¿Qué le pasa al cerebro cuando sufres ansiedad?  Entender la respuesta a este cuestionamiento nos permitirá comprender un padecimiento mental cada vez más frecuente. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, en los últimos 15 años se han incrementado 30% los padecimientos mentales comunes como la depresión y la ansiedad, afectando al 10% de la población mundial.

La OMS define la ansiedad como una emoción natural que comprende reacciones fisiológicas y mentales ante una amenaza y la incertidumbre del devenir.

El proceso ansioso puede ser producido cuando se percibe que algo malo sucederá, pero es un problema cuando, debido a patrones de pensamientos irracionales o una situación de estrés mantenida por largos periodos, comienza a ser interpretado por el organismo como si siempre estuviéramos bajo amenaza, haciendo funcionar el cerebro de manera alterada ante este estímulo de riesgo constante.

Y aunque es una respuesta adaptativa al entorno, nuestro mente y organismo no pueden permanecer en estado de alerta y activado por posibles amenazas de manera indefinida. Prolongar el estado alerta que produce la ansiedad, puede traer consecuencias negativas con afectaciones en la salud física y mental.

Cuando se presentan sucesivamente situaciones de ansiedad y se prolonga por algunos meses esta emoción, puede desencadenar un trastorno de ansiedad generalizada. Los trastornos de ansiedad suelen estar causados no por peligros reales sino por la percepción de una amenaza psicológica, lo cual significa que la ansiedad es una respuesta aprendida que se mantiene activa constantemente.

Para identificar una situación tal se deberá considerar la presencia de, al menos, tres de los siguientes síntomas.

  1. Inquietud o impaciencia.
  2. Fatigabilidad fácil.
  3. Dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco.
  4. Irritabilidad.
  5. Tensión muscular.
  6. Alteraciones del sueño.

La ansiedad implica miedo, temor y aprehensión. A diferencia del estrés —que tiene una fuente externa—, la ansiedad viene de dentro, es una respuesta interna estrechamente vinculada con la producción de ciertos neurotransmisores relacionados también con el estrés.

¿Qué pasa en el cerebro cuando sufres ansiedad?

La amígdala y el hipocampo, áreas del cerebro que se han vinculado con la emotividad, desempeñan un papel clave en la producción del miedo y la ansiedad.

 La amígdala es una estructura en forma de almendra que se encuentra en el cerebro y es un centro de comunicaciones entre las partes del cerebro que procesan las señales sensoriales entrantes y las partes que interpretan estas señales. La amígdala alerta al resto del cerebro de que se está produciendo una amenaza, con el objetivo de activar la correspondiente respuesta de miedo o ansiedad (generalmente huida). Por su parte el hipocampo codifica los eventos amenazantes en forma de recuerdos. 

La activación de ese cerebro emocional provoca la liberación de neurotransmisores como la norepinefrina, la adrenalina y el cortisol, responsables de los cambios fisiológicos que experimentamos durante la situación de estrés o ansiedad, como el incremento de bombeo de sangre hacia los músculos de las extremidades para facilitar la huida, en tanto que los pulmones se llenan de aire por lo mismo.

Pero si la amenaza no es real y no logramos desactivar la mente para que deje su estado de alerta, generará problemas envolviéndose en un ciclo repetitivo.

¿Cómo afecta la ansiedad a tu cerebro?

Un estudio del Rotman Research Institute descubrió que, ante una situación permanente de ansiedad, existe una degeneración estructural y deterioro del funcionamiento del hipocampo y la corteza prefrontal, exponiendo a quienes la padecen a un mayor riesgo de desarrollar otros trastornos neuropsiquiátricos como la demencia y la depresión.

El estudio comprobó que las personas con ansiedad tienen una amígdala más grande e hiperactiva, que ante cualquier situación se activa como si fuera ésta una amenaza; mientras que la corteza prefrontal es hipoactiva, lo cual significa que no regula las respuestas emocionales; es decir, no logra desactivar adecuadamente la reacción ansiógena (manteniendo así el estado de ansiedad y generando círculos viciosos).

También se identificó una atrofia del lóbulo temporal medial, un sistema de estructuras que intervienen en la memoria de hechos y eventos que es fundamental para establecer y mantener la memoria a largo plazo. Esa es la razón por la que la ansiedad también se ha relacionado con una mayor vulnerabilidad a padecer Alzheimer y se conoce que provoca un serio deterioro cognitivo con el paso de los años, si no es tratada.

Estos círculos viciosos en los que participa un cerebro ansioso, particularmente con la producción de ciertos neurotransmisores, hacen que la mente aprenda a reaccionar de manera ansiosa de forma cíclica, pues estos químicos cerebrales refuerzan la respuesta neuronal ansiosa en una historia sinfín.

Desaprender la ansiedad

Debido a que el cerebro aprende a reaccionar de determinada manera frente a la ansiedad, también puede desaprender. Una terapia cognitiva, por ejemplo, puede ayudar al paciente a identificar los pensamientos irracionales que le producen temor o sensación de amenaza, y le entrena para encontrar opciones a esos pensamientos, de forma más adaptativa y saludable.

Neurofeedback dinámico y ansiedad 

Además, ante las exigencias de la situación que se experimenta en la ansiedad, el cerebro tiene que modificar su adaptación, lo que no siempre es posible de la manera acelerada que el contexto le exige. Para facilitar la corrección del funcionamiento cerebral, el neurofeedback dinámico se ha identificado como una herramienta fundamental, pues ayuda al cerebro a adaptarse al nuevo entorno de manera natural. A través de las sesiones en Neurodoza se habla directamente al cerebro en un lenguaje comprensible y directo, y se le comunica lo que no está haciendo correctamente para que pueda corregirlo.

También podemos considerar al neurofeedback dinámico como una excelente manera de rehabilitación cognitiva y útil para acelerar los cambios que se dan otras terapias psicológicas, pues actúa en el sistema nervioso central y por lo tanto ayuda a evolucionar a nivel físico, mental y emocional.

El innovador sistema NeurOptimal con el que trabajamos, corrige la actividad cerebral basándose única y exclusivamente en la plasticidad cerebral propia de cada uno. Al ser un método de auto-regulación y auto-regulación cerebral, le comunica al cerebro aquello que no va bien o no funciona adecuadamente y éste reacciona, sabiendo perfectamente lo que tiene que hacer reorganizándolo.

Al ser un método no invasivo y seguro, puede ser utilizado por todo tipo de personas de cualquier edad y condición. 

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