Una pregunta constantes ante el uso y abuso de nuestros dispositivos es cómo afecta la tecnología a nuestro cerebro y hoy te ofrecemos una revisión de los objetos cotidianos que alteran nuestra cabeza.  

Cuando pensamos en los efectos de la tecnología solemos enfocarnos en los aparatos que más a la mano tenemos, como los teléfonos móviles, las computadoras o la televisión. Nos preocupa que estos dispositivos puedan causarnos algún daño, a la vez que ya no podemos vivir sin estar pendientes de los contenidos que nos proveen.  

Esta preocupación no es sólo nuestra, los neurocientíficos se han dado a la tarea de estudiar los efectos de la tecnología en nuestro cerebro. Si ésta pudiera causar algún daño o, por el contrario, beneficiar algunas de nuestras funciones cognitivas.  

Anteriormente, en este blog hemos hablado de algunas formas cómo afecta la tecnología a nuestro cerebro y, en general, a nuestra salud. Tal el caso de la electrosensibilidad, una respuesta de intolerancia del organismo frente a los campos electromagnéticos a dosis que se encuentran por debajo de los límites de las actuales reglamentaciones. 

Adicción al internet 

También, hemos considerado cómo afecta la tecnología a nuestro cerebro cuando se trata del internet. Éste puede ser capaz de causarnos dependencia y alterar de esta manera los procesos de neuroquímicos (como la dopamina y las endorfinas) al producirse reacciones adictivas.  

Aquí hemos tratado el tema de la adicción al Internet. Un estudio de la Universidad Estatal de San Francisco, EE. UU., indica que los teléfonos inteligentes facilitan que las personas puedan hacerse adictas a Internet. Y más allá, las consecuencias de ello implican el riesgo de depresión, ansiedad y sentimientos de soledad. 

Adictos a las redes sociales 

Por su parte, se han realizado estudios sobre la adicción a las redes sociales. En los experimentos realizados se descubrió que la autorrevelación (hablar de sí mismo) ilumina las mismas áreas del cerebro que también se activan mediante actividades placenteras.  

Así, publicar información de nosotros mismos en las redes sociales y, en el mejor de los casos, obtener reacciones positivas y buenos comentarios nos es tan gratificante que buscaremos repetir la sensación una y otra vez, incrementando la dosis.   

Esta necesidad cada vez mayor de publicar nuestra vida y sentir placer por ello, genera una adicción conductual. Es ya una adicción cuando somos incapaces para desconectarnos de los contactos y la actividad de amigos y conocidos a través de las redes sociales, y esto impide que realizamos regularmente nuestras tareas cotidianas.  

Luz azul altera ritmos circadianos 

Otra forma en cómo afecta la tecnología a nuestro cerebro está en la producción de luz azul de las pantallas de diversos dispositivos.  

Evitar el descanso y la recreación por responder a todas las alertas y avisos provenientes de internet, tiene efectos nocivos en el cerebro porque se inhibe el reposo y la correcta recuperación neuronal.   

De igual modo, tener aparatos eléctricos encendidos cuando no es necesario hacerlo, así como dormir con el celular a un lado, puede contribuir a incrementar estados ansiosos, toda vez que el cerebro no descansa por dichos artefactos.  

El insomnio tecnológico es cada vez más frecuente gracias a que las noches se han iluminado por las múltiples pantallas de dispositivos electrónicos. La luz azul, tan característica de dichos dispositivos, altera por completo nuestros ciclos de vigilia y nuestro reloj biológico.   

Esto nos está provocando un mal descanso provocando, especialmente en los jóvenes, insomnio crónico y otras alteraciones del estado de ánimo. Sin olvidar que la falta de sueño tiene un efecto nocivo en el cerebro.  

¿Los teléfonos causan cáncer?  

Hay quienes creen que los teléfonos celulares provocan tumores cerebrales o causan cáncer. Sin embargo, por ahora, nadie sabe si éstos son capaces de causar cáncer. Aunque se están realizando estudios a largo plazo, hasta la fecha no hay pruebas convincentes de que el uso de teléfonos celulares aumente el riesgo de cáncer.  

No todos está mal con los video juegos 

La preocupación de los padres por el uso y abuso de los videojuegos por parte de sus hijos no está del todo justificada. Hoy se sabe que la práctica moderada de videojuegos ayuda a las personas a tomar decisiones con mayor rapidez.  

Asimismo, los videojuegos mejoran diferentes capacidades cognitivas, hay varios estudios serios que lo corroboran. Entre los beneficios están la mejora en la planificación, la gestión de recursos y funciones ejecutivas.  

Jugar videojuegos aumenta el tamaño y el desempeño de partes del cerebro responsables de las habilidades visoespaciales, es decir, la capacidad para representar, analizar y manipular objetos mentalmente.  

Sólo estas condiciones que predisponen a que los jóvenes, especialmente los varones, a una posible adicción a los videojuegos: altos niveles de testosterona asociados a una baja autoestima con poca actividad pro-social.  

Tecnología para el cerebro 

Aunque ya conocemos los posibles riesgos para la salud física y mental, y cómo afecta la tecnología a nuestro cerebro, sabemos que ésta también se está utilizando para su mejor estudio y conocimiento. Brindándonos muchas posibilidades de mejorar nuestra calidad de vida y bienestar. 

Tal es el caso de los equipos de entrenamiento con neurofeedback dinámico, que especialmente nos ayuda a cuidar del cerebro, y cuyos beneficios abordan:  

  • La mejoría y flexibilidad en de condiciones neurodivergentes (TDAH, TEA).  
  • Rehabilitación luego de daños y lesiones neuro-cerebrales. 
  • Ralentización de procesos neurodegenerativos por demencia o enfermedades como Alzheimer. 
  • Facilita la relajación para lidiar con dolores crónicos.  
  • Incrementa la concentración, atención y memoria. 
  • Provee mayor rendimiento y bienestar.  

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