La ansiedad es un trastorno generalizado que, a largo plazo, puede llegar a afectar la memoria de trabajo.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, tan solo en 2019, casi mil millones de personas –entre ellas un 14% de los adolescentes de todo el mundo– estaban afectadas por un trastorno mental. No obstante, la pandemia por COVID-19 provoca un aumento del 25% en la prevalencia de la ansiedad y la depresión en todo el mundo.
Las estadísticas globales ponen en evidencia que la ansiedad es un trastorno cada vez más frecuente y sus síntomas deberían saberse ya, de modo que puedan ser identificados con rapidez para un pronto diagnóstico y tratamiento oportuno.
Sin embargo, no siempre es así. En los servicios de salud, la ansiedad y los ataques de pánico pueden ser considerados con poca seriedad y atribuirlos aún con simpleza; por lo que todavía tenemos mucho de qué hablar al respecto.
Síntomas de la ansiedad
Con frecuencia, en los trastornos de ansiedad se dan episodios repetidos de sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror que alcanzan un máximo en una cuestión de minutos (ataques de pánico).
Estos sentimientos de ansiedad y pánico interfieren con las actividades diarias, son difíciles de controlar, son desproporcionados en comparación con el peligro real y pueden durar un largo tiempo.
Los signos y síntomas de la ansiedad más comunes incluyen los siguientes:
- Sensación de nerviosismo, agitación o tensión.
- Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe.
- Aumento del ritmo cardíaco.
- Respiración acelerada (hiperventilación).
- Sudoración.
- Temblores.
- Sensación de debilidad o cansancio.
- Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual.
- Tener problemas para conciliar el sueño.
- Padecer problemas gastrointestinales (GI).
- Tener dificultades para controlar las preocupaciones.
- Tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad.
Es importante, a partir de estos síntomas, recibir una atención profesional adecuada que ayude a paliar secuelas a largo plazo.
Cómo la ansiedad afecta la memoria
La ansiedad generalizada a mediano y largo plazo tendrá efectos negativos sobre los procesos cognitivos. Factores como la memoria, la atención, la capacidad para resolver problemas y la reflexión se verán afectados.
Bajo esta óptica, hay que considerar que la pérdida de la memoria no está relacionada con un deterioro demencial irreversible, sino que puede mejorar una vez que se dé el tratamiento químico y psicológico correspondiente. Un tema que aún se sigue estudiando tanto por la psicología como la neurociencia.
Memoria de trabajo
El cerebro cuenta con diferentes tipos de memoria: la episódica, a corto plazo, a largo plazo, semántica, etc. Será la memoria de trabajo la que más se vea afectada por la presencia de ansiedad en la vida cotidiana.
La memoria de trabajo está conformada por los procesos atencionales y ejecutivos, de los que dependen procesos cognitivos complejos. Este tipo de memoria es la que nos ayuda a resolver los problemas cotidianos, como recordar lo que hemos leído o seguir una conversación.
Una persona que vive con ansiedad puede quedarse en blanco tras una charla y retener tan solo una parte de lo dicho en ella. Los fallos de su memoria provocan que no recuerde el contenido de la conversación, como tampoco lo hace con la secuencia para hacer algo o la orientación para ir a algún lugar.
Las consecuencias son bajo rendimiento, falta de enfoque, bajo nivel crítico, etc.
¿Por qué falla la memoria?
De acuerdo a un estudio realizado por la Universidad Abo kademi y la Universidad de Helsinki (2019), cuya finalidad era determinar si hay un vínculo entre la ansiedad y la pérdida de memoria, hay evidencias de que los episodios de falta de memoria se hacen más evidentes cuando más elevada es la ansiedad.
Lo que provoca este estado psicofisiológico es que los procesos atencionales se vean alterados. Y es que resulta imposible recordar algo cuando no se ha podido fijar la atención en ese evento en concreto.
Si la mente está “concentrada” en las crisis de ansiedad o tratando de evitarlas, no presta atención a los acontecimientos que debe recordar.
El cerebro se ve sometido a un estado emocional intenso y, bajo esas condiciones, el área prefrontal, vinculada a los procesos cognitivos, deja de ser eficiente.
Asimismo, hay una relación de descenso en el funcionamiento de la memoria con la falta de sueño, ésta vinculada a las crisis ansiosas que provocan trastornos en el dormir. No disfrutar de un sueño profundo y reparador afecta también a la correcta consolidación de la memoria.
Neurofeedback dinámico contra la ansiedad
Además de un tratamiento farmacológico que fuera necesario en casos de ansiedad y un proceso psicoterapéutico, la práctica del neurofeedback dinámico puede ser una excelente herramienta para lidiar con la ansiedad, el estrés crónico y el insomnio.
Entre sus beneficios encontramos:
- Ayuda con la gestión del sueño y el descanso.
- Promueve un mejor manejo del estrés.
- Mejora la agudeza mental.
- Te hace sentir más confiado.
- Ayuda a sentir mayor calma y serenidad.
- Disminuye la ansiedad.
- Contribuye a paliar la depresión.
- Ayuda a hacer frente a las cosas mejor.
- Puede ayudar a cambiar la percepción de las cosas.
- Ayuda a cuidar la memoria.
- Mejora la concentración, la actitud multitarea.
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