La libertad es elegir desde el cerebro, donde la corteza prefrontal dirige nuestro comportamiento y manera de seleccionar opciones.

En 2014 el doctor Joaquín Fuster publicó el libro El cerebro y la libertad, en el que plantea que ésta tiene origen en la corteza cerebral. Un tema interesante al que adentrarse este lunes, Día Mundial de la Libertad.  

Como cada 23 de enero, hoy celebramos la libertad; al tiempo que descubrimos que ésta habita desde siempre en nuestro cerebro. Quédate hasta el final y conoce dónde reside nuestro libre albedrío.  

La libertad es elegir desde el cerebro 

De acuerdo a Fuster, en entrevista para El Mundo de España, el libre albedrío no es otra cosa que la capacidad de elegir entre posibles acciones o formas de lenguaje. “Esa capacidad define lo que yo entiendo como libertad”.  

Al respecto, el autor señala que hay una libertad de acción y una libertad de supresión o dejar de hacer lo que no quiero. En ambos casos se trata de una elección, de tomar opciones: ello es la libertad.  

Esa acción decisiva se encuentra en la corteza cerebral, la parte del cerebro que más finamente nos ajusta el medio y nos permite la adaptación.  

Mucho de esas decisiones rugen de nuestro interior, a manera de impulsos biológicos; pero otros, vienen de la experiencia, la memoria, nuestra historia o la circunstancia en que nos encontramos.  

El psiquiatra y neurocientífico Joaquín Fuster aclara que la libertad no se puede comprender sin el contexto percibido y la acción. “La relación constante con el mundo externo a través de la filtración por la memoria filial es la circunstancia”. 

Esta libertad de elegir nos permite formar e inventar el futuro, el de cercano y el lejano, pero es una libertad predeterminada. 

Corteza Prefrontal  

La corteza prefrontal es la que nos abre a la libertad y a la creatividad: Fuster 

Esta región es clave en el control de la conducta, la personalidad, la memoria de trabajo, y en funciones cognitivas superiores. Sin embargo, tanto la conducta como las habilidades cognitivas superiores dependen de manera importante del estado de alerta, y de las respuestas autonómicas y emocionales asociadas. 

En la década de los 70, a partir de los abordajes del cognitivismo y de la neurología del comportamiento, se comenzó a conceptualizar las funciones de las regiones prefrontales: el planeamiento, el razonamiento, la resolución de problemas, el ordenamiento temporal de los estímulos, la atención, la metacognición y la cognición social. 

Si concebimos la libertad como un derecho humano fundamental de las personas, referido a la facultad de los individuos para elegir su forma de vivir, pensar y actuar en la sociedad de manera responsable, sin coerciones ni obligaciones. Podemos coincidir en la relevancia del cerebro, particularmente de la corteza prefrontal, en esa forma de elegir en la vida.  

Por supuesto, un daño o lesión en esta zona neurológica puede alterar el rumbo de nuestras decisiones y, especialmente, del comportamiento. Caso ejemplar es el de los pacientes con esquizofrenia.  

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