Saber cómo prevenir el estrés escolar es primordial para proteger la salud física y mental de los estudiantes en todos los niveles.

Clases a distancia, tareas en casa, actividades extraescolares, presentaciones, lecturas, profesores exigentes, competencia entre compañeros, expectativas de los padres, información que no se entiende del todo son algunas de las cosas que estresan al estudiante y pone en riesgo su salud mental.  

¿Qué es el estrés escolar? 

El estrés es una respuesta natural del organismo a una tensión que pudiera ponernos en peligro; el cerebro emite señales que detonan mecanismos fisiológicos de supervivencia. Sin embargo, a las amenazas vitales también se suman las psicológicas, entendidas como las ideas y emociones que hay en nuestra mente y que nos presionan y producen una respuesta neuronal de estrés.  

A los niños —y estudiantes en general— esta presión les genera una reacción normal frente a las diversas exigencias y demandas a las que cada uno se enfrenta en la escuela (cualquiera que sea el nivel académico): pruebas, exámenes, trabajos, lecturas, presentaciones, etc.  Esta reacción les activa y moviliza para responder con eficacia y conseguir metas y objetivos, a veces demasiado elevados, lo que puede agudizar la respuesta y disminuir el rendimiento del estudiante. 

El estrés escolar es un proceso sistémico de carácter adaptativo y esencialmente psicológico, donde se considera la presencia de estresores propiamente académicos y otros que no giran en torno a este ámbito, sino que son externos.  

Estresores académicos 

Existen condiciones que estresan al alumnado y que se encuentran estrechamente vinculadas al ámbito académico y el propio desempeño del individuo, así como el contexto escolar. Estos son estresores académicos que pueden ser exigencias internas o externas:  

  • Exigencias Internas: parten de los estándares personales y las autoexigencias. Son exigencias internalizadas que plantean metas y objetivos muy altos, con búsqueda de control y grandes esfuerzos.  
  • Exigencias Externas: el entorno las va presentando y están relacionadas con los requerimientos propios del nivel escolar: tareas, exámenes, rendimiento en el aula, tiempo limitado, incluso influye la personalidad del profesorado y los vínculos que se dan con los alumnos.  

Estresores No Académicos 

Al margen del ámbito escolar, el alumno se puede encontrar en un contexto tal que le presione y afecte su rendimiento escolar, su atención y su desempeño, lo que acentúa la presión escolar. Entre algunos de estos estresores están:  

  • Familia disfuncional 
  • Problemas cognitivos no diagnosticados 
  • Separación de los padres 
  • Cambio de escuela 
  • Cambio de domicilio 
  • Alguna muerte cercana 
  • Condiciones económicas desfavorables 
  • Incorporación de un nuevo miembro a la familia 
  • Conflictos de pareja en la adolescencia 

Por mencionar algunos ejemplos que expliquen condiciones ajenas a los estudiantes y que pongan en tensión su vida cotidiana, afectando su desarrollo académico y le estrese.  

Fases del estrés escolar crónico 

Es importante reconocer cómo se está desarrollando el alumno frente al estrés, así como la manera en la que su organismo, su mente y sus emociones se manifiestan ante la presión. Una correcta intervención ante el estrés depende de la fase en la que se encuentre. 

  1. Nivel normal de resistencia. Sentir un poco de estrés es normal y provechoso pues le ayuda a motivarse y comenzar a actuar frente a sus responsabilidades escolares. Sin embargo, frente a una alta demanda de actividades, la mente y el cuerpo se van agotando, mermando el rendimiento.  
  1. Alarma. El cansancio inicial debe ser una señal para determinar que el estudiante se comienza a estresar y debe descansar.  
  1. Resistencia. Para evitar la baje en rendimiento, se deberá regular la cantidad de tiempo que se mantiene al estudiante sometido a exigencias.  
  1. Agotamiento. El estudiante sentirá efectos físicos y mentales de verse sometido de manera constante y permanente a exigencias académicas y no académicas.  
  1. Cronificación. Si a pesar del agotamiento, no se descansa y se hacen pausas o se disminuyen las exigencias escolares para recuperar energía, el organismo podría entrar en una fase de cronificación del estrés que mermará su salud física y mental.  

Síntomas  

  • Inquietud e hiperactividad 
  • Tristeza y/o desgano 
  • Ansiedad constante 
  • Dificultades para concentrarse 
  • Quedarse en blanco 
  • Problemas de memoria, olvidos frecuentes 
  • Irritabilidad frecuente 
  • Temor a no poder cumplir con las obligaciones 
  • Baja motivación para actividades académicas 
  • Angustia y/o ganas de llorar frecuente 

Además, se presentarán otros signos físicos como problemas gastrointestinales, trastornos del sueño, tensión muscularmigraña, bruxismo, etc.  

¿Cómo prevenir el estrés escolar? 

Algunas de las estrategias que ayudan tanto a prevenir la cronificación del estrés como a afrontar las manifestaciones en la fase de agotamiento son: 

  • Planificar actividades priorizando entre ellas 
  • Decidir entre diversas técnicas de estudio 
  • Alimentarse saludablemente en horarios estables 
  • Practicar deporte o actividades recreativas 
  • Dedicar tiempo a pasatiempos y hobbies 
  • Mantener ciclos de sueño estables 
  • Buscar ayuda y compartir con otros 
  • Practicar relajación y respiración profunda 
  • Mantener el sentido del humor 
  • Esforzarse en mantener la calma y tranquilidad 

Una herramienta más puede ser la práctica del neurofeedback dinámico que ayuda en la gestión del estrés, a mantener más tiempo la atención y concentración, fortalece la memoria, así como promueve un mayor nivel de calma que contrarreste la ansiedad.  

Neurofeedback para disminuir el estrés 

La práctica regular del neurofeedback dinámico puede ayudarte a enfrentar secuelas de esta ansiedad que está latente en tu día a día. Entre sus beneficios:  

  • Mejor gestión del sueño  
  • Control de los estados ansiosos 
  • Mejora de la memoria  
  • Facilita la focalización de la atención  
  • Más sensación de clama y relajación  
  • Disminución de la hiperactividad causada por ansiedad  
  • Menor irritabilidad e incomodidad  
  • Más control del dolor  
  • Mejor gestión del estrés  
  • Menos sensación de estar abrumado/a 

Conoce aquí algo más sobre el desempeño cognitivo para la vida diaria. 

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