Hay tantos mitos que se dicen respecto a la alimentación y el daño que nos puede hacer, por ejemplo: El azúcar ¿es cierto que daña al cerebro? que hoy te lo vamos a contar aquí.
Nuestras neuronas necesitan un aporte constante de glucosa para funcionar. Ésta es el principal combustible que requerimos para el día a día; la fuente de energía con la que todo el organismo cumple sus funciones, pero especialmente el cerebro.
El cerebro necesita azúcar
Imagina que cada 100 gramos de tejido cerebral requieren, aproximadamente, 5.6 mg de glucosa por minuto. Aunque el cerebro es el 2% de nuestro peso corporal, requiere hasta el 20% de energía del total de la glucosa que fabrica el organismo.
En el caso de un adulto, la mayor demanda de energía procede de las neuronas. Para éstas la glucosa es primordial pues, a diferencia del común de las células que obtienen también energía de otro tipo de fuentes, las neuronas prácticamente dependen de esta sustancia.
De dónde obtenemos glucosa
La glucosa, o azúcar en sangre, se forma por la descomposición de los alimentos en el aparato digestivo. Después de la digestión, se absorbe a la circulación sanguínea y luego se utiliza como fuente de crecimiento y de energía de las células.
Aunque debemos considerar que la glucosa se origina gracias a los alimentos en general, no sólo de alimentos dulces o con azúcar. Todos los alimentos que ingerimos acaban siendo reconvertidos en glucosa, es especial los carbohidratos: cereales, tubérculos, legumbres, productos lácteos, frutas y verduras.
De tal forma que, si todos los alimentos de origen natural nos aportan azúcares, no es necesario añadir azúcar simple a nuestra dieta. No requerimos comer dulces para cubrir la cantidad necesaria de glucosa para el cerebro.
¿Por qué recomiendan una dieta libre de azúcar?
Hoy en día hay una fuerte tendencia a eliminar los azúcares de la dieta contemporánea, especialmente la de los niños. La Organización Mundial de la Salud, recomienda disminuir por debajo del 10% de la ingesta calórica total del día a través de la disminución de azúcares libres.
Es decir, debemos disminuir el consumo del azúcar que se añade a los alimentos, ya sea cuando tomas el azucarero para añadir a tu cereal, o aquella azúcar que ya está integrada en el cereal procesado y que se indica en la etiqueta nutricional como azúcar añadida.
Tipos de azúcares
Y es que existen dos tipos de azúcares: el azúcar natural y el azúcar procesada o añadida. El azúcar natural es la que está presente en los alimentos frescos, como la lactosa de la leche, la fructosa de las frutas y verduras…
En tanto, la azúcar añadida es aquella que no está en los alimentos o su preparación, sino que se adiciona durante el procesamiento industrializado de ciertos productos. Suele ser también azúcar procesada.
De acuerdo a los expertos, el consumo de azúcar añadida debería ser menor a los 5 gramos por porción. Así que si la etiqueta dice que la porción es de 100 grs., y las azúcares añadidas son 11 gramos, nos estaríamos excediendo por 6 gramos de azúcar añadida respecto a la dosis recomendada.
Azúcares añadidas
Si todos los alimentos que ingerimos acaban siendo reconvertidos, en mayor o menor medida, en glucosa, es decir, en energía para el organismo, añadir azúcar simple sería un exceso con riesgos para la salud.
Es por ello que se invita evitar la azúcar añadida, la cual —si observas en las etiquetas— se encuentra en la mayoría de los alimentos procesados; y es una azúcar que se suma a la que los alimentos per se ya tienen.
Estas grandes cantidades de azúcares rebasan los requerimientos diarios y pueden ocasionar daños en la salud, empezando por la obesidad y la diabetes tipo 2.
El exceso de azúcar puede dañar el cerebro
Como sabemos, los excesos nunca son buenos. En el caso de las azúcares, el exceso en su consumo puede provocar desde obesidad hasta diabetes tipo 2; así como daños al riñón y el hígado, entre otros males.
Hoy se sabe que el cerebro, aunque requiera de la glucosa, tampoco resiste altos niveles de azúcar en sangre. Esto puede causar daños en las funciones cognitivas e incluso pérdida de la memoria por disminución en el tejido cerebral.
Niveles altos de glucosa pueden causar Alzheimer
Científicos dirigidos por el Dr. R. Nick Bryan de la Universidad de Pennsylvania hallaron que los pacientes con diabetes tipo 2 prolongada y con niveles altos de azúcar tenían menos tejido cerebral, según la evaluación de imágenes por resonancia magnética de sus cerebros, que aquellos con formas más leves de la diabetes tipo 2.
Los pacientes diagnosticados con diabetes durante 15 años o más tenían menos materia gris que los que habían sido diagnosticados hacía cuatro años. Y por cada 10 años que una persona tiene diabetes, el cerebro envejece dos años más que el de las personas de edad similar sin la enfermedad.
Es especialmente preocupante que esta pérdida cerebro puede ser un colaborador independiente para la enfermedad de Alzheimer en las personas con diabetes tipo 2. Los estudios han documentado el mayor riesgo de esta enfermedad en las personas con altos niveles de azúcar en sangre.
Investigaciones sugieren también que los pacientes más jóvenes que son diagnosticados con diabetes pueden estar enfrentándose al declive cognitivo más rápido que sus pares no diabéticos.
Hipoglucemia, un riesgo para el cerebro
Por otro lado, los bajos niveles de glucosa o hipoglucemia también pueden ser letales para el cerebro.
Si la glucosa escasea y las neuronas no pueden obtener la glucosa que necesitan, se puede desencadenar incluso un proceso de muerte celular por autofagia; las neuronas se consumen a sí mismas para obtener la energía que necesitan, hasta morir.
Cuando los niveles de azúcar están por debajo de lo necesario, las neuronas activan una serie de señales de alarma que envían al conjunto del organismo: problemas de visión, irritabilidad, ansiedad, sudores, mareo, somnolencia, confusión, debilidad, hambre. Si la glucosa no aumenta, se pueden dar convulsiones, desmayos o incluso un coma, que podría terminar con una muerte neuronal.
De acuerdo con la Asociación Americana de Diabetes, cuando los pacientes presentan hipoglucemia y no reciben atención inmediata pueden presentan daño en el cerebro debido a que la glucosa es su principal fuente de energía. Entre las consecuencias se encuentran deterioro neurológico irreversible, estado de coma o muerte cerebral.
Encontrar el dulce equilibrio
Como hemos visto, ciertamente el cerebro necesita de azúcar, pero no mucha ni demasiado poca. Debemos encontrar un equilibrio a través de una dieta balanceada, la práctica de actividad física habitual y, en general, un estilo de vida saludable.
Para mantener la función cerebral, el organismo debe suministrar el azúcar necesario en forma continua, lo cual se logra al tener una dieta saludable que incluya los diferentes grupos de alimentos y que respete los horarios establecidos por el médico y/o el nutriólogo.
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