¿Podemos engañar al cerebro para que crea que hemos dormido? Un cuestionamiento que ha dado lugar a investigaciones que consideran el efecto placebo en el sueño. Aquí te lo contamos todo…
Muchas veces, hemos mencionado que dormir poco y mal es dañino para nuestro cerebro. Las repercusiones que para éste tienen las noches en vela afectan la memoria, el procesamiento de las ideas e incluso el oído.
Asimismo, sabemos que el cerebro tiene dificultades para distinguir la realidad de la ficción. Nuestro cerebro traduce acciones y modula sus reacciones siguiendo códigos precisos.
Por ejemplo, si nos reímos (aun sin tener motivos) el cerebro cree que estamos contentos y reacciona produciendo endorfinas para hacernos sentir bien. Algo similar sucedería si lloramos, nuestro cerebro recibiría señales de tristeza y actuaría en consecuencia.
¿Podemos engañar al cerebro?
El cerebro no sabe distinguir si ese sentimiento de felicidad que le estamos transmitiendo con nuestra risa es real o ficticio. Así que podríamos decir que lo engañamos, aunque ello no sucede totalmente.
Es decir, desde el punto de vista de la percepción biológica de la realidad, sí sabe distinguir cuándo se encuentra en un entorno ficticio y cuándo está en uno real; por ejemplo, cuando vemos una película el cerebro entiende que no es real. Es la respuesta cerebral a esos estímulos la que no es capaz de ver la diferencia.
Aunque las investigaciones al respecto son limitadas, sabemos que de cierta forma podemos engañar a nuestro cerebro, lo mismo con el sentimiento de dicha o tristeza, que con la idea de que hemos dormido bien.
Así es. De acuerdo con estudios recientes, se ha descubierto que el cerebro puede creer si le “decimos” que dormimos más de lo que lo hemos hecho. Tan sólo pensar que hemos tenido una buena noche de sueño, aunque no sea cierto, mejorará el funcionamiento de nuestro cerebro. Esto es lo que se conoce como efecto placebo del sueño.
Efecto Placebo
Para comprender mejor cómo es que podemos “engañar” al cerebro de esta forma, recordemos lo que es el efecto placebo.
Este efecto se da cuando se suministra un tratamiento placebo, es decir píldoras con azúcar en vez de agente médico activo, y se reportan resultados positivos del paciente que cree que en realidad ha tomado el medicamento y le funciona.
La explicación neurocientífica supone que este fenómeno se debe a la estimulación de ciertas zonas del cerebro (los córtex prefrontal, orbitofrontal y cingulado anterior, así como el núcleo accumbens, la amígdala, la sustancia gris periacueductal y la médula espinal) que influyen en la percepción de la salud, como se ha comprobado en estudios de resonancia magnética funcional.
Efecto Placebo del Sueño
De igual forma que pasa con los medicamentos, recientemente se ha descubierto que existe el efecto placebo del sueño.
En un estudio realizado por Christina Draganich y Kristi Erdal, del Colorado College, cuyos resultados fueron publicados en Journal Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, descubrieron que con tan solo considerar que se tuvo una buena noche de sueño, los sujetos del experimento se sentían bien y funcionaban mejor al día siguiente.
A través del estudio, se observó que aquellos participantes a los que se les hizo creer que habían tenido una buena calidad de sueño –o “sueño placebo”–, tuvieron un mejor desempeño en la prueba de ejercicios mentales, que medían su capacidad para procesar información que los que pensaban que habían dormido mal.
“Estos resultados apoyan la hipótesis de que la forma de pensar puede influir en los estados cognitivos tanto de manera positiva como negativa, lo que sugiere un medio para controlar la propia salud y la cognición”, señalaron Christina Draganich y Kristi Erdal.
Conoce aquí los detalles del estudio>>
No obstante, aunque hagas creer a tu cerebro que has dormido, es importante que consideres que de no hacerlo puedes tener afectaciones serias.
Daños del insomnio a tu cerebro
La falta de sueño tiene consecuencias directas sobre el cerebro y capacidad de afrontar el día a día como déficit de atención, alteraciones en el humor, falta de rendimiento, fatiga, entre otras limitaciones.
Un estudio de las universidades de Oslo y Oxford señala que el insomnio crónico acelera el envejecimiento del cerebro, también altera su tamaño y disminuye el volumen cerebral. Las dificultades para conciliar el sueño están relacionadas con un descenso mucho más rápido de lo normal del volumen general del cerebro, siendo más grave en las personas mayores de 60 años.
Otros estudios indican que no dormir acelera la acción de las células encargadas de la limpieza cerebral, que acaban destruyendo tejido neurológico imprescindible. A largo plazo, el insomnio puede llegar a aumentar el riesgo e incluso desencadenar enfermedades neurológicas como el alzhéimer u otros trastornos.
Neurofeedback dinámico para ayudarte a dormir
Para restaurar el sueño y que éste sea realmente relajante y reparador, hay que influir directamente en el cerebro, y para ello neurofeedback dinámico NeurOptimal® es la alternativa más efectiva y sobre todo la más segura, ya que no es puesto que no es medicamentosa ni invasiva.
Mediante el neurofeedback el cerebro recibe información acerca de su propio funcionamiento, como un espejo, generándole la posibilidad de que comience, a su propio ritmo, a autorregularse de manera eficaz. Así el cerebro se vuelve más flexible y adaptativo durante el proceso de entrenamiento y esto hacer que sea más sencillo cambiar del modo alerta a otro más relajado y reparador.
Las personas se ven beneficiadas porque obtienen mejor calidad del sueño, pueden dormir más profundamente, conciliar el sueño más rápido, reducir el número de interrupciones por la noche o sentirse más descansados al día siguiente.
Al regularse el funcionamiento del Sistema Nervioso Central podrán observarse mejoras también en otros posibles puntos desencadenantes del problema como son el estado de ánimo, el nivel de estrés o la ansiedad, entre otros.
Gracias a esa autorregulación que se consigue con el entrenamiento, el cerebro utiliza todo su potencial innato para generar un cambio que se sostiene en el tiempo, a diferencia de lo que ocurre con la medicación, cuyo efecto suele estar presente un periodo corto de tiempo desde que se deja de administrar.
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