En gran parte de los casos se puede prevenir la ansiedad; para ello hay que entender cuál es el proceso que desencadena una crisis y que pone en alerta al cerebro. Saberlo, nos ayudará a minimizar los riesgos e incluso mantener control cuando la ansiedad se presente.  

Sentir ansiedad de modo ocasional es normal. Pero cuando esto se vuelve frecuente puede estarse viviendo un trastorno de ansiedad, en el que las personas experimentan constante preocupación y miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias que en realidad no representan un riesgo. 

Un ataque de ansiedad es multifactorial, lo detonan tanto condiciones neurológicas como temas que tienen que ver con el estilo de vida de las personas, así como sus procesos mentales. 

El origen de la ansiedad 

La característica sustancial del ataque de ansiedad es el miedo. Un miedo difuso que produce angustia y que no tiene una causa clara.  

Varias zonas del cerebro son claves en la producción del miedo y la ansiedad. En especial la amígdala y el hipocampo. 

La amígdala se encarga de alertar al resto del cerebro de posibles amenazas y de activar una respuesta de miedo o ansiedad. El hipocampo, fundamental para la consolidación de la memoria y el aprendizaje, se encarga de almacenar los sucesos peligrosos en forma de recuerdos. 

Es así como funciona el sistema de alerta en el cerebro: se percibe un riesgo, se le vincula con un pensamiento distorsionado almacenado en la memoria de forma inconsciente, se activa la amígdala que produce el miedo o ansiedad.  

En condiciones normales esta ansiedad nos pone a salvo ante un peligro real, pero cuando se vive un trastorno, los peligros no son reales y el miedo sale de control. 

Cómo prevenir la ansiedad  

Como hemos visto, la ansiedad es producto de un proceso neuronal y mental, para prevenir su aparición de forma descontrolada cuidar el estilo de vida que llevamos es fundamental. Así que nuestra recomendación está relacionada con cuestiones básicas de salud, que además de prevenir la ansiedad, protegen tu cerebro. 

1. Cuida tu alimentación 

Sabemos que existe una importante relación entre los alimentos que consumimos y la salud de nuestro cerebro y que, a su vez, el funcionamiento de los neurotransmisores repercute en nuestra condición emocional. Lo importante es tener una dieta equilibrada y variada, así como conocer cómo puede afectarnos el consumo de ciertos alimentos, para lo que se puede moderar su ingesta. 

Hay que preferir las frutas y verduras, las carnes magras, los frutos secos y semillas, y los lácteos bajos en grasa. Es preferible moderar el consumo de azúcar refinada, de sal, así como estimulantes como el café, el té o el chocolate. Finalmente es preferible, en caso de crisis ansiosas frecuentes, evitar el consumo de alcohol. 

2. El descanso cuenta 

Como la alimentación, el descanso apropiado es fundamental para mantenernos saludables tanto en lo físico como en lo emocional. Ya hemos publicado previamente cómo el insomnio puede arruinar la salud de nuestro cerebro, por lo que es recomendable dormir lo suficiente y procurar el descanso al dormir (ya que dormir no siempre basta para reponerse). 

Recordemos que no dormir adecuadamente puede causar daños en las funciones cognitivas, afectar la memoria y pérdida del tejido cerebral, además del riesgo de sufrir depresión e incrementar los ataques de ansiedad. 

Pero tanto como dormir, el descanso también implica tomar vacaciones, tener tiempo de ocio y recreación, no llevar trabajo a casa y aprender a desconectarse de aquellas tareas que puedan provocar estrés. Asimismo, hay que insistir en la importancia de tener una vida social activa. 

3. Ejercicio físico  

En la triada básica de cuidados de la salud, además de la correcta alimentación y el descanso, se encuentra el ejercicio físico constante. Este nos ayuda a relajarnos y a producir las llamadas hormonas de la felicidad (dopamina y serotonina). 

Además, mientras realizamos ejercicio nuestra mente se despeja y se concentra en el presente, un factor fundamental para evitar la ansiedad. 

4. Promueve los pensamientos positivos 

Evitemos pensamientos negativos que produzcan estados ansiosos o depresivos. Exagerar las posibles consecuencias negativas de una situación sólo producirá estrés y ansiedad. Dejemos de fijarnos sólo en los análisis catastrofistas, interpretaciones negativas y predisposición a precipitarnos al sufrimiento. 

5. Cuida tu salud emocional 

Así como nos encargamos de una buena alimentación y descanso, o de hacer ejercicio, es importante adquirir hábitos saludables en términos emocionales: socializa, busca la asertividad, desarrolla habilidades de inteligencia emocional, etc. 

  • Practicar la relajación con cierta asiduidad en los momentos en los que nos encontramos peor, dedicándonos algún tiempo a nosotros mismos. 
  • Aprender a pensar bien, eliminando algunos pensamientos erróneos, ideas irracionales, etc., que nos estresan. 
  • Exponerse poco a poco a las situaciones que nos generan pánico. 
  • Aprender a decir no, cuando nos cuesta mucho, pero sabemos que es mejor decir no. 
  • Practicar nuestras mejores habilidades sociales. 

6. Ejercitar el cerebro con Neurofeedback dinámico 

Además, ante las exigencias de la situación que se experimenta en la ansiedad, el cerebro tiene que modificar su adaptación, lo que no siempre es posible de la manera acelerada que el contexto le exige. Para facilitar la corrección del funcionamiento cerebral, el neurofeedback dinámico se ha identificado como una herramienta fundamental, pues ayuda al cerebro a adaptarse al nuevo entorno de manera natural. A través de las sesiones en Neurodoza se habla directamente al cerebro en un lenguaje comprensible y directo, y se le comunica lo que no está haciendo correctamente para que pueda corregirlo. 

También podemos considerar al neurofeedback dinámico como una excelente manera de rehabilitación cognitiva y útil para acelerar los cambios que se dan otras terapias psicológicas, pues actúa en el sistema nervioso central y por lo tanto ayuda a evolucionar a nivel físico, mental y emocional. 

El innovador sistema NeurOptimal con el que trabajamos, corrige la actividad cerebral basándose única y exclusivamente en la plasticidad cerebral propia de cada uno. Al ser un método de auto-regulación y auto-regulación cerebral, le comunica al cerebro aquello que no va bien o no funciona adecuadamente y éste reacciona, sabiendo perfectamente lo que tiene que hacer reorganizándolo. 

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