La importancia de la atención en el aprendizaje no es materia que desconozcamos; sin embargo, si es una complicación particularmente para los niños (aun cuando no tengan Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) puesto que las exigencias del entorno son muchas, más su capacidad de atención depende de la etapa de desarrollo en que se encuentre.
Tanto padres como maestros hoy en día tienden a creer que sus hijos sufren de falta de atención por alguna clase de trastorno, temen que sufran de déficit de atención o sean hiperactivos, aunque no se tenga diagnóstico alguno. La realidad es que los niños tienen un arco de atención limitado.
Consideremos, por ejemplo, que un niño de cinco años podrá prestar atención entre 10 y 25 minutos; en tanto que uno niño de 10 años puede prestar atención de 20 a 50 minutos. Así que exigir más de ellos es requerir algo que no está en su naturaleza.
La capacidad de concentración no depende de una habilidad especial que tenga el niño, depende de su edad. A medida que los niños van creciendo, también crece su capacidad de atención sostenida sobre un tema en concreto, especialmente si éste le atrae o es de su interés. Pero, por supuesto, la atención también está expuesta a distractores y falta de motivación.
Si el niño se encuentra en la escuela y el entorno tiene distractores, o la lección no le parece motivante, su nivel de atención se reducirá. Aunque se le puede ayudar con entrenamiento cerebral para lograr mejores resultados de aprendizaje y académicos.
La atención es un proceso interno que tiene componentes conductuales. Este proceso no siempre se da de igual manera, depende de la novedad del material al que hay que atender; el proceso pasa de voluntario a un nivel menos consciente.
De este modo, la atención ocurre de manera simultánea con otros procesos como la percepción, la memoria a corto y largo plazo, de los cuales no es posible desprenderse. Además, al poner atención hay que discriminar qué información procesar y cuál no.
Atención, motivación y emoción se encuentran relacionados desde el punto de vista neurobiológicos. La motivación y la emoción son considerados como factores determinantes de la atención, de este modo un estado de alta motivación e interés estrecha el foco atencional, y disminuye la capacidad de atención dividida, así como el tono afectivo de los estímulos que se reciben y los sentimientos hacia ellos contribuyen a determinar cuál va a ser el foco de atención prioritario (García, 1997).
Cuando estamos en el proceso de aprendizaje se activan varias regiones cerebrales, lo que exige la coordinación de un complejo conjunto de acciones que involucran tanto a los cinco sentidos como al propio movimiento del cuerpo. Este proceso coordinado se llama mielinización, que implica impulsos nerviosos que se emiten a mayor velocidad y con ello se incrementa la actividad neuronal. Así, cuando incorporamos nuevos conocimientos transformamos muchas conexiones neuronales.
Varias áreas del cerebro trabajan juntas en el proceso de aprendizaje. Estas partes separadas en el cerebro se comunican entre sí a velocidades extremadamente rápidas. Si la sincronización entre ambas partes no se realiza de la manera adecuada, puede haber deterioro en la capacidad innata del ser humano para aprender.
La experiencia científica en el campo del neurofeedback dinámico ha develado la mejoría que puede darse en la atención de los niños y los beneficios colaterales de éste en mejorar su calidad de vida. Y si bien estos resultados se han planteado para casos de TDAH, los beneficios serán potencializados en niños que no lo tienen.
Los beneficios se enfocan en la mejora de la atención y la concentración, pero también se mejoraron los patrones de sueño, el aumento en la estabilidad del estado de ánimo y la mejora del rendimiento académico, así como en la retención y la memoria. El Neurofeedback crea plasticidad neuronal, es decir, modifica la cantidad e intensidad de conexiones entre neuronas.
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