La resiliencia es un valor que se cultiva en el cerebro y nos permite enfrentar las más complejos retos y resistir al estrés crónico. 

Semanas atrás platicábamos acerca de las maravillosas cifras que evidencian el poder de nuestro cerebro. Este sofisticado órgano tiene una capacidad de adaptación y de recuperación sorprendente. Cuando creíamos que el daño neuronal era irreversible, la ciencia nos habló de la neuroplasticidad y, con ello, el gran potencial de restauración del cerebro. 

El cerebro es el comandante de todo nuestro organismo, desde los latidos del corazón hasta la digestión, se encarga de que todo funcione. Pero el cerebro también está a cargo de la mente y nuestras emociones, de cómo nos enfrentamos a aquello que nos alegra, atemoriza o duele.  

Es gracias a ello que los seres vivos tenemos un potencial de resistencia frente a las adversidades. Todos hemos sobrevivido a duras batallas, unos con más arrojo que otros, pero si estamos aquí leyendo estas palabras es porque vecemos cada día. Somos resilientes frente a la adversidad.    

¿Qué es la resiliencia? 

El término resiliencia es una castellanización de la palabra inglesa resilience resiliency, que se usaba en un comienzo en la termodinámica. Más tarde las ciencias biológicas y las sociales se apropiaron de él para describir estados de resistencia a experiencias adversas o de riesgo

Gracias a estudios científicos, sabemos que la resiliencia es una capacidad humana innata e inscrita en el cerebro. Lo que confirma que todos somos capaces enfrentar con éxito las adversidades y cualquiera puede cultivar la resiliencia a través del tiempo.  

De acuerdo con la psicóloga Corinne J. Montes Rodríguez, de la Universidad Nacional Autónoma de México: “la resiliencia es la capacidad de los individuos para sobreponerse a periodos de dolor emocional y situaciones adversas. Se trata de eventos que suelen poner al límite al sujeto en cuanto a su integridad física y/o psicológica”. 

Todavía más, los mecanismos que utilizamos para sobreponernos a esta clase de eventos son realmente lo que nos hace resilientes. Además, trabajar estos “traumas” en terapia permite que se haga una reinterpretación de la experiencia adversa, lo que involucra complejos procesos asociados al sistema de interconexión y plasticidad neuronal.  

Reestructurar la memoria para ser resilientes 

Es decir, la resiliencia desde el punto de vista de la neurobiología es la habilidad de un individuo para adaptarse exitosamente a un estrés agudo, un trauma o formas crónicas de adversidad. Esto se logra a partir de una neurointegración armónica de diversas áreas cerebrales.  

Según lo explica Guillermo Vuelta, de la Asociación Educar para el Desarrollo Humano: “ Para que la resiliencia ocurra, es necesario que el sujeto reestructure la experiencia negativa, de manera que pueda reconfigurarse a partir de los elementos de su experiencia, contando otro relato con la misma historia, es decir, reorganizando la memoria.  

Esto sugiere que procesos como aprendizaje, representación y discriminación del contexto, consolidación de las memorias y cambios en las conexiones neuronales son indispensables para la resiliencia. 

Por su parte, la psicóloga Montes Rodríguez señala que no se trata de que los sujetos olviden la experiencia, sino de generar una nueva memoria de esa experiencia. “De eso se trata la resiliencia, de generar una nueva representación de esa memoria”. 

Resiliencia; respuesta neuronal al estrés 

La resiliencia, como respuesta a un estrés crónico, se soporta en la neuroplasticidad que permite la integración de información que tiene origen en nuestro propio organismo (interoceptiva), información que captamos del exterior (exteroceptiva), información emocional, motivacional y cognitiva.  

Esta información puede detonar el funcionamiento de diversas áreas cerebrales como el circuito clásico del miedo (amígdala), el circuito de recompensa (núcleo accumbens) y del estrés (conformado por el hipotálamo, la hipófisis y el sistema adrenal); así como la Corteza Prefrontal y el hipocampo). Las mismas que trabajan frente al estrés crónico.  

Frente al momento adverso el cerebro responde como si el organismo corriera un grave peligro, detonando respuesta de estrés, para luego reestructurar la memoria de los hechos y poderlos así enfrentar de diferente manera. Para ello se requiere de la selección y aprendizaje de nuevas estrategias, resolución de problemas, representación del contexto y la reorganización de las redes neuronales. 

Mayor resiliencia implica mayor neuroplasticidad 

La plasticidad neuronal involucra diversos procesos estructurales en el cerebro, así como la producción de neurotransmisores y hormonas que se conjuntan para echar a andar los mecanismos neurobiológicos de adaptación de la resiliencia.   

Asimismo, la neuroplasticidad nos permite ser mucho más flexibles, lo que es necesario para poder ser resilientes. Ésta nos permite responder de manera activa a condiciones y emociones que solemos considerar negativas (no evita las emociones), frente a ello nos hace más adaptables adoptando una respuesta diferente a la que comúnmente usaría el cerebro al activarse la respuesta a la amenaza o estrés).  

Es por ello que la práctica constante de neurofeedback dinámico, que promueve la neuroplasticidad y la flexibilidad neuronal también puede ayudarnos a ser más resilientes.  

¿Cómo ser más resiliente con Neurofeedback dinámico? 

El estrés y situaciones cotidianas pueden afectar negativamente la flexibilidad de los procesos del cerebro, sabemos que a lo largo del día se requiere pasar por diferentes estados de consciencia como estar alerta, concentrado, relajado y dormido. 

La falta de flexibilidad altera el rendimiento, el humor y provoca estados de estrés, de agotamiento y en muchas ocasiones somatizaciones que hacen el ciclo de no flexibilidad continúe de manera ininterrumpida. 

Es como conducir un auto durante varias horas por una carretera a una velocidad alta y tomar una desviación que requiere una velocidad mucho menor, pero se continua a la misma velocidad, los estragos serán incalculables e inimaginables. 

Este ejemplo ilustra como realizamos actividades que piden un ritmo muy acelerado para lograr los objetivos, pero después llegamos con la familia o a lugares donde se encuentran más tranquilos y se experimenta un choque, que genera confrontación, sentimiento de no comprensión y aumento del estrés, dando el resultado que la persona termine agotada y sin energía para continuar con el resto de actividades cotidianas, o que permiten restablecer el cerebro, como lo puede ser tener un sueño reparador y tranquilo. 

La función de Neurofeedback Dinámico es que ha sido diseñado precisamente para trabajar con el cerebro como un sistema dinámico y no lineal. Lo que le proporciona al cerebro la información necesaria para que se ajuste y reorganice llevándolo a un estado de mayor rendimiento y flexibilidad. 

NEUODOZA | CITAS | RENTA TU EQUIPO 

📞 514 447 8434 🇨🇦 

Translate »
Inscríbete

Inscríbete

Recibe nuestra lista de precios, descuentos, promociones especiales y nuestro boletín informativo. verifica todos tus buzones de correo.

¡Felicidades! En pronto recibirás maravillosas noticias de nosotros