Este efecto tiene el ruido en el cerebro cuando se expone a la audición a sonidos de altos decibelios, de manera constante.
El último miércoles de abril de cada año se conmemora el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido y queremos aprovechar el momento para contarte los efectos que éste produce en tu cerebro y cómo afecta en nuestro comportamiento cotidiano.
Este día pretende llamar la atención e incentivar a las instituciones públicas y privadas a informar a los ciudadanos de los peligros que genera la exposición al ruido a largo plazo, e invitar a las personas a realizarse pruebas auditivas.
Así como somos historias, también somos sonido. Prácticamente todo lo que sucede en nuestro rededor se manifiesta con algún sonido; desde los elementos de la naturaleza como el viento y el mar, hasta las actividades intrínsecas de nuestro quehacer diario, como el teclear en la computadora. Entre esos sonidos, también está el canto de los pájaros, la voz humana, la música; lo mismo que los altos decibelios de los aviones que transitan el cielo, los tractocamiones, los conciertos de rock salidos de control o los gritos de enojo, etc.
Sin embargo, sólo somos conscientes del ruido cuando no nos deja dormir, o impide que nos comuniquemos con los demás. Aun cuando lo filtremos conscientemente, el cerebro sigue percibiendo todo el ruido al que nos exponemos y ello tiene consecuencias: causa deterioro progresivo en nuestra salud física y mental.
El ruido es considerado como un agente contaminante “invisible”, y en consecuencia se debe regular y controlar.
El impacto del ruido en la salud
Múltiples estudios científicos y médicos han hecho evidente el impacto del ruido no sólo en la audición, sino en la salud y la calidad de vida de las personas. El ruido está relacionado con los cambios fisiológicos del sueño, presión arterial y la digestión, e incluso se relaciona con un impacto negativo en el desarrollo del feto.
Además, aunque no esté fuera de los niveles de afectación a la salud física, el ruido ocasiona malestares en la salud mental, altera nuestro estado de ánimo, produce tensión y enojo.
Si la exposición a ruidos fuertes, por encima de 80 dB, como el que pueda producir una perforadora eléctrica, es prolongada, se puede ocasionar una pérdida permanente en la audición. Si la exposición a ruidos fuertes se produce durante un tiempo corto, se puede originar una pérdida temporal del oído. Un ruido muy fuerte, superior a los 110 dB como el que produce el despegue de un avión, aunque sea durante un tiempo corto, puede producir una pérdida permanente en la audición.
Escuchar de forma continuada algún sonido o ruido demasiado alto no sólo provoca sordera con el tiempo, sino que también modifica nuestro cerebro de cara a la interpretación del habla.
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Este efecto tiene el ruido en el cerebro
Investigadores de la Universidad de Texas, Dallas, revelaron que el exceso de ruido daña nuestro cerebro en áreas de la interpretación del habla. Es decir, produce gran dificultad para poder discernir entre los sonidos y el contenido del habla.
A través del estudio de ratas afectada por sordera moderada a severa, expuestas por un mes al ruido, se observó pérdida auditiva que afectaba la zona del cerebro que procesa el sonido, una zona similar a la región cerebral humana cuya función es procesar sonidos relacionados con el habla.
En el grupo de individuos con pérdida auditiva severa, las ratas eran incapaces de distinguir entre ciertos sonidos y sus neuronas respondían con rangos de frecuencia más estrechos de lo normal. Por el contrario, en el grupo de ratas con pérdida auditiva moderada, también se produjo un cambio en la reacción de las neuronas. Éstas respondieron más lento que en el grupo de ratas sin pérdida auditiva, requirieron una estimulación sonora más intensa para captar los sonidos. No obstante, las ratas con pérdida auditiva moderada si fueron capaces de distinguir los distintos sonidos sin dificultad.
Aunque se trata de estudios preliminares, la investigación evidencia por primera vez cómo la pérdida de audición provocada por el ruido afecta no sólo físicamente sino también al reconocimiento de los sonidos del habla en el cerebro.
Es decir, con un daño así el cerebro puede escuchar ruidos, pero no entender lo que se nos habla.
El ruido afecta el estado de ánimo
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el nivel máximo de ruido no debe superar los 65 decibelios. Si se excede ese nivel, se produce un impacto negativo en el comportamiento social de las personas. Específicamente, se incrementa la ansiedad, irritabilidad y la sensación de desamparo.
Así mismo, según los datos disponibles, siete de cada diez personas afirman que el ruido les impide concentrarse. El ruido afecta a la capacidad de atención y, a largo plazo, puede ocasionar problemas de memoria y de aprendizaje. Además, la gran mayoría de las personas se siente de mal humor cuando hay mucho ruido en su entorno.
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