Cómo se modifica el cerebro con la imaginación es información reciente que los científicos han identificado para poder fomentar este atributo propio del hombre.

La imaginación es uno de los atributos exclusivos del ser humano y manifestación de su inteligencia. Es la capacidad mental de representar imágenes de las cosas reales o ideales, también vinculada con la fantasía. Imaginar es crear, idear o proyectar cosas nuevas.  

¿Dónde se ubica la imaginación? 

El complejo proceso de la imaginación que caracteriza a los humanos se lleva a cabo en el cerebro, por supuesto. Hoy se sabe, sin embargo, que en ello se ven involucradas 11 áreas neuronales y no sólo una zona específica. Se trata de toda una red de neuronas que se implican en la imaginación o una asociación de neuronas “imaginadoras”.  

Un estudio realizado en la Universidad de Dartmouth de Hanover develó que los mecanismos cerebrales que nos hacen seres imaginativos, con pensamientos libres y creativos, son complejos y difícilmente se puede hallar un área específica donde se aloje la imaginación.  

Concebir, a través de la imaginación, una idea o una proyección creativa es muy complejo. Se requiere descifrar el lenguaje, asociarlo con imágenes que ya están en nuestra memoria y recrear una nueva imagen en la mente. Igualmente sucede cuando vamos por objetos abstractos o separamos mentalmente las partes de un objeto.  

Cómo se modifica el cerebro con la imaginación 

Aunque identificar la zona cerebral donde parte la imaginación no ha sido del todo posible por ahora, y los estudios al respecto aún tengan mucho que descubrir, también sabemos que el cerebro se ve modificado cuando imaginamos.  

De acuerdo a la investigación realizada por Barry Van Veen, de la Universidad de Wisconsin-Madison, se sabe, que al tratar de imaginar algo, la información circulaba desde el lóbulo parietal del cerebro al occipital, a la inversa respecto a la que pensamos el mundo real.  

Es decir, los códigos imaginativos viajan de una región superior del cerebro —donde se procesan las sensaciones como el frío, el dolor o la alegría—, hacia otro inferior que se ocupa del procesamiento de imágenes.  

La particularidad de ello que el proceso imaginativo invierte el funcionamiento del cerebro. Lo habitual es que cuando el cerebro procesa la información del mundo real que captamos a través de los sentidos, ésta circule desde el lóbulo occipital al parietal.  

De esta forma es cómo se modifica el cerebro con la imaginación, un mecanismo que invierte su proceso diferenciándose de cuando percibimos la realidad, pero sin saber que es fantasía.

«Parece que el funcionamiento de nuestro cerebro y el de los animales es direccional, pero que la dirección en que se mueven las señales neuronales varía dependiendo de si el estímulo que las produce procede del mundo exterior o de si se genera en el interior de nuestra mente», explica el profesor Van Veen.   

La imaginación tiene poder  

El cerebro es incapaz de distinguir entre lo que imaginamos y la realidad, por ello lo que se practica en la imaginación es tan potente como lo que vivimos en verdad y da los mismos resultados. 

La neurociencia ha demostrado que al imaginar se activan los mismos circuitos cerebrales que cuando lo hacemos o lo experimentamos. Es decir, si imaginamos que estamos haciendo un deporte el cuerpo responde como si fuese cierto, es decir, se acelera nuestro ritmo cardíaco, nuestra respiración, nuestra tensión arterial, se producen micro contracciones musculares, exactamente igual que cuando soñamos. 

En el cerebro se fragua una simulación virtual cada vez que imaginamos, en él podemos probar situaciones, entrenar, crear, prever e incidir en nuestro organismo, mejorar el aprendizaje, las habilidades socioemocionales, etc.  

La visualización, por ejemplo, es una técnica cada vez más popular que permite lograr grandes resultados, pues trata de proyectar imágenes en la mente donde se consiguen objetivos determinados. Eso implica que el cerebro no sólo recrea esas imágenes sino también las cree.  

Los resultados favorables obtenidos se explican por el hecho de que el cerebro no es capaz de distinguir realidad de ficción. 

Plasticidad neuronal para la imaginación 

Una ayuda significativa en el desarrollo de la imaginación, y con ello la creatividad, es la promoción de la neuroplasticidad. La plasticidad cerebral es la capacidad de las células nerviosa (neuronas) para regenerarse anatómica y funcionamiento. Esta capacidad se desarrolla como consecuencia de estimulaciones ambientales.    

El objetivo es conseguir una mejorar adaptación funcional al medio ambiente. El cerebro produce respuestas más complejas en cuanto los estímulos ambientales son más exigentes. Para ello, tiene una reserva numérica de neuronas considerable para modular tanto la entrada de la información como la complejidad de las respuestas.       

Para promover la neuroplasticidad, la técnica de neurofeedback dinámico es una excelente herramienta y que, justamente, se basa en la plasticidad y sobre la capacidad de auto curación del cerebro, ayudándolo a mantenerse en el presente, vía mecanismos inconscientes.  

El sistema Neurofeedback Dinámico de NeurOptimal® interactúa con el cerebro en su propio lenguaje, para otorgarle más flexibilidad y un mayor poder de recuperación. Le proporciona los medios para que se autorregule restaurando la tranquilidad y la confianza para un mejor bienestar

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