El lóbulo frontal del cerebro es la esencia de nuestra personalidad, ahí se gestan funciones tan esenciales que nos distinguen de otros animales como la imaginación.
Mucho hemos hablado en este blog sobre el funcionamiento del cerebro y los múltiples trastornos que lo afectan; sin embargo, no te hemos contado cómo está formado este órgano fundamental del cuerpo humano.
Con este artículo, comenzaremos una serie de textos cuyo objetivo es hablarte de las diferentes zonas cerebrales y cuál es su funcionamiento, así como la manera en que el neurofeedback dinámico puede beneficiarlas.
Lóbulos cerebrales
La parte exterior del cerebro se forma de esa capa visiblemente arrugada (o surcada) que tiene por nombre corteza cerebral (córtex) y que, junto con el hipocampo, los ganglios basales y la amígdala, forman sus respectivos hemisferios (izquierdo y derecho).
A su vez, los hemisferios se dividen en cuatro lóbulos: frontal, parietal, occipital y temporal. Cada uno encargado de coordinar diferentes procesos cognitivos. Entre las múltiples funciones de cada lóbulo encontramos las esenciales de esta manera:
- Frontal: está involucrado en procesar información de movimiento, de atención, de planeación, de toma de decisiones, del habla, de la regulación emocional, del razonamiento, de la motivación y de la conducta.
- Parietal: encargado de integrar información de los sentidos; del tacto, el gusto, la visión, la temperatura, la presión y el dolor.
- Occipital: es el centro principal para procesar la visión.
- Temporal: juega un papel importante en el procesamiento de la información auditiva, en reconocer el lenguaje y formar memorias.
Lóbulo Frontal
Ubicado en la parte delantera de la cabeza, justo detrás de la frente, el lóbulo frontal es la parte del cerebro que más interés ha causad a la psicología, la neuropsicología y las neurociencias en general. De los cuatro lóbulos cerebrales, éste es el más grande y sus funciones son importantísimas.
En él radica el procesamiento de la información, la planificación y la toma de decisiones, así como la personalidad. Es decir, gran parte de lo que nos hace humanos radica en cómo funciona nuestro lóbulo frontal.
Éste es responsable de proceso cognitivos complejos, conocido como funciones ejecutivas, aquellas como son: operaciones mentales dirigidas hacia un fin que permite el control conductual, es decir, posibilitan que podamos elegir, planificar y tomar decisiones voluntarias y conscientes.
De acuerdo con el neuropsicólogo Elkhonon Goldberg, el lóbulo frontal es al cerebro como el director a una orquesta: coordina y dirige las otras estructuras neurales del cerebro en una acción concertada.
Igualmente, la memoria de trabajo, el lenguaje, el movimiento o la autoconciencia dependen de este lóbulo, así como la originalidad y la creatividad (prácticamente toda nuestra personalidad).
Por qué importa tanto el lóbulo frontal
El lóbulo frontal, como hemos señalado previamente, es el encargado de la toma de decisiones y el autocontrol, lo que fundamenta la esencia de los seres racionales que somos, en contraposición de aquellos organismos que actúan por impulso, sin sopesar sus decisiones ni ejecutar planes para llevarlas a cabo.
De igual forma, gracias al lóbulo frontal somos capaces de posponer nuestros impulsos para elaborar una planeación específica y organizada, y optar por conseguir objetivos abstractos o situados en el futuro; es decir que nos hace capaces de imaginar, lo que ningún otro organismo consigue.
¿Qué hace el lóbulo frontal?
Esta área del cerebro está involucrada en las llamadas funciones ejecutivas con las que asociamos a la cognición y la toma decesiones, es decir implican: la memoria, la planificación, la selección de objetivos y la resolución de problemas específicos que requieren ser abordados focalizando la atención en aspectos concretos.
Asimismo, es la parte del cerebro gracias a la cual dejamos de convertirnos en sujetos pasivos para pasar a ser agentes activos, con capacidad para cambiar las cosas según nuestros objetivos, a partir de lo que hemos aprendido.
Por supuesto, el lóbulo frontal no actúa solo, se coordina con otras áreas del cerebro para realizar determinadas tareas. Sin embargo, de esta actividad podemos definir claramente algunas de las funciones y procesos ejecutivos vinculados al trabajo de este lóbulo.
Funciones del lóbulo frontal
- Meta-pensamiento: capacidad para pensar en abstracto sobre cosas que sólo están presentes en nuestra imaginación.
- Memoria de trabajo: es decir, una memoria “transitoria” con información relativa a un problema que debe ser resuelto en tiempo real y que, una vez solucionado, perderá su valor.
- Ideación a largo plazo: permite proyectar experiencias aprendidas en el pasado, para utilizarlas en situaciones futuras.
- Planificación: logra imaginar planes y estrategias, así como sus posibles resultados y consecuencias. Crea escenas futuras, pero también nos ayuda a navegar por alternativas hacia nuestros propios objetivos.
- Autocontrol: desde la parte inferior del lóbulo frontal, llamada zona orbital, se establece una estrecha relación con el sistema límbico donde radican las emociones. Una de las tareas del lóbulo frontal es amortiguar los efectos de las señales emocionales para evitar arrebatos y actos impulsivos entorpezcan nuestros planes.
- Cognición social: nos permite atribuir estados mentales y emocionales a los demás, y que ello influya en nuestra conducta. Ello aunado a la capacidad de planeación, nos permite la socialización y tejer nuestras redes sociales.
Además, el lóbulo frontal se encarga de controlar:
- Las actividades motoras aprendidas, como escribir, tocar un instrumento musical o atarse los zapatos.
- Procesos intelectuales complejos, como el lenguaje, el pensamiento, la concentración.
- Las expresiones faciales y los gestos de manos y brazos.
- Coordinar las expresiones y otros gestos con el estado de ánimo y los sentimientos.
¿Qué pasa si se daña el lóbulo frontal?
Existen muchas condiciones que pueden dañar el lóbulo frontal, en tal caso el efecto más común que se identificará es el cambio dramático del comportamiento social o cambios en la personalidad.
Igualmente, un daño en esta zona puede producir graves alteraciones del comportamiento del individuo. Hay quienes se vuelven más desinhibidos, no controlan su comportamiento, pueden ser más obscenos, etc.
Por lo general, una lesión en los lóbulos frontales causa la pérdida de la capacidad de resolver problemas y de planificar. Algunas discapacidades específicas varían según cuál sea la zona del lóbulo frontal lesionada:
- Si la parte posterior del lóbulo frontal resulta dañada, se produce debilidad muscular o parálisis.
- Si la parte central del lóbulo frontal está dañada, las personas pueden llegar a presentar apatía, falta de atención y desmotivación. El pensamiento se ralentiza y las respuestas a las preguntas son muy lentas.
- Si se daña la parte posterior media del lóbulo frontal izquierdo (área de Broca), las personas pueden tener dificultades para expresarse con palabras; se trata de una alteración llamada afasia de Broca (o afasia expresiva).
- Si la lesión afecta la parte anterior del lóbulo frontal, puede ocurrir lo siguiente:
- Dificultad para mantener temporalmente la información disponible para su procesamiento (denominada memoria de trabajo).
- Reducción en la fluidez del habla.
- Apatía (falta de emoción, interés y preocupación).
- Falta de atención.
- Respuestas tardías a las preguntas.
- Una sorprendente falta de inhibición, que incluye un comportamiento social inapropiado.
Neuroplasticidad y el lóbulo frontal
Ante cualquier daño del lóbulo frontal, una alternativa de rehabilitación es promover la neuroplasticidad y crear nuevas conexiones neuronales para ayudar en el restablecimiento de ciertas tareas o funciones cognitivas que se hayan visto afectadas.
La plasticidad cerebral es la capacidad de las células nerviosa (neuronas) para regenerarse anatómica y funcionamiento. Esta capacidad se desarrolla como consecuencia de estimulaciones ambientales y permite que el cerebro se adapte a los cambios a través del tejido de redes neuronales.
Esta permite desarrollar nuevas habilidades en la persona. Se puede obtener una nueva perspectiva bajo la cual leer la realidad, moldear la estructura del cerebro para la supervivencia, o sea, aprender cual es la mejor respuesta a ciertos estímulos ambientales, en otras palabras alcanzar nuestros objetivos vitales.
A través técnicas como el neurofeedback dinámico esta capacidad neuronal puede verse promovida para rehabilitar a la persona en caso de daño del lóbulo frontal, y ayudar así a recuperar funciones elementales como la memoria, la concentración, la atención y la capacidad de tomar decisiones asertivas.
Un sistema global de neurofeedback dinámico que se basa en la plasticidad cerebral y sobre su capacidad de auto-curación, ayudando al cerebro a mantenerse en el presente a través de mecanismos inconscientes.
Es un enfoque no médico y que no implica ningún diagnóstico, es suave, natural y seguro, tal como un espejo que informa al cerebro de su funcionamiento y le deja tomar las decisiones, sin imponer un estado especifico.
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