El neurodesarrollo en bebés prematuros implica una gama de retos y batallas a enfrentar para evadir los posibles daños que la condición puede suponer.
Nacer antes de la semana 37 de gestación habla de un bebé prematuro, y sus posibilidades de llevar una vida “normal” son altas; pero podemos encontrar que hay prematuros extremos de menos de siete meses de embarazo, es decir que nacen antes de las 28 semanas de gestación, cuyas vidas pueden correr peligro.
Un recién nacido prematuro es un bebé muy delicado y vulnerable, susceptible a padecer muchos problemas de salud y ello afectar su desarrollo neuronal, aunque no es una regla generalizable.
En un recién nacido podremos ver la estructura del cerebro similar a la que tendrá el resto de la vida, pero su grado de formación se encuentra en una fase inicial y se desarrollará a lo largo de los tres primeros años de vida. Tan sólo en los primeros tres meses alcanzará la mitad de su tamaño con crecimiento promedio de 0.5 a 1% por día.
No obstante, en el caso de los bebés prematuros, los científicos han observado que el cerebro puede ser un 4% más pequeño que el de los niños nacidos en un plazo regular de gestación (40 semanas). Y que a pesar de crecer a un ritmo más rápido que los bebés nacidos en un periodo normal, su cerebro es de un 2% más pequeño luego de 90 días.
Formación de la corteza cerebral
Al llegar al tercer trimestre de gestación, las estructuras cerebrales están bien definidas y empiezan a diferenciarse con claridad. En esta etapa, además de aumentar el volumen del cerebro, éste aumenta su superficie replegándose, adquiriendo un aspecto ondulado. Esta formación es de suma importancia para definir el grado de desarrollo.
Esta corteza tiene crestas (circunvoluciones) y valles (surcos) que definen la profundidad de esta estructura, y que nos hablan sobre el grado de madurez del cerebro en el tiempo de gestación.
A los siente meses, los surcos son más profundos aunque no bien formados, la corteza se ve casi lisa. Los siguientes meses estos surcos se van haciendo más profundo, y pueden distinguirse entre dos tipos: principales y menores. El cerebro va teniendo el aspecto que normalmente conocemos y la sustancia gris o corteza se va engrosando de forma progresiva.
Al mismo tiempo, las conexiones neuronales van madurando y se hacen más estables, más gruesas, se rodean de mielina, lo que hace más rápida y eficaz la conexión. Esto permite el incremento del volumen cerebral.
El cerebro prematuro
En el caso del cerebro del bebé prematuro, los surcos no alcanzan a profundizar completamente, y las conexiones neuronales no se desarrollan del todo, limitando el volumen cerebral según el grado de prematuridad.
En el momento de nacer, el bebé continuará desarrollándose, pero en condiciones adversas, lo que determina su neurodesarrollo, especialmente bajo el riesgo de problemas de salud que puedan lesionar el cerebro y alterar la maduración del sistema nervioso.
Favorablemente, la mayoría de los bebés prematuros no tienen problemas en su neurodesarrollo pues suelen ser ochomesinos, y los cuidados que se le administran logran disminuir las complicaciones y mejoran el pronóstico. El posible retraso madurativo se corrige con el tiempo.
Sin embargo, diversos estudios han demostrado que existe una disminución del volumen cerebral, y del grosor y repliegue de la corteza cerebral de forma proporcional a la edad gestacional, lo que puede producir alteraciones del neurodesarrollo y déficit permanente en niños en extremo prematuros.
Los niños prematuros, en general, deben seguir un programa especial de atención con un neuropediatra para detectar posibles dificultades e iniciar una atención precoz para cada caso.
Riesgos del cerebro prematuro
El cerebro de un bebé prematuro es muy vulnerable frente a los riesgos de enfermedades más o menos comunes en esta condición. Aun en ausencia de enfermedad su desarrollo se puede ver comprometido, peor cuando se sufren padecimientos que causan lesiones.
Consideremos, en primera instancia, que el cerebro del recién nacido crece aceleradamente para lo que requiere un mayor flujo de sangre que aporte los nutrientes necesarios y un metabolismo que produzca más energía. Esto sale bien en condiciones normales, pero en condición prematura el riego sanguíneo y energético se ve comprometido y pone en riesgo el neurodesarrollo del bebé.
Cualquier enfermedad que altere la presión arterial cerebral, el aporte de glucosa, la falta de oxígeno, etc. compromete el crecimiento normal del cerebro y causa lesiones. Así las infecciones, la hipo o la hipertensión arterial, la insuficiencia respiratoria, las alteraciones renales y muchas otras alteran el frágil equilibrio del cerebro prematuro causando lesiones.
Consecuencias de la Prematuridad
Un bebé prematuro bajo condiciones que puedan dañar su salud y provocar lesiones cerebrales verá afectado su neurodesarrollo con consecuencias como:
- Micro o macrocefalia.
- Parálisis cerebral infantil tipo diplejia espástica.
- Epilepsia.
- Retraso motor, cognitivo, o del lenguaje.
- Trastornos del aprendizaje, como el TDAH.
- Trastornos en el espectro autista.
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