En este blue monday, te contamos cómo la tristeza cambia el cerebro y qué efectos tiene en la cotidianidad.  

Hoy es el lunes más triste del año. Eso dice el calendario, aunque en realidad no exista tal cosa. El blue monday es un término dado al tercer lunes de cada enero, inventado en 2005 para una campaña publicitaria de la agencia de viajes Sky Travel.  

Aunque se intentó justificar la campaña con una fórmula matemática que lo explicara, la razón —no científica— que la agencia de comunicación dio es que, para el tercer lunes de enero, todas las fechas festivas de la temporada han finalizado y este lunes sería ya un inicio de semana ordinario. Tiempo que da lugar a la temporada baja en el turismo.  

Mucha gente cree que en realidad existe el día más triste del año, pero la tristeza no se instala por temporalidad de ventas; aunque sí pueden incidir en nuestro estado de ánimo las bajas temperaturas y la escasa luz solar de la época invernal, generando lo que se conoce como Trastorno Afectivo Estacional.  

La tristeza, como el resto de las emociones en una reacción neuropsicológica; sin embargo, ésta tiene un gran impacto en el metabolismo de nuestro cerebro.  

Cómo la tristeza cambia el cerebro 

De acuerdo con el neurocientíficos Eduardo Calixto, jefe del departamento de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente (México), el cerebro se encuentra más que preparado para enfrentar la tristeza, la cual nos permite sentir empatía por alguien o algo y sirve como mecanismo de defensa ante agresiones, esto a través de las lágrimas.  

Al respecto de la reacción del cerebro frente a la tristeza, el científico señala que existen algunos cambios que se pueden experimentar, entre ellos:  

  1. Agotamiento. La tristeza consume altos niveles de glucosa y oxígenos, lo que produce un estado de agotamiento. Esta es la misma razón por la que nos quedamos dormidos llorando.  
  1. Gusto por lo dulce. A nivel de la lengua se disminuye el número de receptores que perciben el sabor dulce, por lo tanto, no se capta en su totalidad el sabor, por lo que las personas que sientes tristeza suelen comer de más. 
  1. El tiempo cambia. La tristeza puede generar la sensación de que el tiempo pasa muy rápido y, en forma crónica, mientras que la melancolía nos puede hacer sentir que el tiempo se detiene. 
  1. Trastornos. La disminución de la serotonina, que da lugar a la tristeza, puede generar, a mediano o largo plazo: depresión, obsesiones compulsivas o arranques de violencia.  

Un abrazo 

De acuerdo con el mismo Eduardo Calixto, de la misma manera en que las emociones pueden cambiar la fisiología, el control consciente de la fisiología puede modificar la tristeza. Si somos conscientes del proceso emocional, nos adaptamos más rápido. En el caso de la tristeza, un abrazo sincero de contención puede disminuir o aliviar la tristeza o el llanto.  

El estrés ignora la tristeza 

En situaciones de estrés, el ser humano disminuye la percepción de la tristeza y el llanto; es decir, un cerebro estresado y con ansiedad se puede desensibilizar a las manifestaciones de tristeza de otras personas, disminuyendo sus conductas prosociales. 

¿Podemos evitar la tristeza?  

Desde nuestro parecer, la tristeza no es algo que debamos evitar, es una emoción como la alegría y la esperanza; un sistema de adaptación al entorno que nos permite aprender de lo vivido y que deja un significativo impacto en el cerebro. 

De acuerdo con el experto, Calixto, no se puede evitar la tristeza; pero el cerebro es capaz de autorregularse y así evitar los daños a largo plazo.  

Por ello, si la tristeza se prolonga por semanas, es necesario consultar a un profesional de la salud mental porque se puede estar frente a un proceso depresivo.  

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