Cuando se trata de estos trastornos hay que conocer si los comportamientos repetitivos, ¿son un TOC o un síntoma de TEA? Cada uno tiene una razón de ser y aquí te la vamos a explicar.
Cada tarde Luis, el pequeño hijo de la vecina, acomoda sus juguetes siempre en la misma forma. No juega con ellos, sólo se esmera en que queden en una sola línea, del más chico al más grande.
Javier, el hermano de un amigo, tuvo que ser llevado al hospital porque la mano casi le sangraba; el chico se había dedicado el día entero a darse pequeñas mordidas en el dorso de forma reiterada.
Yolanda, que acaba de entrar a la escuela, tiene la constante necesidad de lavarse las manos, una y otra vez. En la escuela han llamado a la madre, porque interrumpe la clase y se pone mal si no puede salir al lavabo.
Recientemente se ha vuelto difícil que Margarita salga de casa para ir al colegio, le ha dado por repetir una rutina extraña. Saca y mete sus libros de la mochila incontables veces. Cuenta sus lápices, plumas y colores una y otra vez, se asegura que estén en un orden, y hasta que no se siente segura no sale de casa.
Estos son solo ejemplos ficticios de acciones reales que pueden suceder en algunos niños y jóvenes. En todos estos casos, los comportamientos repetitivos son signos de alguna patología.
Comportamientos repetitivos patológicos
El comportamiento repetitivo se observa en una amplia gama de trastornos psicológicos y condiciones médicas, con niveles subclínicos reportados en la población normal, comúnmente en niños pequeños.
Pero hay dos condiciones en las que el comportamiento repetitivo es un síntoma principal: los Trastornos del Espectro Autista (TEA) y el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
Cuando hablamos de conductas repetitivas nos referimos a una amplia gama de comportamientos que se llevan a cabo a menudo, de manera invariable, y que no son apropiados o son raros.
Trastorno Obsesivo Compulsivo
Los comportamientos repetitivos, a manera de obsesiones y compulsiones, suele ser una característica propia el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
Un trastorno infantil que suele iniciar entre los 7 y los 10 años de edad y tiene una prevalencia en niños y adolescentes de aproximadamente el 0.3% y el 1.9%, respectivamente.
Obsesiones
Las obsesiones son pensamientos intrusivos e inadecuados, que parece imposible detener o apartar. Es una idea que asedia y sitia nuestra mente y de la que no nos podemos librar, al menos fácilmente. Estos pensamientos no aparecen en forma de razonamientos, imágenes o impulsos.
Además de ser ideas intrusivas, suelen ser inadecuadas, lo que puede provocar angustia. La obsesión es percibida como algo ajeno, como un intruso contra el que hay que luchar. Esta sensación de extrañeza provoca un comportamiento que acabe con la angustia, que suele ser la compulsión.
Compulsiones
Las compulsiones son acciones, físicas o mentales, que se tiene la necesidad de ejecutar para reducir la angustia nacida de una obsesión.
Para que sea considerada una compulsión no tiene que proporcionar una gratificación sino suponer un esfuerzo.
Es una conducta desproporcionada e innecesaria. Como es la necesidad de Margarita de lavarse una y otra vez las manos, por temor a enfrentar un ambiente nuevo en la escuela.
Generalmente las compulsiones sirven para librarse de la angustia que causa una obsesión, aunque la angustia se debe a un pensamiento absurdo y obsesivo que difícilmente va a terminar con una compulsión.
En términos de tiempo, se considera que se padece TOC cuando las obsesiones o compulsiones ocupan más de una hora diaria.
Trastorno por conductas repetitivas centradas en el cuerpo
El trastorno por conductas repetitivas centradas en el cuerpo se caracteriza por comportamientos repetitivos enfocados en el cuerpo (p. ej., morderse las uñas, morderse los labios, morder la mejilla). Tal es el ejemplo de Javier, quien comenzó a morder su mano.
Algunos pacientes realizan estas actividades en forma automática (es decir, sin plena consciencia); otros son más conscientes de la actividad.
Los comportamientos no son provocados por obsesiones o preocupaciones acerca de la apariencia, pero pueden estar precedidos por una sensación de tensión o ansiedad que se alivia con el comportamiento, que suele estar acompañado por una sensación de satisfacción.
Quienes sufren este trastorno suelen hacer intentos para detener su comportamiento o hacerlo con menos frecuencia, aunque no siempre lo logran.
Este padecimiento forma parte de la gama de trastornos obsesivos compulsivos, cuyas conductas pueden ser lacerantes para el paciente.
Trastorno del Espectro Autista (TEA)
Comportamientos repetitivos y estereotipados (CRE) se consideran ser un síntoma central de los trastornos del espectro del autismo (TEA). De hecho, el saltar, girar y otros movimientos corporales rítmicos fueron descritos en los primeros pacientes.
Se considera que las conductas repetitivas, como sacudir las manos, pueden beneficiar al niño, ya que ello puede servir como una forma de hacer frente a frustraciones —por ejemplo, cuando el entorno se vuelve impredecible— o una forma de comunicación.
Diversos comportamientos repetitivos han sido observados en niños con autismo y Asperger, incluyendo manierismos motores repetitivos, un deseo obsesivo por la monotonía, reacciones negativas de cambio y una estrecha gama de intereses que se persiguen de manera obsesiva. Los comportamientos parecen cambiar en la presentación a través del tiempo.
Por las características del TEA es difícil evaluar si los niños, en estos casos, consideran sus comportamientos repetitivos como extraños y no deseados (como sucede en casos de TOC).
Es importante que se distinga entre los TOC y el síndrome de Asperger. Muchos Asperger tienen algún trastorno obsesivo compulsivo, pero no todos. Sufrir Asperger no implica necesariamente tener TOC, igual que tener TOC no implica tener Asperger. Son dos trastornos que con cierta frecuencia se dan en la misma persona pero que no van necesariamente juntos. Ninguno de los dos se considera enfermedad.