos. Estudios realizados en la Universidad de Carolina del Norte revelan que cuando otras personas nos tocan o nos abrazan, a cualquier edad, aumentan los niveles sanguíneos de oxitocina, + y disminuyen la presión arterial y el ritmo cardíaco.  

Abrazos: la fuente de oxitocina 

Un abrazo sincero produce una hormona llamada oxitocina, conocida como la hormona del amor, que es un neurotransmisor que actúa en el sistema límbico, el centro emocional del cerebro, fomentando sentimientos de alegría que reducen la ansiedad y el estrés. 

La oxitocina se produce por la hipófisis y su secreción es regulada por las células del hipotálamo, una glándula hormonal situada en el centro del cerebro, que controla y regula cada glándula y, a la vez, cada una de las funciones del organismo. El hipotálamo envía impulsos nerviosos al cerebro, que se propagan mediante un entramado de hormonas. 

Cuando la oxitocina está presente en la sangre, se desencadena en el cerebro (concretamente, en la amígdala cerebral) una serie de reacciones favorecedoras para el comportamiento, que potencia las relaciones sociales y que podría estar directamente relacionada con el sentimiento de confianza y la generosidad en las personas.  

El doctor Thomas Baumgartner señaló que la oxitocina tiene un efecto muy específico en las situaciones sociales y al parecer disminuye nuestros temores. Una falta de oxitocina es por lo menos una de las causas del miedo que se experimenta con las fobias sociales.  

Los abrazos nos mantienen motivados 

Al abrazar también producimos dopamina, la cual nos mantiene motivados. Pero cuando el organismo carece de este neurotransmisor puede tener como consecuencia una depresión, o enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson.  Los abrazos estimulan que el cerebro libere dopamina, la hormona del placer. 

Abrazar nos protege de la depresión 

Así como se genera oxitocina y dopamina, también encontramos mejor producción de serotonina, cuya falta es potencialmente causa de la depresión. Y es que la serotonina fluye cuando te sientes significativo e importante, sensación que nos produce un abrazo.  

Acercarse y abrazar a alguien libera endorfina y serotonina hacia las arterias sanguíneas disminuyendo las probabilidades de problemas cardíacos, ayudando a lidiar con el exceso de peso y prolongar la vida. Incluso cuando les hace cariños a tus mascotas sientes ese efecto relajante que reduce los niveles de estrés.  

Abrazar por un tiempo prolongado aumenta los niveles de serotonina, elevando el humor y desarrollando la felicidad. 

Balance del sistema nervioso parasimpático 

Los abrazos balancean nuestro sistema nervioso. La piel contiene una red de pequeños centros de presión en forma de huevo llamados corpúsculos Pacinianque pueden sentir el tacto y que están en contacto con el cerebro a través del nervio vago. La respuesta de la piel galvánica de alguien que está recibiendo cariño muestra un cambio en la conducta de la piel. El efecto en la humedad y electricidad en la piel sugiere un estado más balanceado del sistema nervioso parasimpático. 

NeuroDoza | Citas

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