Toma en cuenta estas 5 cosas que le hace tu teléfono celular al cerebro y procura disminuir tu actividad para mejorarlo.

Se calcula que consultamos su pantalla unas 85 veces al día: lo hemos convertido en un instrumento indispensable. El uso del teléfono celular puede alterar al cerebro y sus efectos son similares al de la adicción al trabajo. 

Aunque el teléfono celular hoy pueda ser muy útil para una infinidad de cosas, la dependencia que éste puede generarnos es también real y tiene un coste en la salud mental.  

1. Alertas que estresan 

Las notificaciones son generadoras de un alto nivel de estrés, nos mantienen constantemente en alerta; no obstante ignoremos la mayoría de ellas. Recibir avisos de estatus en redes, mensajes de texto y otras señales es intrusivo y acelera los mecanismos de defensa del cerebro.  

Según un estudio publicado en la publicación científica PLOS One, la persona media chequea su teléfono unas 85 veces al día, lo que viene a ser una vez cada 15 minutos. Eso sin contar que aproximadamente un tercio del día lo pasamos (o deberíamos pasarlo) durmiendo.   

2. Afectaciones cognitivas 

Un estudio publicado en la revista científica Frontiers in Psychology en 2017 informó que, cuando se usan con prudencia, los dispositivos pueden incluso estimular la cognición humana. 

Pero, con el uso excesivo que en realidad damos al teléfono celular, el estudio advierte de un impacto negativo y duradero en la capacidad de los usuarios para pensar, recordar, prestar atención y regular las emociones.  

De acuerdo con Sharon Horwood, profesora de la Universidad de Deakin (Australia), que nuestra atención se desvíe cada 10 o 15 minutos, mientras estudiamos o trabajamos, o pasando tiempo con nuestros seres queridos, esta distracción puede tener consecuencias importantes.  

La razón es que el teléfono móvil ejerce dos formas de influencia dañinas sobre nuestra atención: una exógena, en la que la vibración o el sonido captan nuestra atención y se la arrebatan a la tarea que estemos realizando, y una endógena en la que somos nosotros mismos los que no podemos evitar pensar en nuestro teléfono incluso sin que medie para ello un estímulo externo. 

3. Daños en la memoria 

Si tomamos en cuenta el estudio anteriormente señalado, respecto a las veces que echamos un vistazo al aparato, podemos considerar que nos desconcentra y afecta la memoria y el aprendizaje. 

El daño en la memoria se deriva también a que nuestro cerebro se vuelve perezoso con una herramienta que todo lo facilita. Hoy que los teléfonos celulares tienen aplicaciones para una alta cantidad de actividades y recordatorios, nuestro cerebro ha dejado de trabajar y eso le gusta (minimiza su desgaste energético).  

Por ejemplo, cuando leemos un libro, generamos imágenes del texto en nuestra mente, a diferencia de cuando ves un video. La consecuencia de esto, según las investigaciones, es que no retenemos el conocimiento.  

4. Insomnio crónico 

Ya otras veces hemos hablado de que las pantallas de los dispositivos móviles generan luz azul, la cual puede alterar nuestros ritmos circadianos. 

La exposición a pantallas puede provocar dificultad para conciliar el sueño, ya que el destello de la iluminación del teléfono altera la melatonina, la hormona que induce la fase REM del sueño en la que nuestro cerebro se reorganiza y descansa. 

El organismo está sincronizado con el ciclo solar. El cuerpo se activa y se desactiva en función de la luz ambiental, la luz eléctrica ha hecho que cada vez resulte más difícil dormir completamente a oscuras. Esto confunde nuestra sincronización con el sol alterando así nuestra secreción de melatonina y con ello el mecanismo de “desconexión”, lo que produce insomnio.  

5. Adictos a los likes 

Estar tan al pendiente de las notificaciones, los likes y demás mensajes que llegan a nuestro teléfono puede generar una adicción similar a la del trabajo, gracias a la dopamina.  

Según los postulados de la psicología conductista, lo que está sucediendo es que estamos siendo condicionados para esperar una recompensa (normalmente en la forma de una interacción social, aunque sea a través de una red social o un chat) cada vez que miramos el teléfono. 

Este condicionamiento llega a ser tan fuerte que no esperamos a que llegue la notificación para mirar el teléfono, lo hacemos antes de que pase, aunque sólo encontremos notificaciones que no nos importan. 

Señala un estudio publicado en la publicación científica Computational Intelligence and Neuroscience que los cerebros de quienes usan mucho el teléfono son más susceptibles al activar el circuito dopamínico de recompensa, especialmente si las notificaciones son gratificantes. Ello va generando una dependencia al neuroquímico, que dificulta aún más recobrar la atención. Por el contrario, genera distracción y apego excesivo.  

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