En víspera al Día Mundial del Sueño, hagamos un recorrido por 25 datos del sueño que hay que tener presentes si queremos cuidar nuestra salud y especialmente la salud de nuestro cerebro.  

Cada vez dormimos menos 

Inmersos en una época donde cada vez más personas padecen insomnio, se duermen menos horas y la calidad de nuestro sueño es menor, no hay que perder de vista que dormir es vital para cuidar la memoria y las funciones cognitivas que conducen nuestra vida cotidiana de forma saludable.  

Además, no dormir lo necesario también puede ser un factor de riesgo para desarrollar enfermedades crónicas como obesidad, hipertensión, diabetes y depresión, así como cáncer. 

Dormir las horas adecuadas es igual de importante que llevar una alimentación saludable o realizar actividad física. Entre los beneficios de dormir se encuentra el mantener en equilibrio los sistemas inmunológico, cardiovascular, metabólico y neurológico. 

Tan importante es el sueño para el ser humano, desde la infancia, que cada tercer viernes de marzo se celebra su día. Para honrarlo, te dejamos estos 25 datos del sueño que debemos tener presentes. 

1. Horas de sueño recomendadas por edad 

  • Recién nacidos: 18 horas 
  • Niñas y niños: Entre 10 y 12 horas 
  • Adolescentes: Entre 8 y 9 horas 
  • Adultos: Entre 7 y 8 horas 

2. Entre los trastornos del sueño más comunes se encuentran el insomnio, la apnea del sueño, el síndrome de las piernas inquietas

3. La melatonina es la hormona del sueño y esta se regula con la luz solar. Si quieres dormir mejor debes exponerte a la luz natural diariamente.  

4. La fase del sueño de movimientos oculares rápidos (REM por sus siglas en inglés) es donde se hacen presentes sueños y pesadillas que podemos recordar.  En este momento el tono muscular no existe (por eso cuando queremos gritar en un sueño, no podemos). 

5. Soñamos lo que vivimos, lo que deseamos, lo que nos emociona, lo que genera miedo y lo que a aprendemos. El cerebro humano revive las experiencias de la vigilia durante el sueño.  

6. El espacio entre las neuronas de nuestro cerebro se expande cuando dormimos, de manera que deja espacio para que el fluido del cerebro y de la médula espinal arrastre las toxinas acumuladas durante el día.  

7. Para que el sueño tenga eficacia máxima, el cerebro debe pasar por un periodo de descanso ininterrumpido mínimo de 7 horas, en el cual el cerebro pasa por un patrón muy específico que está anclado en la evolución del ritmo circadiano.  

8. 21° C para dormir bien. Cuando el organismo tiene que adaptarse al calor por la noche se produce una hiperexcitación cerebral, nos cuesta conciliar el sueño, aumenta la ansiedad y dificulta que el descanso sea reparador.  

9. Cuando no dormimos las horas suficientes, las proteínas se acumulan en las sinapsis neuronales provocando que sea más complicado pensar y aprender cosas nuevas.  

10. Los trastornos del sueño, aunque muchas personas piensen lo contrario, pueden prevenirse e incluso tratarse, sin embargo un alto porcentaje de los afectados, no buscan ayuda. En estos casos, lo más recomendable, es ponerse en manos de un especialista. 

11. Generar un ritual previo a la hora de ir a dormir. Desde tomar un baño hasta meditar, estos rituales cotidianos le “avisan” al cuerpo que es hora de dormir, facilitando el descanso.   

12. Utilizar la cama solo para dormir. Se aconseja no pasar más de 8 horas en la cama (tiempo regular dedicado al sueño). Dormir de más suele generar sensación de fatiga que evita seguir la rutina con normalidad. Asimismo, utilizar la cama para otras actividades que no son el descanso acostumbrar al cerebro a desvincular el lecho con el sueño.   

13. Cuando soñamos nuestra actividad cerebral aumenta. Dormir y soñar son conceptos asociados al descanso, pero bien es cierto que nuestro cerebro muestra mucha más actividad de la que pensamos cuando dormimos. 

14. Los sueños lúcidos son aquellos en los que estamos conscientes de lo que estamos soñando, además en algunos casos son capaces de controlar y cambiar la lógica y el desarrollo del sueño. Ser consciente de lo que soñamos les da a las personas que sueñan la posibilidad de controlar el sueño, el contenido y el desarrollo del mismo. 

15. No dormir engorda. Hay estudios que aseguran que dormir poco tiene consecuencias directas en el aumento del peso. En parte, esto se debe a que quienes duermen menos de seis horas tienden a comer más porque pasan más tiempo despiertos y, por otro lado, a que los desajustes del sueño afectan al metabolismo de la glucosa 

16. Un ser humano promedio duerme 1/3 de su vida. Una persona promedio despierta 6 veces por noche.  

17. Algunas personas sueñan en blanco y negro. Aproximadamente 8 de cada 10 sueños son en color. Parece ser que tendemos a soñar en tonos pastel. 

18. El pánico a dormir de algunas personas se llama somnifobia, procede de la sensación de que mientras duermen pueda pasar algo que acabe con sus vidas. 

19. Olvidamos los sueños. La mayoría de los sueños se olvidan rápidamente. A los 5 minutos de habernos despertado el 50% del sueño se olvida. A los 10 minutos el 90% se ha ido. 

20. Las personas ciegas de nacimiento también sueñan, pero no lo hacen igual que las personas que ven. En sus sueños cobran más importancia los sonidos, las sensaciones, los aromas, etc. No pueden ver a las personas al igual que no las pueden ver en la realidad, pero pueden sentir su presencia. 

21. No solo sueñan los humanos: perros, koalas, delfines, ratones y jirafas…todos sueñan. 

22. El sonambulismo es un trastorno del sueño mucho más común de lo que se piensa. Muchas personas padecen sonambulismo y no son conscientes. Según los estudios, aproximadamente un 3,6% de la población padece sonambulismo. 

23. El sueño afecta casi cada tipo de tejido y sistema del cuerpo: desde el cerebro, el corazón y los pulmones hasta el metabolismo, la función inmunitaria, el ánimo y la resistencia a las enfermedades.   

24. La emoción que más sentimos en los sueños es la ansiedad. Por alguna razón son más habituales las sensaciones negativas que las positivas. 

25. La parálisis del sueño es una incapacidad de movimiento transitoria que ocurre entre el estado de sueño y el de vigilia. Esto puede producirse tanto en el momento de empezar a dormirse como en el momento de despertarse. Exactamente la persona está consciente pero su cuerpo está dormido. 

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