El poder terapéutico del abrazo nos ata, sin duda, en un vínculo neurobiológico que altera nuestros procesos cerebrales. Aquí te contamos cómo lo hace.  

En el Día Internacional del Abrazo (21 de enero) es oportuno reflexionar sobre este gesto aparentemente simple pero profundamente significativo. Los abrazos no solo son expresiones de cariño, sino que también desencadenan una serie de reacciones en el cerebro que contribuyen a la salud mental y emocional.  

Examinemos detenidamente lo que sucede en nuestro órgano más complejo cuando nos abrazamos. 

1. Liberación de Oxitocina: La Hormona del Vínculo Social 

El abrazo activa la liberación de oxitocina, a menudo denominada “la hormona del amor” o “la hormona del abrazo”. Esta sustancia química desempeña un papel crucial en la formación y consolidación de las relaciones sociales. La oxitocina está asociada con la reducción del estrés y la ansiedad, promoviendo una sensación de calma y bienestar. 

2. Reducción del Estrés y la Ansiedad: Un Escudo Natural 

Cuando nos abrazamos, el cuerpo experimenta una disminución de los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Este efecto tiene un impacto directo en la reducción de la ansiedad y la tensión emocional. Además, el contacto físico a través del abrazo estimula receptores táctiles que envían señales al cerebro para relajar los músculos y disminuir la respuesta de “lucha o huida”. 

3. Estimulación de los Sentidos: Conexión Cerebral 

El abrazo implica un estímulo táctil significativo. La piel es un órgano sensorial que, a través de los receptores de presión, envía información al sistema nervioso central. Este estímulo táctil durante un abrazo activa áreas cerebrales asociadas con el placer y la recompensa, creando una sensación de conexión y bienestar. 

4. Mejora del Estado de Ánimo

El contacto físico, como un abrazo, desencadena la liberación de neurotransmisores asociados con el placer y la felicidad, como la dopamina y la serotonina. Estos compuestos químicos son fundamentales para regular el estado de ánimo y la satisfacción emocional. Un simple gesto de afecto puede actuar como un antídoto natural contra la depresión y el desánimo. 

5. Construyendo Conexiones 

El abrazo contribuye a fortalecer los lazos sociales y construir relaciones emocionales sólidas. La interacción física, especialmente cuando es positiva, fomenta la empatía y la comprensión mutua. Estos elementos son esenciales para el bienestar emocional y la salud mental a largo plazo. 

6. Respuesta del Sistema Nervioso Autónomo

El abrazo también influye en el sistema nervioso autónomo, que regula funciones corporales automáticas como la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Un abrazo afectuoso puede ayudar a equilibrar este sistema, promoviendo un estado de relajación y estabilidad. 

En conclusión, el abrazo va más allá de un gesto físico; es una conexión profunda entre cuerpos y mentes. En el Día Internacional del Abrazo, recordemos la importancia de este acto cotidiano y reconozcamos su impacto positivo en nuestra salud mental y emocional. Brindemos y recibamos abrazos con conciencia, sabiendo que estamos activando poderosos mecanismos neurobiológicos que promueven el bienestar integral. 

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