Un cerebro en automático, ¿es más creativo? Una respuesta clara que nos brinda la red de modo predeterminado”, según Marcus E. Raichle. 

Al cerebro le gusta la rutina porque le permite conservar energía para las emergencias; le gusta el descanso porque así tiene oportunidad de ser más creativo.  

Una rutina, que aprende rápidamente, le evita estar pendiente de decisiones que automatiza y así poder estar atento a otros estímulos que pudieran ponernos en riesgo o requieran mayor energía. Igualmente, en medio de la rutina, el cerebro tiene oportunidad de generar ideas “geniales” que, mientras está concentrado, no tiene tiempo de producir.  

Como cuando estás siguiendo inconscientemente el paso a paso de tu baño cotidiano y, en medio del enjuague, surge esa solución a un asunto sobre el que llevas días pensando. Pero cuando sales de la regadera, es tarde, te vistes apresuradamente y te das cuenta de que ¡has olvidad esa genial idea!  

¿Qué pasó? ¿De dónde vino esa idea y por qué se fue? ¿Por qué no se me ocurrió antes o en otro momento? Casi siempre esas ideas vienen en la ducha…  

Un cerebro en automático, ¿es más creativo? 

Recordemos que el cerebro está activo en todo momento, incluso cuando dormimos; a veces está más atento a ciertas cosas, otras digamos que está en modo supervivencia.  

Cuando estamos conscientes, pero realizando tareas repetitivas o sin ser perturbados, nuestra mente activa lo que se conoce como “red de modo predeterminado”, denominado así por Marcus E. Raichle en su estudio del 2001. Algo así como un “piloto automático”. 

La corteza prefrontal se relaja y le da paso a la red de modo predeterminado que, no solo es mucho más creativa, sino que es incluso más poderosa. De hecho, ella utiliza el 90% de la energía dedicada al cerebro. Esta área del cerebro se encuentra mucho menos limitada que la corteza prefrontal. 

Mientras que la corteza prefrontal puede quedarse atascada, dando vueltas en torno al problema, sin encontrar una solución, la red predeterminada comienza a probar diversas combinaciones y a cambiar la perspectiva hasta que la solución inesperada aparece, justo a la hora del baño.  

Al cerebro le gustan las duchas 

Durante el baño, el cerebro inicia un proceso hormonal que nos brinda bienestar, una condición propicia para crear y generar nuevas ideas. El agua de la ducha (fría o tibia), nos hace bien física y mentalmente, pues nos hace producir dopamina, que también se ha relacionado con el pensamiento creativo.  

Así, nos queda claro que la rutina y los momentos de descanso son los grandes motivadores para el pensamiento creativo y la solución de problemas.  

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