Así como sucede en el cerebro de la madre, ¿cambia algo el cerebro al llegar la paternidad? La ciencia nos explica cuáles son las modificaciones que se pueden experimentar en esta etapa.

El próximo domingo será Día del Padre y ¿sabías ellos también “pierden la cabeza” cuando llegan los hijos? Su cerebro, como el de las madres pero de diferente manera, se transforma para ejercer su rol paterno.  

Hace algún tiempo te contamos en estas páginas que el cerebro de la mujer se trasforma para enfocar su funcionamiento en la maternidad. Desde el inicio del embarazo el cuerpo experimenta un caudal de hormonas, química que se encarga de dar órdenes al cuerpo para que todo éste se disponga a generar una nueva vida.  

Esta extra producción de hormonas afecta al cerebro de múltiples formas, pero especialmente en lo que se refiere a la memoria y la atención. A esta etapa de distracción y olvidos se le conoce como Pregnancy brain. 

Hoy sabemos que el cerebro del padre también cambia y en seguida te diremos cómo.  

La paternidad cambia el cerebro del hombre 

Nuevas investigaciones han demostrado que, con la llegada de un hijo, se producen cambios cerebrales y hormonales en el padre, lo que contribuye a su salud mental. Además, que el vínculo padre-hijo refuerza y mejora funciones cognitivas fundamentales como la memoria y al aprendizaje. 

De acuerdo con Ezequiel Gleichgerrcht, investigador en neurociencias cognitivas de Fundación Ineco, las neuronas del cerebro adulto se reconfiguran y crecen en respuesta a los grandes cambios de la vida, como la paternidad.  

La plasticidad neuronal y los acontecimientos vitales modifican en mayor o menor medida las conexiones cerebrales. Y al respecto del amor paternal, hay una red del cerebro que comparte algunas estructuras con otros tipos de amor —como el amor romántico— y otras áreas que son exclusivas y que tienen funciones en el apego y las relaciones sociales. 

El lado femenino de la paternidad 

Con la llegada de la paternidad, el cerebro del hombre aumenta la producción de oxitocina, el mismo neurotransmisor que ayuda a las mujeres a que el útero se contraiga durante el parto, pero también ha sido considerada una de las hormonas del amor, la fidelidad, la compasión y la amabilidad. 

También se aumenta la producción de prolactina, la hormona que se encarga de la producción de leche materna durante la lactancia. Ambas hormonas, oxitocina y prolactina, actúan sobre la amígdala, el centro emotivo del cerebro y se cree que ello condiciona los sentimientos y pensamientos en relación con el recién nacido.  

Disminución de la testosterona 

Bajo estos parámetros, se podría decir que la paternidad aflora el lado femenino de los hombres (al menos en términos hormonales). Pero consideremos también que, según un estudio realizado por Christopher Kuzawa, antropólogo de la Universidad Northwestern de EEUU, la paternidad reduce significativamente la producción de testosterona –la hormona masculina por excelencia–. 

Este descenso de la testosterona podría ser un ajuste biológico que ayuda a los hombres a cambiar sus prioridades cuando llegan los hijos. Rasgos como la agresividad y la competencia disminuye, pues son menos útiles.  

Por otra parte, se activa la corteza prefrontal y la amígdala cuando su hijo llora, pero aún es poca la evidencia de la red neural específica de este tipo de amor.  

No obstante, las investigaciones realizadas aún son pocas y se desconoce todavía las modificaciones neuronales en el cerebro del hombre que se hace padre. Aún queda mucho por conocer acerca de la función de estas hormonas en cuanto a su vinculación con el rol paterno.  

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